Una inédita versión inglesa sobre el robo al Museo Nacional de Bellas Artes asegura que fue un plan de la dictadura para comprar armas para Malvinas

La próxima aparición en Gran Bretaña de un libro sobre arte robado en el mundo revive un rumor que desde 1980 circula en el ambiente de los coleccionistas: los millones de dólares del atraco habrían sido usados por la dictadura para comprar armamento en Taiwán. Espías involucrados, un coleccionista asiático y las pinturas que nunca aparecieron

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Las tres obras, años después
Las tres obras, años después recuperadas, del misterioso robo: El llamado, de Paul Gauguin; Recodo del camino, de Paul Cézanne y Retrato de una mujer, de Pierre Renoir

Anja Shortland es una profesora de economía política británica que reavivó la polémica en torno al espectacular robo de 16 obras de arte del Museo Nacional de Bellas Artes durante la madrugada del 25 de diciembre de 1980, en la ciudad de Buenos Aires. En un libro al que Infobae accedió al capítulo dedicado a este hecho, aventura que fue la propia Junta Militar la que habría mandado a robar las valiosas pinturas de la colección donada por la familia de Antonio Santamarina para comprar armas a Taiwán, que usaría para el operativo de recuperación de las islas Malvinas.

“Cuando las pinturas fueron robadas a finales de 1980 -escribe Shortland- la Junta se enfrentaba a importantes oposición civil y recesión económica. Para distraer a la población cada vez más inquieta de estos problemas, el liderazgo había decidido desafiar a Gran Bretaña por la posesión de la Islas Malvinas. Sin embargo, la oleada inicial de patriotismo que acompañó a la Argentina con la invasión de las islas en abril de 1982 dio paso a la desilusión cuando las fuerzas navales británicas expulsaron a los soldados argentinos de las islas en junio de 1982”.

Las 16 obras robadas representaban una valiosa colección: un dibujo a lápiz de Henri Matisse, llamado El Abanico; Retrato de mujer, Gabrielle et Cocco y Coco dibujando, de Auguste Renoir; Recodo de un camino y Duraznos sobre un plato, de Paul Cézanne; El Llamado, de Paul Gauguin y Ruta por la nieva al puerto de Chateau, de Charles Leboury. También se llevaron El vendedor de diarios, de Thibon de Libian y un boceto del famoso cuadro Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, de Juan Manuel Blanes; éstas dos últimas no eran de esta colección.

El museo había sido inaugurado 84 años atrás en el Bon Marché, hoy ocupado por Galerías Pacífico. Desde 1933 está en la sede actual, en un remodelado edificio donde funcionó la Casa de Bombas de Recoleta, proveedora de agua potable a la ciudad.

El Museo Nacional de Bellas
El Museo Nacional de Bellas Artes, escenario del robo más importante de obras de arte del país.

A fines de 1970 Samuel Paz, curador del museo, había terminado de convencer a su amiga Mercedes Santamarina, sin descendencia directa, a que donase la colección de cuadros que en la familia se había adquirido a lo largo de los años en los distintos viajes que había hecho por Europa.

Ese día del aniversario pasaría a ser una triste página en la historia del museo.

La noche del 24 de diciembre de 1980 los serenos, luego de cenar, fueron a descansar y no se percataron de nada de lo que sucedió esa madrugada. Los investigadores calcularon que alrededor de la 1 de la mañana del 25 de diciembre cuatro ladrones ingresaron por el agujero en el techo, hecho por los albañiles que realizaban refacciones. Aprovecharon, además, las medidas precarias de seguridad de entonces.

Como en las películas, separaron las pinturas de sus marcos luego de abrir con sopletes las vitrinas de vidrio. Se habrían ido cerca de las 5 de la mañana por el mismo boquete, usando las escaleras que los trabajadores guardaban en el lugar. También sustrajeron media docena de antigüedades chinas.

Anja Shortland es especialista en
Anja Shortland es especialista en economía política y es profesora en el King's College de Londres.

