Sarah Reynier (30) nació en Saint-Brieuc una ciudad de la región de Bretaña, en Francia. Estudió marketing y comunicación, y luego hizo un máster en turismo. Llegó en 2014, con una visa PVT (Programa Vacaciones y Trabajo) que duraba un año ,con el fin de conocer a fondo nuestro país. Llegó con una amiga, que volvió a Francia, pero para Sarah ya no había vuelta atrás: se había enamorado de la Argentina.
“Vine con una amiga y, como le pasa a muchos, después no quise volver a Francia. Busqué la vuelta para poder quedarme. Llegué en 2014 y a los 15 días encontré trabajo en una agencia de turismo. Me encargaba de la comunicación y los contenidos web en francés, así que cuadraba perfectamente con mis estudios. A los 6 meses, me fui a trabajar a una panadería francesa y luego a una agencia de traducciones”, le contó a Infobae.
Apenas llegó, Sarah se fue a vivir a un departamento en el barrio de Villa Crespo. Pero desde hace 4 años vive en San Antonio de Areco, donde junto a un socio tiene su agencia de turismo, Areco Tradición. Asegura que no solo se enamoró de la vida en el campo, sino también, de las costumbres de esa ciudad.
“Yo quería armar mi propia empresa. En mi primer trabajo, conocí a quien hoy es mi socio, que me propuso participar en su agencia de viajes. Lo pensé un par de meses, hasta que me decidí. Empecé a llevar a turistas franceses, desde Capital Federal hasta San Antonio de Areco. Me quedaba con ellos todos los fines de semana. Así fue durante un año, hasta que decidí invertir en la empresa y hacerme socia de Bertrand, quien me pidió mudarme a Areco, No tuve ningún problema en hacerlo porque era un sueño poder vivir en el campo. Me enamoré de su cultura, de las cabalgatas, de sus gauchos, de sus peñas... Así que, a pesar de que mi novio vivía en Capital Federal, decidí irme al campo, donde vivo feliz hace 4 años”, aseguró.
“Me gusta que no haya autos, que viva poca gente, que no haya ruido... Esta calidad de vida es muy importante para mí, porque no tiene nada que ver con la de una ciudad grande. Cuando me mudé acá todavía no era madre, pero pensaba que era el lugar ideal para tener un hijo porque es muy seguro. Puedo estar en la plaza y sé que no pasa nada. La gente es muy humana, todos se conocen, se saludan, los vecinos te hablan...”, agregó.
En la Argentina, Sarah también encontró el amor en los brazos de Héctor Cusinga (33), un comerciante peruano que llegó a nuestro país con apenas 7 años y que tiene dos locales de ropa femenina sobre la Avenida Corrientes, Motivos Boutique. Se conocieron en 2015, bailando bachata en Palermo, una danza de las muchas que fascinaron a esta francesa de 30 años.
Hace un año, fruto de esa relación, nació su primer hijo, Nahuel. Como ambos negocios se encuentran en Capital, Héctor se queda tres días en Areco con su mujer y su hijo. Cuando comenzó la cuarentena, no pudo trabajar hasta septiembre, así que la pareja tuvo que vivir de ahorros, ya que el turismo también estaba frenado.
“Apenas llegué, me enamore de la forma de bailar de los argentinos. Les gusta el “cachengue”, la cumbia, la salsa, la bachata, el folklore... No podía creer que los argentinos se sintieran tan cómodos con sus cuerpos para bailar, así que me anoté en clases de bachata y, a los 6 meses, lo conocí a Héctor. Me invitó a bailar y me impresionó lo bien que se movía, Ahora, la bachata nos encanta a los dos y, por supuesto, que la seguimos bailando”, afirmó.
“Héctor se siente argentino. Llegó con su familia cuando era muy chico y no tenía mucho, pero a fuerza de trabajo, pudo acceder a buenos estudios y desarrollar su propia empresa. Está muy agradecido de haber encontrado un país así, que lo recibió y le permitió acceder a la educación y al trabajo. Me imagino que mi hijo va a tener un poco de cultura francesa y otro poco de cultura peruana, pero es argentino, así que su cultura va a ser la de acá y eso es lo lindo: la mezcla de los tres orígenes. Quiero ir a Perú a conocer a su familia y quiero que él conozca a la mía. Eso sí, al menos en mi caso que soy fanática de la carne argentina, el asado nunca va a vencer a la comida peruana (risas)”, expresó.
