La idea era instalarse durante cuatro meses en Buenos Aires, que era el tiempo que duraba la maestría en Economía y Negocios que había venido a cursar, y luego volver a Finlandia para terminar su carrera universitaria. Pero los planes de Lasse Juusela (39) se vieron alterados cuando conoció a Sandra, de quien se enamoró perdidamente y lo impulsó a dejar su país para radicarse en Argentina.
“Llegué en enero de 2010 por un intercambio estudiantil que hizo mi universidad con la UADE. Podía ubicar a la Argentina en el mapa, conocía a Maradona y nada más. Cuando llegué a Ezeiza lo único que sabía decir era ‘hola’ así que iba con mi diccionario para todas partes buscando palabras para poder expresarme”, recordó Lasse a Infobae, quien ahora habla español a la perfección.
A pesar de manejar varios idiomas -sabe inglés, alemán y sueco- a Lasse le resultó muy difícil el español y le llevó “muchos años” poder desenvolverse con soltura. “Si tenía que ir al supermercado investigaba en Internet cómo se llamaban los productos que necesitaba y me armaba las preguntas para hacerle a la vendedora. De a poco fui sumando vocabulario pero siempre tenía que prepararme antes de ir”, explicó.
Oriundo de Helsinki, donde el clima no es muy amigable y sus habitantes deben padecer inviernos de -30ºC y pasar meses sin poder ver la luz solar, el finlandés quedó fascinado con el verano porteño y con la posibilidad de tomar sol, ir a una pileta o disfrutar de unos días en la playa.
“Allá el clima es muy duro y extremo. Esperás todo el año para que llegue el verano y es una época donde llueve todo el tiempo, está nublado y hace como mucho 18 grados”, describió Lasse, a diferencia de Argentina, donde “excepcionalmente está nublado y siempre hace calor”.
Cuando terminó sus estudios, Lasse decidió quedarse en Buenos Aires un mes más para darle una oportunidad al amor ya que estaba muy enganchado con Sandra. “Apenas la conocí supe que iba a ser mi futura mujer. Era la prima de una amigo y siempre coincidíamos en las reuniones que él organizaba en su casa”, contó.
Cuando llegó el momento de partir, Lasse le prometió a Sandra que volvería. “Me faltaba un año y medio para graduarme y era una etapa que necesitaba concluir. Me recibí en septiembre de 2011 y en octubre ya estaba arriba de un avión para arrancar de cero en Argentina con un título debajo del brazo”, relató entusiasmado al revivir esa experiencia.
“El país atravesaba un buen momento cuando arribé por segunda vez: la economía había crecido muy rápidamente, había empleo y se vivía mejor que un año atrás. Se notaba un país organizado y una sociedad esperanzada. Decidí salir de la zona de confort y me lancé en busca de nuevos desafíos”, señaló el finlandés.
Experto en tecnologías del papel, Lasse se encontró que prácticamente no había muchas ofertas laborales acordes a su profesión y que si quería crecer profesionalmente debía mudarse a Uruguay, donde esa industria es pujante y dos de sus principales plantas pertenecen a la firma finlandesa Botnia.
“En Uruguay hay papeleras modernas pero sinceramente no quería volver a mudarme de país y separarme de mi mujer por un trabajo. Si tenía que irme de Argentina por no tener oportunidades laborales prefería volver a Finlandia donde está mi familia”, admitió, quien chequeó incansablemente los portales de empleo durante un año y no encontró nada. “Vivía de mis ahorros y del salario de Sandra”, se lamentó.
Mientras tanto, Lasse usó ese tiempo libre para estudiar español y retomar su hobby: el atletismo. “Empezar a correr otra vez me ayudó a mantenerme mentalmente saludable mientras trataba de resolver qué hacer con mi profesión”, aseguró Lasse, quien gracias a ese deporte amplió su grupo de amistades y hasta recibió una propuesta impensada.
“En 2013 me ofrecieron un trabajo en el Club de Corredores, situado en el barrio de Núñez, para organizar eventos de running por distintos puntos del país. Gracias a ellos pude viajar y conocer destinos maravillosos de la Patagonia”, destacó.
Sin embargo duró poco y una vez finalizado el contrato de tres meses no se lo renovaron. “Argentina conquistó mi corazón pero rompió mi ego. Experimenté que me echaran de un trabajo por primera vez en mi vida” enfatizó Lassa, quien está convencido que lo que más le jugó en contra fue no saber hablar del todo bien el español en ese momento.
“A pesar de que fue muy duro al principio, con el tiempo me di cuenta de que fue una experiencia muy buena. Me sirvió para crecer y seguir poniéndome metas. Siempre hay belleza detrás del caos”, sentenció con una actitud optimista.
Advertido de que sería muy difícil desarrollar su carrera en Argentina, Lassa le propuso a su mujer en 2015 montar un emprendimiento propio. “Como Sandra es diseñadora de indumentaria y modelista apostamos de lleno a ese proyecto textil y hoy nos va muy bien”, contó el finlandés, quien a base de esfuerzo pudo mudarse de un departamento en Palermo a una casa en un barrio privado de Pilar.
En 2018, la pareja tuvo a Tommy -que ya tiene 3 años- y hoy pueden alternar los horarios para cuidar de su pequeño y encargarse del negocio. “En Skidi hacemos ropa de abrigo para bebés y niños. Vendemos por menor y por mayor vía web y desde las cuenta de Instagram @skidibabyclothing”, resaltó.
Si bien admitió que “el negocio tiene altibajos” y tras sortear “un 2019 muy duro”, donde prácticamente se vendió muy poco, durante la cuarentena las ventas repuntaron y hoy sueña con expandir la producción y sumar nuevas prendas. “Me gusta ese reto de salir a pelearla día a día”, concluyó Lassa, quien para no sufrir el desarraigo suele visitar a su familia una vez al año; con excepción de este último que fue atípico por la pandemia.
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