En octubre de 2020, Jimena Martínez (28) dejó su departamento en Caballito para emigrar a Islandia y continuar desarrollando su profesión de ingeniera en sistemas. Su pasión por la cultura nórdica, la mitología y la música metalera la llevaron a buscar un nuevo horizonte en esta isla volcánica, un país al que le costó acostumbrarse pero al que ahora se encuentra perfectamente adaptada.
“Logré venir a trabajar como programadora después de seis meses esperando la visa. Su duración es de un año y se puede renovar por dos más. Hace siete años que en Buenos Aires hacía lo mismo y buscaba salir de mi zona de confort. Quería probar suerte en otro lado. Estaba cómoda en la Argentina, pero siempre había querido tener la experiencia de vivir en un país nórdico. Además, me encanta la cultura y la música de estos países”, le dijo a Infobae. “Me dolió mucho no haber podido despedirme de mis amigos por la pandemia. Los extraño al igual que a mi familia, pero tengo la esperanza de poder verlos pronto”.
A pesar de que en la Argentina trabajaba como ingeniera y ganaba 120 mil pesos mensuales, buscaba salir de su zona de confort. Por eso, luego de chequear cuáles eran las mejores opciones para emigrar sin la ciudadanía europea, llegó el 4 de octubre de 2020 a Islandia con una visa de trabajo.
Cuando arribó a Reikiavik, hace seis meses, se encontró con un paisaje al que describe como “de otro planeta”: montañas, campos de lava, muy pocos edificios altos y, lo más llamativo, ninguna reja porque no hay inseguridad. Su sueño era poder viajar y recorrer toda Europa, pero con la pandemia hoy es muy complicado.
“Alquilé un departamento de 38 metros cuadrados en el centro de Reikiavik, por el que pago 900 dólares mensuales. Los alquileres son muy caros y por una habitación te piden 600 dólares. Los precios son muy elevados en Islandia, más allá de que los sueldos sean acordes, porque el costo de vida es altísimo. Es uno de los países más caros de Europa. Los servicios públicos como la electricidad y el agua, en cambio, son muy baratos. Y también se paga un impuesto para que recojan la basura”, explica.
“En la Argentina, ganaba 120 mil pesos como ingeniera, es decir, no llegaba a mil dólares. Con la misma experiencia, en Islandia gano 5 mil dólares y, con los impuestos del 18%, me quedan 4 mil dólares en mano. Claro que, el costo de vida acá es totalmente diferente, pero con ese sueldo vivís bien. Podés ahorrar, darte gustos y comprarte ropa, algo que en la Argentina tenés que pensar dos veces y hacerlo en cuotas. No me sobra la plata, pero vivo cómoda. Incluso, en tres meses te podés comprar un auto usado porque el precio es accesible”, indicó.
Jimena cuenta que su jornada laboral en Islandia es de 8 horas y que el sistema es mixto: hay días que va a la empresa, pero otros, en los que puede trabajar desde su casa. En promedio, la semana laboral es de 40 a 45 horas, muy parecida a la jornada que tenía en la Argentina. Por otro lado, desde el inicio de la relación laboral, cualquier empleado cuenta con 20 días hábiles de vacaciones. A pesar de que domina el inglés a la perfección, está estudiando islandés.
Por su profesión de ingeniera, accedió a un buen trabajo y su futuro es prometedor. “Hay una alta demanda de profesionales en sistemas y no hay muchos, porque es un país con poca población: solo tiene 368 mil habitantes. Las áreas laborales relacionadas con el software y la tecnología están pisando muy fuerte y se necesitan profesionales. En todo el mundo, tanto en la Argentina como en Europa y en los Estados Unidos, hay una escasez de profesionales que se dedican a la tecnología y al software, al margen de que hay mucha competencia”, explica.
“Trabajando en sistemas me siento privilegiada, porque mucha gente que se dedicaba a otros rubros se quedó sin trabajo por la pandemia. Conozco a muchas personas que trabajaban en hoteles, restaurantes, empresas de turismo y se quedaron sin trabajo. El desempleo ronda el 10% y en la población extranjera escala al 40%. Sacando mi área, la situación laboral no está bien”, remarcó. “La economía es estable pero la pandemia hizo que mucha gente que se dedica a otras actividades se quede sin empleo, especialmente los extranjeros”.
Jimena dice que en Islandia se requieren programadores, en cualquier lenguaje, y profesionales que sepan de blockchain, criptomonedas y big data, así como diseñadores web, managers líderes e ingenieros de software.