A pesar de que hoy muchos argentinos buscan irse del país por la crisis económica, Sarah refuerza sus ganas de quedarse en la Argentina y mira desde lejos a su Francia natal, donde por el momento, no planea volver.
“Cada país tiene sus cosas positivas y negativas. A veces, viviendo en un país nos olvidamos de lo lindo que tenemos. Por ejemplo, vivo feliz en la Argentina, pero miro a Francia a la distancia y pienso que no estaba tan mal. Tal vez, eso es lo que les pasa a los argentinos. Veo que se quieren ir por la parte económica, porque es difícil crecer en un pais con tanta inflación o no poder acceder a una casa... y en Francia todo eso es muy simple. Todos mis amigos tienen su casa y la pagan en cuotas fijas y a 30 años. Entonces, entiendo muy bien la problemática de los argentinos que tienen ganas de crecer y no pueden. Viéndolo del otro lado, a veces se van y se dan cuenta que en Francia hay más perspectivas de crecer a nivel económico, pero van a extrañar mucho a su familia y a sus amigos. Conozco a algunos argentinos que se fueron, les fue muy bien y, a pesar de eso, tuvieron que volver porque extrañaban a su país”, alertó.
Sarah cuenta que recibe muchas consultas de argentinos que le preguntan por Francia, ya que buscan emigrar a Europa y ella los aconseja sinceramente. “Les digo que van a tener que cambiar su forma de vivir. En Francia, es más difícil conseguir un trabajo y hay más burocracia que acá. Para un extranjero, es difícil lograr tener una vida estable. Allá, los horarios son muy importantes, porque somos muy puntuales y estructurados. Y eso es cambiar totalmente la forma de vivir de un argentino, porque allá todo es más estructurado”.
“Creo que el argentino idealiza un poco a Europa. Los que ya fueron dicen que te dan todo, que te ayudan, que tu plata vale y que no hay inflación Y está bien, pero es un poco exagerado porque la plata vale, no hay inflación y tenemos una divisa más estable pero hay que llegar a eso: hay que encontrar un trabajo y tenemos 12% de desempleo. Además, cada vez hay menos ayuda del Gobierno. El Estado siempre estuvo muy presente, pero ahora lo está cada vez menos. Los hospitales ya no aguantan más por la pandemia y llegamos al 150% de ocupación de camas. Tenemos el gran problema del terrorismo, que es algo que esta muy presente en Francia y la gente teme ir a una manifestación, porque tienen recuerdos horribles de lo que paso hace unos años... Entiendo que nos idealicen y que, viniendo de la Argentina, la parte económica sea muy importante pero tenemos otros problemas que también son muy importantes, como el terrorismo. Eso habla de la libertad de expresión, de la inequidad y son problemáticas muy preocupantes”, sostuvo.
La inseguridad de nuestro país no la atemoriza y asegura que se siente más segura aquí que cuando trabajaba en Marsella para una empresa petrolera, su último empleo en Francia antes de llegar al país e instalarse en un departamento de Villa Crespo.
“En Areco no hay inseguridad. Cuando vivía en Capital Federal no tenía miedo. Me siento más segura en Villa Crespo, que en Marsella. Ese fue el primer barrio donde viví apenas llegué y me sentí muy bien. En Marsella, estaba trabajando para una empresa petrolera, cuando decidí dejar todo e instalarme acá. Allá, a las 21 caminás con una falda por la calle y no sabes qué joven te va a decir una falta de respeto, te va escupir en la cara, te va a tratar de cualquier cosa... Son chicos que viven en los barrios de alrededor y que van a molestar. Acá, hay violencia porque salen a robar, pero allá es violencia gratuita sólo por ser una mujer y andar en falda. Tuve experiencias muy feas, pero acá veo que los hombre pueden mirarme y jamás sentí ese maltrato gratuito. Sé que la violencia acá es difícil, porque usan armas para robar y no los estoy disculpando, pero muchos lo hacen porque lo necesitan. Pero en Francia, no necesitan decirnos palabras violentas y, sin embargo, lo hacen. A mi mamá, siempre le digo que me siento más segura en Villa Crespo o en Areco, que en París o en Marsella”,
Sarah dice que muchos de sus amigos franceses le preguntan cómo es vivir en nuestro país y que ella les cuenta que es una experiencia muy buena y enriquecedora.
