Cuando a la una y media de la tarde del lunes 19 de julio de 1976 un comando del Ejército a las órdenes del capitán de la rama de Inteligencia Juan Carlos Leonetti irrumpió en el departamento “B” del cuarto piso del edificio de Venezuela 3149, en Villa Martelli, no sólo logró el descabezamiento del PRT-ERP con la muerte de sus dos principales dirigentes, Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga. En efecto, quizá sin proponérselo, la dictadura de Jorge Rafael Videla también puso punto final a un proyecto que ese día tenía un punto de inflexión y que pudo haber cambiado la estrategia de resistencia por parte de las dos principales organizaciones guerrilleras que todavía operaban en la Argentina, el PRT-ERP y Montoneros. Pero también se sumaba una tercera fuerza, menos conocida pero que había hecho mucho trabajo de zapa antes de lanzarse a la lucha armada: las Brigadas Rojas de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO).
Fue precisamente la concreción de ese proyecto la que hizo que Mario Roberto Santucho permaneciera todavía en el país aquel 19 de julio de 1976. Hacía unas semanas que la máxima conducción del PRT-ERP había decidido que su máximo jefe era vital para la continuidad de la organización. Por eso, Santucho contaba con documentación fraguada de muy buena factura y un billete de avión ya comprado a nombre de su alias para embarcar a un país europeo. Sin que eso trascendiera, el paso siguiente era volar a Cuba, donde contaba con sólidos vínculos para intentar recomponer las debilitadas bases de la organización.
Para ese entonces, Santucho se había convencido de que la única manera de no ser derrotados era volcarse a la inserción en fábricas y barriadas obreras, tener poco contacto entre las distintas células y dejar prácticamente de lado el accionar guerrillero. Además, Santucho estaría fuera del alcance de la feroz caza sobre él que llevaba a cabo la dictadura y que podía extenderse a otros países a través de la represión conjunta del tenebroso Plan Cóndor, que coordinaba el accionar de servicios de inteligencia y grupos operativos de Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina.
Los sobrevivientes de la dirección del PRT-ERP aseguran que Santucho y Urteaga iban a reunirse esa misma tarde con los dos jefes máximos de Montoneros, Mario Firmenich y Roberto Perdía, para darle forma final a ese nuevo frente: la Organización para la Liberación de Argentina (OLA). El descabezamiento del PRT –que se consumó también con la captura ese mismo día de otro de los integrantes del Buró Político, Domingo Menna – dejó todo en la nada.
Los encuentros preparatorios
La creación de la Organización para la Liberación de Argentina implicaba la articulación de un frente político de resistencia a la dictadura instalada casi cuatro meses antes en el país y desde esa instancia se planteaban convocar a muchas otras organizaciones. Era la primera vez que Montoneros y el ERP ponían sobre la mesa sus coincidencias y dejaban de lado las grandes diferencias que planteaban el origen peronista de Montoneros y el marxismo del PRT-ERP. A esa altura, las vinculaciones internacionales de ambos grupos eran prácticamente las mismas.
La OLA además buscaría la coordinación logística y militar entre las tres organizaciones, un aspecto clave en momentos en que las fuerzas represivas las habían golpeado fuertemente.
Para julio de 1976 ya estaba todo listo. Según pudieron reconstruir estos cronistas, las tratativas habían comenzado orgánicamente en noviembre de 1975, en una reunión de la que participaron Santucho y Menna por parte del PRT-ERP y los dirigentes montoneros Mario Firmenich, Roberto Quieto, Adriana Lesgart y Héctor Talbot Wright.
Meses después, ya consumado el golpe, hubo una segunda reunión en la casa de la localidad de Ciudadela donde vivía en número dos de Montoneros, Roberto Perdía. “Santucho y Menna vinieron a mi casa. Estuvimos todo el día trabajando, comimos un hermoso puchero”, recordaría muchos años después el número dos de Montoneros.
Según un cable secreto de la CIA, desclasificado hace menos de dos años, en ese encuentro se habría tratado un préstamo de dinero que Montoneros le haría al PRT-ERP. En cambio, la investigación realizada por Pino Narducci, Abel Bohoslavsky, Diego Ortolani Delfino desmiente esa versión en El secreto mejor guardado de la Dictadura: “No se debatían préstamos de dinero como alega saber el informante del espionaje, sino política; incluso, colaboración del PRT en materia de prensa y propaganda, razón por la cual la dirigente montonera Victoria Walsh visitó la imprenta clandestina del PRT en Córdoba, tal como relató Carlos Orzaocoa, entonces miembro de la dirección del PRT”.
Paralelamente, otros dirigentes de las dos organizaciones mantenían reuniones con integrantes de la conducción nacional de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), cuyo brazo armado eran las Brigadas Rojas, para alcanzar un acuerdo tripartito.
