A los 67 años, la vida de una de las actrices más bellas de Hollywood parece haber cambiado de la noche a la mañana. Nacida el 8 de diciembre de 1953, Kim Basinger (67) alcanzó la fama solo con las tres primeras letras de su primer nombre, Kimila (Ann Basinger). Los inicios de su carrera, en los 70, fueron como modelo en Nueva York, donde trabajó para la agencia Ford, aunque luego comenzó a desempeñarse como actriz y alcanzó el reconocimiento mundial.
Participó en más de 30 películas de gran éxito, como Fool of love; James Bond: Nunca digas nunca jamás; Batman; L.A. Confidential -por la que obtuvo su único premio Oscar-, y la recordada Nueve semanas y media, el film por el que en 1986 su nombre pasó a integrar las grandes marquesinas de Hollywood y en la que protagonizó un inolvidable striptease -que aún hoy sigue siendo imitado-, desnudándose al ritmo de “You Can Leave Your Hat On” (”Puedes dejarte el sombrero puesto”), de Joe Cocker.
A 35 años del estreno de la película que coprotagonizó junto con Mickey Rourke (68) -la que mostraba la obsesiva relación de una mujer con un extraño, en la que se sobrepasaba la línea entre la satisfacción sexual y la humillación- la vida de Kim dio un vuelco debido a sus excesos y actitudes excéntricas, que la llevaron a la bancarrota.
Se casó en dos oportunidades: la primera en 1980 con el maquillador Ron Snyder-Britton, un matrimonio que solo duró ocho años y que habría terminado por sus infidelidades con el actor Richard Gere y el cantante Prince. Luego, en 1993, se casó, por segunda vez, con el actor Alec Baldwin (63), a quien conoció mientras rodaba la película Ella dice sí y con quien se convirtió en madre de su única hija, Ireland Eliesse (25). El divorcio llegó en 2002, y la cifra millonaria que los actores se repartieron fue monumental, ya que solo los honorarios de los abogados fueron de 3 millones de dólares.
Las excentricidades de Kim salieron a la luz durante el rodaje de Ella dice sí, ya que la película fue estrenada con retraso debido a la intensidad de las escenas sexuales con Alec Baldwin obligaban a frenar las actuaciones y a los especiales pedidos de la actriz, quien solo aceptaba lavarse el cabello con agua mineral francesa Evian, se negaba a grabar bajo la luz solar y pedía constantes cambios en el guion, ya que algunas escenas no eran de su agrado.
Pero sus despilfarros de dinero y excentricidades habían llegado mucho antes. La actriz estadounidense nació en Athens, Georgia, y el afecto hacia su lugar de origen la llevó a comprar en 1989 un pueblo de 710 hectáreas llamado Braselton, ubicado a solo 50 kilómetros del lugar exacto que la vio nacer. Kim buscaba crear un parque temático sobre Hollywood, con estudios de grabación para atraer también a la industria cinematográfica y buscar replicar a la meca del cine.
Por esa operación, desembolsó unos 20 millones de dólares, que fueron recibidos por los dueños de los terrenos, la familia Braselton, quienes fueron sus propietarios durante más de 100 años. Sin embargo, la iniciativa nunca funcionó y, algunos años después, la actriz terminó vendiendo los terrenos por menos de 2 millones de dólares.
Algunas versiones aseguraban que la compra de ese pueblo tenía otro motivo: escapar del exceso de popularidad que le había dado la película Nueve semanas y media, y resguardar su intimidad del asedio de los fans y la prensa.
Con Braselton, no fue la primera vez que una celebridad pecó de egocentrismo. Antes, la actriz Dolly Parton ya había fundado Dollywood, un pueblo que convirtió en unos estudios cinematográficos y que ella misma se encargó de diseñar.
A pesar de que Nueve semanas y media la catapultó a la fama internacional, su relación laboral con Mickey Rourke no terminó bien, debido a que el director -Adrian Lyne- provocaba que los protagonistas tuvieran una mala relación para que la actuación frente a cámara se viera real. Esa manipulación psicológica, tal como ella misma la mencionó en alguna entrevista, provocó que Kim comenzara a sufrir problemas mentales y padecer severos ataques de pánico, incluido un trastorno de ansiedad conocido como agorafobia.
“No fue agradable, pero sí útil. Kim es un poco como una niña. Es inocente. Eso es parte de su atractivo. De hecho, no actúa, solo reacciona, una cualidad que también tenía Marilyn Monroe”, dijo Adrian Lyne cuando le preguntaron por los rumores sobre el malestar de la actriz, quien no quiso volver a ver a nadie que hubiera participado del set de filmación.
Años después, ella declaró a la prensa: “Hubo momentos en los que quería dejarlo todo, en los que me planteaba si Adrian Lyne era un hombre enfermo o si todos nosotros éramos unos enfermos por prestarnos a ello. Pero al final me enfrenté a mi miedo y lo atravesé”.
Las pérdidas de dinero de Kim parecían no tener fin. Unos años después, se vio obligada a desembolsar más de 7 millones de dólares, cuando fue acusada por incumplimiento de un acuerdo verbal con los productores de la película Mi obsesión por Helena.
Después de su divorcio de Alec Baldwin comenzó a bajar el perfil de su carrera, se dedicó de lleno al cuidado de su hija y apareció en contadas ocasiones, como cuando participó de las películas Celular, Noviembre negro y La sombra de la sospecha En 2020, y después de varios años de ostracismo, cautivó con su belleza en la última campaña publicitaria de la exclusiva marca italiana, Miu Miu.
Alejada de la industria de Hollywood y dedicada de lleno a su hija Ireland -quien padece trastornos emocionales que incluso la obligaron a estar hospitalizada- hoy Kim disfruta de una austera vida en pareja con el estilista Mitch Stone, a quien conoció cuando era su peluquero. La pareja comenzó su relación hace siete años y, celosos de su intimidad, se dejan ver en contadas ocasiones, alejados de los flashes y las exclusivas alfombras rojas de Hollywood.
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