“Tienen muchas ganas de venir a conocer a la Argentina. Hay varios que ya lo hicieron y quedaron encantados. La gente tiene una visión de la Argentina muy buena y la ven como un país maravilloso, lleno de paisajes, con buena carne, el tango... Saben que la vida acá es más relajada y ven con buenos ojos a la Argentina. Mis amigos tienen muchas ganas de conocerla. Es un país que a los franceses nos llama mucho la atención y donde tenemos muchas oportunidades para crecer”, asegura.
“Les digo que no duden en venir porque es un país maravilloso, que tiene mucho para ofrecer. La situación no es fácil pero, como extranjeros, podemos encontrar trabajos que nos sirvan por el simple hecho de ser franceses, por ejemplo, por el idioma. Para mí, Argentina es un país para venir en busca de oportunidades y, con un poco de ahorros, se pueden cumplir los sueños”, indicó.
Sarah dice que la Argentina es una tierra de oportunidades para los franceses, ya que pueden encontrar trabajo muy pronto porque son muy requeridos en diferentes profesiones y oficios.
“Mi primer empleo lo encontré a los 15 días de haber llegado y fue justamente porque querían hacer la comunicación en francés. Hay muchas oportunidades para hacer nuestra pastelería. Conozco a una francesa que está haciendo quesos en Chivilcoy. Podemos usar nuestras habilidades y enseñanzas desde el nacimiento para desarrollarlos en la Argentina, que es un país que mira a Francia con muy buenos ojos”, destacó. “Cuando llega un panadero francés, se encuentra con todas las puertas abiertas. O un maestro quesero. Lo mismo sucede en una agencia de viajes, donde saber francés es un plus. Como franceses, tenemos muchas actividades para desarrollar en este país”.
La calidad humana de los argentinos es algo que destaca durante casi toda la entrevista, ya que asegura que desde el primer día que puso un pie en nuestro país fue recibida con amabilidad y enseguida pudo integrarse. No pasó mucho tiempo para que la invitaran a los asados en las casas de sus amigos y a que la hicieran sentir en familia.
“A los franceses nos reciben súper bien y eso lo siento desde el principio. Siempre me sentí muy aceptada. Acá no me siento un número como en Francia y adoro la personalidad abierta de los argentinos: apenas llegás, ya te están invitando a comer un asado en sus casas. Te tutean, mientras que en Francia eso es impensado y hay que hablar de Usted. Acá, antes de la pandemia, se saludaban con besos. En Francia, solo te dan la mano. Siento que la Argentina me dio paz interior”, expresó.
Sarah dice que extraña a su familia y a sus amigos, aunque puede estar bastante tiempo sin verlos porque los franceses son más independientes. También extraña la comida francesa, el queso y la cultura de su país, como mirar una película en su idioma, o ir al teatro y ver una obra en francés. Sin embargo, advierte que aquí los vínculos familiares y fraternales son aún más fuertes que en su país, porque no puede faltar el asado del domingo -fuera del contexto de la pandemia- o los ravioles en la casa materna.
“Hablando con mi marido sobre la posibilidad de ir a vivir a otro país, me di cuenta de que para él -al igual que para todos los argentinos- es muy importante la familia y los amigos. Mi marido nunca se iría de aquí. Entonces, creo que el argentino se quiere ir, pero por otro lado, es muy apegado a su familia y amistades, Creo que esa parte acá es más importante que en Francia. Mi relación con mi familia no es tan fuerte, al punto de tener la necesidad de ir a comer con ellos todos los fines de semana. Cada uno toma su camino de vida y, en ese sentido, los franceses somos más independientes”, explicó.