La OLA, según Santucho
Poco antes de su muerte, Mario Roberto Santucho informó a la militancia sobre los avances en la construcción de la OLA. Fue a través de un documento reservado para la militancia de la organización (el Boletín Interno Nº121, fechado el 14 de Julio de 1976), recientemente recuperado por Daniel De Santis, ex integrante del Comité Central del PRT-ERP, y publicado en su libro Mario Roberto Santucho. Sus editoriales y escritos estratégicos.
El texto decía: “Esta gran tarea se verá enormemente facilitada por los recientes avances unitarios en el campo revolucionario que nos han colocado ante la posibilidad real e inmediata de construir una organización frentista integrada por el PRT, Montoneros y Poder Obrero, que unifique la lucha antidictatorial y encauce un transcendental proceso hacia la completa unidad política y militar de las organizaciones revolucionarias proletarias y populares (el partido de la clase obrera, el ejército popular y el frente de liberación nacional). Dar este paso significará iniciar un proceso de convergencia quizás complejo, pero de un positivismo difícil de exagerar (…) Se materializará en un aumento cualitativo de los recursos revolucionarios globales, que serán empleados más racionalmente y con mayor eficacia”.
Santucho, además, agregaba: “La total unidad, que es posible, se conquistará, en un proceso gradual a desarrollarse paso a paso en todos los niveles, en la base y en la dirección, que requiere paciencia, flexibilidad y firmeza ideológica. La fusión de las organizaciones revolucionarias será un gran avance para la lucha de nuestro pueblo, en la medida que se asiente sobre sólidos principios ideológicos y orgánicos, y nuestro partido pondrá todo su esfuerzo para hacerlo realidad”.
Quince días más tarde, la caída de los tres máximos dirigentes del PRT-ERP frenaría el proceso, aunque habría un nuevo intento por reflotarlo.
La posición de Rodolfo Walsh
Consultados por los autores de esta nota, ex integrantes de las tres organizaciones coincidieron casi en su totalidad en que tras la caída de Santucho el proyecto de la OLA quedó congelado.
En un primero momento, la dirección de Montoneros parece haber decidido darlo por terminado. Algo de eso refleja Rodolfo Walsh –como oficial de inteligencia de la organización- en un documento dirigido a la Conducción Nacional a fines de 1976, donde a pesar de hacer una fuerte crítica las desviaciones militaristas y al abandono del trabajo de masas y de la lucha interna dentro del peronismo, reprochaba:
“No es cierta la desaparición casi total de la izquierda no peronista, armada o no armada. Estos son bandazos que nos alarman. Hace unos meses el proyecto de vanguardia pasaba por el debate ideológico en la OLA, ahora no existen más. Existen y actúan. El ERP pinta (más que nosotros), edita regularmente sus revistas, que llegan a las fábricas puntualmente a pesar de todos los golpes que sufrieron, toman un canal de televisión, tienen una radio clandestina, operan en el litoral. Hacen operaciones militares. El Partido Comunista, los distintos partidos socialistas, también existen. Que sean una bosta es otra cosa. Con ese criterio nosotros tampoco existimos”.
Los últimos intentos
Sin embargo, el relato que Daniel De Santis hizo a estos cronistas indica que hubo por lo menos un nuevo intento de reflotar la creación de la Organización para la Liberación de Argentina por parte de Montoneros.
Unos meses después del golpe, el PRT había enviado a De Santis de regreso a La Plata como responsable de la Regional Sur y allí mantenía frecuentes reuniones con el dirigente montonero Marcelo “el Monra” Kurlat. Por entonces, De Santis integraba el Comité Central del PRT. Sin embargo, el Monra creía que De Santis estaba en el Buró Político, la máxima instancia en la toma de decisiones. En el marco de esa confusión, le propuso a De Santis un encuentro con un dirigente nacional de Montoneros.
La cita se programó en Buenos Aires y al llegar, De Santis se encontró con quien luego sabría que era Julio Roqué, uno de los principales dirigentes de Montoneros que permanecía en la Argentina. De Santis aún recuerda el diálogo:
-Hay que retomar la relación entre las dos organizaciones para avanzar en la unidad – le propuso Roqué.
El militante del PRT se sorprendió, porque era una iniciativa que él no estaba autorizado a tomar.
-Mirá, yo soy del Comité Central, no del Buró Político. No puedo decidir esto. Yo me comprometo a hacerte una cita con un compañero del Buró y hablás con él – le contestó.
De Santis recuerda que en un principio Roqué creyó que él quería mantener en secreto ser parte de la dirección nacional del PRT e insistió con que trataran ellos el tema. “Me lo dijo dos o tres veces –recuerda ahora De Santis-, esperando que yo le diera una respuesta concreta, hasta que al final se convenció y aceptó que le armara una cita con alguien del Buró. Ahí se retomó la relación”, relató De Santis a los autores de esta nota.
La cita se concretó, pero sin que se pudiera reflotar el proyecto. La caída de Santucho había herido de muerte al intento de sumar fuerzas de las tres organizaciones guerrilleras más grandes que por entonces existían en la Argentina.
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