Malvinas: el ataque a la fragata Ardent, el hundimiento del Belgrano y el boicot de Thatcher a la negociación por la paz

Un libro de reciente aparición revela hechos poco conocidos y documentación inédita sobre un combate naval que estuvo por enfrentar a argentinos y a británicos, así como los entretelones políticos y diplomáticos en las truncas negociaciones para alcanzar una tregua en el conflicto en el Atlántico Sur

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La fragata Ardent en llamas
La fragata Ardent en llamas después de un ataque argentino. Horas más tarde se hundiría

Un modo de estudiar el conflicto de Malvinas puede ser abordarlo desde el punto de vista bélico, aunque también es útil e interesante hacerlo desde la mirada política y diplomática. Pero que un libro se ocupe de ambos aspectos al mismo tiempo revelando entretelones desconocidos y documentación inédita hace que el libro “Malvinas cinco días decisivos. Por qué la guerra pudo tener otro final” (sb editorial), de Benito Rotolo y José E. García Enciso constituya un interesante aporte a la comprensión de un aspecto poco conocido del conflicto del Atlántico Sur: cuando entre el 1 y 5 de mayo la flota argentina estuvo por atacar por sorpresa a los buques británicos. Además, el trabajo revela las verdaderas intenciones del Alexander Haig, así como la colaboración de García Enciso con el legislador británico Tam Dalyell con el aporte de material para la moción de censura a Margaret Thatcher por el hundimiento del Crucero General Belgrano en su intención de abortar la propuesta de paz del peruano Belaúnde Terry.

Entre el 1 y el
Entre el 1 y el 5 de mayo de 1982 se tuvo la oportunidad de atacar por sorpresa a la flota británica. El estado del tiempo y los vaivenes diplomáticos jugaron en contra de la operación.

Benito Rotolo fue piloto de aviones de ataque que integró el grupo aeronaval embarcado en el portaaviones 25 de Mayo y que cumplió misiones en el Estrecho de San Carlos, participando del hundimiento de la fragata Ardent el 21 de mayo. El licenciado en Ciencias Políticas José Enrique García Enciso, profesor universitario, miembro de la Academia Nacional de la Historia fue especialista del tema Malvinas de la Subsecretaría de Relaciones Institucionales de la Secretaría General de la Presidencia desde octubre de 1981 a diciembre de 1983.

Rotolo, que quería ser físico pero que la Escuela Naval lo terminó deslumbrando, tenía 32 años cuando fue a la guerra. “La primera vez que me senté en un avión, no me bajé nunca más”, contó a Infobae. Dijo que con García Enciso se conocieron circunstancialmente y que comenzaron a dar charlas juntos y así nació la idea del libro.

El vicealmirante retirado Benito Rotolo
El vicealmirante retirado Benito Rotolo fue un piloto de combate, que en esos cruciales primeros días de mayo estaba a bordo del portaaviones 25 de mayo

De la diplomacia a la guerra

García Enciso es el único miembro sobreviviente de aquel equipo que comenzó a estudiar la cuestión Malvinas en octubre de 1981 desde el punto de vista diplomático, ya que nuestro país tenía la intención de presentar un contundente reclamo antes de que se cumpliesen 150 años de la usurpación británica. Como Rotolo, tenía 32 años cuando fue convocado, desde su Corrientes natal, a sumarse al trabajo de elaborar una estrategia ante Gran Bretaña y foros internacionales, “que consistía que entre enero y junio de 1982 se presionaría al Reino Unido por la cuestión soberanía y se aprovecharía la asamblea general de Naciones Unidas para insistir en el reclamo”, tal como explicó a Infobae. Cuando los acontecimientos se dispararon hacia el conflicto bélico, se convirtió en un actor privilegiado en las negociaciones diplomáticas y políticas.

Y decidió contarlo.

La batalla que no fue

“Los británicos deseaban eludir un enfrentamiento naval”, explicó Rotolo. “Nuestro portaaviones disponía de helicópteros Sea King H3 y Alouette antisubmarinos y aviones exploradores Tracker S2E. Ese 1 de mayo estábamos embarcados en el 25 de Mayo; yo integraba la tercera escuadrilla de ataque de aviones A4Q y estábamos a 180 millas náuticas de la flota inglesa. Disponíamos de su ubicación exacta”.

El portaaviones 25  de
El portaaviones 25 de mayo, junto a la flota de mar, llegó a estar a 180 millas de los buques ingleses.

El aviador explicó que “el ataque se haría con aviones A4Q, armados con bombas de 500 libras, mientras que las corbetas Drummond, Granville y Guerrico lanzarían sus misiles Exocet. Sorpresivamente, ese 2 de mayo como no había viento, debimos postergar el ataque. Se necesitaban por lo menos vientos de 15 nudos para tener un catapultaje (despegue) cómodo con los aviones cargados al máximo con combustible y bombas”.

“Entonces los británicos se alejaron más hacia el este porque temían que sus portaaviones fueran dañados y el ataque nunca se realizó. Tuvimos la iniciativa, esto hubiese hecho historia”, se lamentó el vicealmirante.