“Toda mi familia está en Francia y, por ahora, estoy muy bien acá. Siento que Argentina es mi país de adopción y, a pesar de todo lo que está pasando, me siento muy bien. Estoy muy contenta de que mi hijo sea argentino. Desde que lo llevaba en mi vientre, sentía que la gente me trataba muy bien y que hay mucha humanidad. Como madre, me siento muy mimada por los argentinos. Incluso, más de lo que sucede en Francia donde hay más individualismo”, afirmó. “Me gusta la cultura argentina, así que me quiero que mi hijo crezca acá. Me encanta que los argentinos sean tan espontáneos, que se rían tanto... Son todas cualidades. Me encanta la calidez de la gente, la “buena onda” como le dicen y el contacto fácil. Soy de Bretaña, donde hay un cielo gris casi todo el año, así que en la Argentina disfruto de las temperaturas agradables y del sol durante todo el año”.
A pesar de todo, a Sarah le preocupa su situación laboral, ya que el turismo es una de las actividades más perjudicadas por la pandemia y lamenta que su agencia no recibió ayuda del Gobierno.
“En San Antonio de Areco hubo un fondo para el turismo, pero lamentablemente nuestra agencia de viajes no recibió ayuda. Me parece muy justo que muchos hoteleros, bares y guías turísticas la reciban, pero creo que no es justo que nosotros no podamos tener lo mismo. Hubo unas tres inyecciones de fondos para Areco, pero la municipalidad nunca nos eligió. Creo que el turismo tuvo una ayuda, pero la mejor ayuda va a ser que el turismo vuelva a su normalidad cuando todo mejore. Espero que haya un plan de apertura del turismo internacional porque eso es clave”, indicó.
Mientras espera que la situación del turismo internacional se normalice, Sarah desarrolló una aplicación digital que planea lanzar en 15 días y que se llama Pistango. Se trata de varios juegos que permiten descubrir distintas ciudades del país, a través de pistas y acertijos.
“Estoy muy impactada. Me preocupa mi trabajo y la situación del país pero, en realidad, es la situación mundial lo que me inquieta. Yo trabajo con el turismo internacional y es una industria que hoy está totalmente parada. Es muy preocupante y hay que aguantar hasta que vengan días mejores, donde podamos recibir al turismo internacional y volver a nuestra vida normal. Pero entiendo muy bien que hay que cuidarse y sufrir un poco ahora, para que todo mejore más adelante”, dijo.
A pesar de que podría volver a Francia, Sarah elige quedarse en la Argentina porque dice que el panorama en su país no es muy diferente al que se vive aquí, a pesar de que allí podría recibir ayuda del Estado mientras el turismo vuelva a recuperarse.
“Entiendo que por ahora hay que tener mucho cuidado, aguantar y esperar la vacunación. Hay que tener esperanza. Me preocupa la situación del país pero igual elijo quedarme, porque sé que la situación hoy no es mejor en otro lugar. En Francia es catastrófico: las escuelas están cerradas hace dos meses, los restaurantes y bares no pueden abrir hace 6 meses y la deuda del país esta creciendo muchísimo. Es verdad que el Gobierno brinda más ayuda que aquí, pero la situación no está mejor”, dijo.
Por ahora y mientras esperan poder volver a recibir al turismo internacional, Sarah y su socio se enfocan en el turismo local y brindan toda su experiencia para que sus clientes puedan vivir una gran experiencia de descanso y recreación en San Antonio de Areco.
“Hace un año que no podemos recibir a extranjeros y ese era nuestro principal ingreso. Por 6 meses no pudimos trabajar en absoluto por la cuarentena estricta, así que sobrevivimos con nuestros ahorros. Ahora, hace 6 meses que estamos trabajando muy poco con el turismo nacional: nos deja algunos ingresos, pero nada que ver con lo que teníamos antes”, afirmó. “Ahora trabajamos con gente que busca pasar un día de campo en una estancia, o muchos días de vacaciones. Armamos paquetes personalizados, con transporte o no, hacemos visitas guiadas al casco histórico de Areco, con cabalgatas... Hacemos y organizamos todo a medida de lo que busca el cliente. Y así estaremos, siempre adaptándonos, hasta que podamos volver a recibir al turismo internacional”, finalizó.
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