“La economía está parada por la pandemia y el PBI depende, en gran parte, del turismo. Mucha gente me pregunta en mi cuenta de Instagram @jime.iceland si venir ahora es una buena idea y les digo que no, a menos que tengan un título con alta demanda, como programadores o ingenieros, que son profesiones muy necesitadas. De lo contrario, a pesar de que el país es hermoso y tiene una muy alta calidad de vida, no es una buena idea venir hoy a Islandia”, advirtió.
La ingeniera también recopiló algunos tips que recogió en este tiempo: “Comer afuera no es algo que puedas hacer todos los días. El alcohol es carísimo, lo regula el Estado y no se puede comprar en el supermercado. En las tiendas del Estado, una lata de cerveza cuesta 2,5 dólares, mientras que en un bar, una pinta sale 10 dólares. Salir a tomar algo es realmente muy caro”.
Según cuenta, los islandeses son muy amables y abiertos de mente. “A nadie le importa cómo vas vestido por la calle, nadie va a mirarte”. Se levantan antes de las 7, almuerzan al mediodía y a las 19 están cenando para acostarse a las 23. Todos los negocios cierran a las 18, como supermercados y shoppings. El clima es muy inestable: en un mismo día puede haber sol, lluvia, granizo, nieve, viento fuerte y brisa.
“Los islandeses dicen que si no te gusta el clima, esperes cinco minutos. El invierno es muy oscuro y en diciembre tenés solo 4 horas de luz, que a veces te deprime. Por eso, extraño el sol de Buenos Aires. La temperatura en invierno oscila entre los -5 y 5 grados. Es raro que haga más frío, aunque me tocaron algunos días de -12 grados. Algo que me impactó es poder ver a la aurora boreal desde la ventana de mi casa. Es algo increíble, que sucede entre septiembre y marzo”, contó.
“Extraño la comida argentina. Acá hay muchos productos importados porque, como es una isla tan remota, no hay mucha oferta gastronómica. Se come mucho cordero, papas y panchos, que son muy ricos. Las comidas son muy calóricas por el frío y tienen mucha grasa, pero también hay una variada oferta para veganos y vegetarianos”, sostuvo. “Llegar acá no fue fácil, como tampoco fue fácil adaptarme”.
Jimena destaca que dejar el país de origen no es tan simple como parece, que hay que estar muy preparado mentalmente y asegura que existe una romantización con la idea de emigrar a Europa.
“Emigrar no es para cualquiera: tenés que estar muy bien preparado para estar lejos de tu gente y vivir en un lugar que no es el tuyo. La emigración a Europa se está romantizando mucho. La gente cree que acá todo es perfecto y no es así. No existe el lugar perfecto, todos los países tienen sus pro y sus contra. Así que, antes de tomar la decisión de emigrar, es necesario buscar la mayor cantidad de información posible. No hay que emigrar a ciegas: es clave saber cómo está la situación del país al que vas a viajar y jamás pensar en que te vas a poder quedar de modo ilegal”, destacó.
“Te dicen ‘Me voy a lavar copas a España y voy a ganar 3 mil euros’, pero yo les digo que siempre van a ser extranjeros y que tienen que empezar de cero. El desarraigo es muy duro. Todos te cuentan la parte color de rosa y no es así. Sos un extranjero y lo vas a notar todo el tiempo. Hay que prepararse para salir de la zona de confort. Emigrar te cambia la cabeza y hay que aprender a buscarle la vuelta”, agregó.
La pandemia azota a todo el mundo e Islandia no es la excepción, a pesar de que sus habitantes siempre pudieron circular sin restricciones y cumplieron al pie de la letra las indicaciones de la autoridad sanitaria.
“Estamos transitando el cuarto brote de COVID-19. Se debe a las personas que llegan de otros países y no cumplen con el aislamiento. Acá, nunca hubo cuarentena, ni toque de queda y la gente es libre de circular por todo el país. Los gimnasios, las piletas y los clubes están cerrados, al igual que los boliches. Solo hay 120 casos activos y dos pequeños brotes en dos escuelas. Pero siempre por lo mismo, por los extranjeros que no cumplen con el aislamiento. Los mayores de 60, el personal de Salud y la Policía ya están vacunados”, dijo.
“Muchísimas personas me preguntan cómo se hace para emigrar a Islandia, gente que conozco -pero también- personas que me contactan por Instagram. Les advierto que, si quieren trabajar en restaurantes o en bares, aunque tengan mucha experiencia, no vengan porque no hay trabajo. Hace poco, una amiga tuvo una entrevista para trabajar en un bar y tenían una lista de 300 candidatos”, finalizó.
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