Según contó Shortland a Infobae, “el robo siempre me pareció un poco extraño; los ladrones estaban familiarizados con el museo”. En su libro Lost Art: The art los Registrer, en el que desarrolla los derechos de propiedad y su aplicación en el mercado del arte y los procedimientos de la empresa privada Art Loss Registrer dedicada a negociar restituciones de obras de arte, remarca un hecho sospechoso: los ladrones no se llevaron otras valiosas obras. La académica inglesa agrega que en las inmediaciones estaba estacionado un camión del Ejército.

La policía se ensañó con los serenos, que en la comisaría fueron torturados. Estaba convencida que uno había sido el entregador. Días después también fue detenido y torturado el propio Samuel Paz, que fue liberado a los pocos días; los serenos recién dejarían la prisión el 15 de enero. No hubo acusados.

“Siempre se sospechó que el robo no había sido un encargo de gente de afuera, sino que se había gestado desde el poder mismo en Buenos Aires”, comentó a Infobae el arquitecto Andrés Duprat, un bahiense especializado en gestión cultural que desde 2015 es el director del museo. “Si bien no eran obras grandes, pertenecían a autores importantísimos, y su valor habría que calcularlo arriba de los diez millones de dólares”, agregó.

En mayo de 2001 el tema se reavivó. “El caso tuvo un vuelco cuando en una galería de arte en París apareció un oscuro personaje que ofrecía vender tres cuadros que pertenecían a su tío, un traficante de armas taiwanés. Fue cuando se recurrió a Art Loss Registrer, que posee una inmensa base de datos de obras de arte robadas en el mundo. Ante una consulta de la oficina de Sotheby’s de Taipei, confirmó que las pinturas que ofrecían pertenecían al Museo de Bellas Artes de Argentina”, relató Duprat.

Intervino Interpol, que admitió que le resultó complicado acceder a Taiwán. Pero sí pudo recuperar tres obras, que fueron devueltas al Museo: dos óleos, uno de Paul Cézanne -Recodo del camino- y otro de Pierre Renoir -Retrato de una mujer- y la acuarela El Llamado, de Paul Gauguin.

Andrés Duprat es el actual
Andrés Duprat es el actual director del Museo Nacional de Bellas Artes. "Se sospechó que el robo venía del poder", dijo.

Del resto no se tiene noticias.

¿Malvinas o Chile?

Con la asunción de Jimmy Carter a la presidencia de Estados Unidos, en enero de 1977, cambió la política de ese país respecto a la Argentina. La administración norteamericana dispuso un embargo de armas y la suspensión de ayuda militar por “violaciones a los derechos humanos internacionalmente reconocidos”. En el mismo sentido, funcionarios norteamericanos trabaron las solicitudes de crédito que solicitaba nuestro país ante organismos internacionales financieros.

En ese marco, cobraba forma la hipótesis de que la propia Junta Militar hubiese dispuesto el robo al museo. En el mismo sentido, que fuera Taiwán el vendedor también, porque no había suscripto ningún tratado que prohibiese venderle armamento a la Argentina.

Sin embargo, en diciembre de 1980 Malvinas no era una hipótesis de conflicto aunque sí lo era Chile. A mediados de diciembre de 1978 ambos países estuvieron por ir a un conflicto armado, y en la Navidad de 1980 una oportuna mediación papal evitó algo peor. Es probable que la compra de armamento -si es que existió- haya sido destinado a ser usado en la cuestión de límites con la nación trasandina. Siempre en el terreno de las suposiciones, nadie descarta que, de haber adquirido armamento, éste haya sido destinado a la guerra de Malvinas.

Shortland, al cierre del capítulo, consigna que hasta el día de hoy “los verdaderos villanos flotan en las sombras”, así como quiénes decidieron “culpar y golpear a los guardias de seguridad inocentes, y a continuación, utilizar las obras de arte para comprar armas para una guerra inútil”. Agrega más misterio a la historia: en su libro introduce a Julian Radcliffe, el hombre de Art Loss Registrer que llevó adelante la negociación para la devolución de las obras robadas. En cierta oportunidad, cuando lo habían invitado a cenar a una parrilla en Buenos Aires, su interlocutor le señaló a un hombre sentado en otra mesa. “Ese es el agente que robó las obras para el gobierno”. Más piezas de un misterioso rompecabezas que está lejos de ser completado.

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