La guerra en Buenos Aires

García Enciso fue un joven protagonista privilegiado de aquel momento. Mientras Rotolo cumplía con sus funciones en el Atlántico Sur, participó de las negociaciones de paz en las que estuvo involucrado el presidente peruano Belaúnde Terry y fue testigo del acuerdo al que se había llegado para aplicar una tregua. Del mismo modo, también le ganó la desazón y la sorpresa que sintió todo el equipo sintió cuando, a la hora que debía firmarse la tregua, se produjo el hundimiento del Crucero General Belgrano.

José García Enciso, el último
José García Enciso, el último sobreviviente de un equipo que trabajó a contrareloj por las gestiones de paz.

Con el aporte de documentación inédita, García Enciso relata cuando recibió en Buenos Aires a Clifford Kiracofe, enviado de Jesse Helms, presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del senado norteamericano, quien sostenía que el general Alexander Haig, en su propósito de ayudar a Gran Bretaña, no informó a su gobierno en forma fehaciente sobre la disposición de la Argentina a negociar. Es más, el secretario de Estado había sostenido que nuestro país no quería negociar nada. Las pruebas que el enviado se llevó sirvieron para que se le exigiese la renuncia a Haig en julio de 1982. “Siempre supe que esta información algún día sería publicada. No podía hacerlo en el momento en que sucedió, pues todavía estaba trabajando en forma reservada y no quería que mi nombre trascendiera”, cuenta en el libro. “El propósito es el de rescatar la verdad como la vi y viví”.

La trama diplomática tuvo otra historia desconocida que es revelada en el libro. Fue cuando vino al país Desmond Rice, representante de Tam Dalyell, legislador laborista británico, quien sostenía que Thatcher había ocultado al parlamento la propuesta de paz de Belaúnde Terry y que había ordenado hundir al Belgrano para desbaratar cualquier posibilidad de acuerdo de paz. Durante un año y medio, García Enciso trabajó codo a codo con el equipo del parlamentario, aportando documentos que se muestran en este trabajo, que sirvieron para la moción de censura y para tiempo después publicar el libro “Hundan al Belgrano”.

Uno de los informes de
Uno de los informes de los que se valió Tam Dalyell para la moción de censura a Margaret Thatcher.

Hundimiento de la Ardent

Rotolo nunca olvidará la tarde del viernes 21 de mayo. En el Estrecho de San Carlos, atacarían a buques enemigos. Como no disponían de avión de reaprovisionamiento, cargaron 4 bombas en lugar de 6. Los seis aviones que participarían lo harían en dos secciones. En la primera fueron el capitán de corbeta Alberto Philippi, el teniente de fragata Marcelo Márquez y el teniente de navío José Arca, y en la segunda los teniente de navío Carlos Lecour, Roberto Sylvester y Benito Rotolo.

Por problemas técnicos, la segunda sección había partido 15 minutos después. Cuando inició el descenso, la primera ya estaba en vuelo rasante en San Carlos. Los pilotos escucharon a Philippi designar un blanco y comenzó el ataque a la fragata Ardent, que brindaba apoyo al desembarco y hostigaba la zona del aeródromo Cóndor de la Fuerza Aérea en Pradera del Ganso.

La fragata Ardent, incendiada. A
La fragata Ardent, incendiada. A las pocas horas se hundiría.

Márquez avisó que era perseguido por dos Harriers. Su avión explotaría en el aire luego de recibir ráfagas de cañones de 30mm. Treinta segundos después, Philippi comunicó que un misil le había impactado, y que se eyectaba. Sobreviviría cuatro días en la isla Soledad antes de ser rescatado.

En medio de un intenso fuego antiaéreo de misiles, cañones y de disparos provenientes de tierra, los aviones de la segunda sección lanzaron las bombas sobre el buque, que se incendió y terminaría por hundirse al atardecer. En total, le habían arrojado 23 bombas.

El avión de Arca estaba seriamente averiado. Sin combustible y con el tren de aterrizaje inutilizado, se dirigió a la bahía de Puerto Argentino, donde se eyectó y fue rescatado por un helicóptero de Ejército en una complicada maniobra porque las aguas estaban minadas.

Admiración británica

Asimismo, se describen significativos encuentros que tuvo Rotolo en la posguerra. Uno, con el almirante norteamericano Harry Train, comandante en jefe de la flota del Atlántico en Norfolk al momento de la guerra, quien le confesó que ellos percibían la vulnerabilidad de la flota británica y que una batalla naval hubiera provocado su desgaste, un retraso en el desembarco o hasta forzar una negociación.

Cable de Associated Press del
Cable de Associated Press del 2 de mayo que informa del acuerdo de paz logrado. Al mismo tiempo, los británicos hundían al Crucero General Belgrano.

En 1989, en visita al Reino Unido, se encontró con el almirante Jeremy Black, comandante del Invincible, quien manifestó su admiración por el desempeño y los métodos empleados por los argentinos. Confesó que temían los ataques aéreos y que nunca habían podido derribar a ningún avión explorador. Se maravilló al conocer, de boca del propio Rotolo, del método que usaban para no ser detectados.

Los autores aclararon que la intención del trabajo no era abrir heridas, sino de contar con honestidad lo que cada uno de ellos vivió, uno en el teatro de operaciones y el otro desde el corazón mismo del gobierno militar. “Este libro no es contra nadie, es lo que vivimos. Y quisimos contarlo”. Qué mejor razón para escribirlo.

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