María Magdalena, la mujer estigmatizada como prostituta que fue más valiente que los Apóstoles cuando crucificaron a Jesús

Nació en Magdala, una ciudad portuaria en la orilla del lago Genesaret, famosa por sus burdeles, y fue una de las más fieles seguidoras de Jesús. Por una homilía del Papa Gregorio I Magno en el año 591, para la Iglesia reunió en ella todos los pecados durante siglos. ¿Fue prostituta? ¿Era la esposa de Cristo? Las certezas sobre una mujer clave en la historia del cristianismo

"Noli me tangere" así se llama cuando María Magdalena encuentra a Jesús fuera del sepulcro. Alexander Ivanov 1835. Museo de San Petesburgo

Todos los acontecimientos que ocurrieron en torno a la Pasión de Jesús -su juicio, su condena, su muerte y el sepulcro vacío- sucedieron en Semana Santa. Y en esos días también se vió de qué manera se comportaron sus discípulos: la traición de Judas, la cobardía de Pedro, la huida de todos los apóstoles, la fortaleza de María su madre, el coraje de Juan junto a la cruz y la fidelidad de María de Magdalena.

Este último personaje, María Magdalena (o María de Magdala), tuvo un papel clave en la vida de Jesús y de la iglesia primitiva. Los datos que nos ofrecen los evangelios sobre su vida son escuetos. En Lucas 8:2 leemos ”y también algunas mujeres, a las que había curado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios”.

Magdala fue una ciudad judía situada en la orilla occidental del lago de Genesaret, que floreció sobre todo desde el S. II a.C. hasta el S. IV d.C. Tenía importantes construcciones portuarias que incluían una gran torre, tal vez la que dio origen al nombre de la ciudad: Magdala significa precisamente “la torre”. La localidad era conocida en el mundo grecolatino como Tariquea y como toda metrópoli portuaria poseía mucha tabernas y prostíbulos. Y es de allí es donde toma su nombre “María de Magdala”.

Algunos autores antiguos asociaron su nombre “Miriam” -traducido como María- y el vocablo “Megaddlela” que significa “cabello trenzado” y unieron ambos creando “María la que posee el cabello trenzado” o María Magdalena. Según el Talmud, ese nombre se les daba a las mujeres que constantemente se arreglaban, eufemismo para designar a las jóvenes que se dedicaban a la prostitución. Y la ciudad de Magdala era reconocida como un gran centro no solo de comercio portuario, sino de aquella actividad.

Restos de Magdala, la ciudad donde nació María Magdalena

En el año 591 el papa Gregorio I Magno, en su homilía numero 33 proclamo que “Aquella a quien el evangelista Lucas llama la mujer pecadora es María Magdalena de la cual son expulsados los siete demonios, y ¿qué significan esos siete demonios, si no todos los vicios?”. Esa versión fue difundida con gran fuerza durante los siglos subsiguientes. Así quedó señalada María Magdalena como una mujer que poseía no solo un vicio, sino la sumatoria de todos los vicios que son capaces los seres humanos. Y para dar más justificación, provenía de Magdala, ciudad con gran cantidad de lupanares.

A partir de allí el arte la dibujará, esculpirá y cantará su vida siempre como penitente, vestida con esterilla y de largos y desmechados cabellos, extremadamente flaca y sosteniendo una calavera o una cruz; viviendo en una caverna como símbolo del arrepentimiento perpetuo por su vida de pecado.

También su imagen se puede confundir con el de “santa María Egipcíaca”, santa del siglo V, que se había dedicado a la prostitución y se retiró al desierto a expiar sus culpas. Es común ver representaciones de María Egipcíaca, con los cabellos largos que cubren su cuerpo o envuelta con esterilla y como símbolos de su penitencia en el desierto son la calavera y la cruz los mismos atributos que acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas santas. El culto a María Egipcíaca es muy difundido en el sur de Italia. En Nápoles posee un templo dedicado a ella.

A menudo, se la confunde con la mujer adúltera que iba a ser apedreada, y ante la cual Jesús pronuncia una de las frases más celebres “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Y con aquella otra mujer que ungió los pies de Jesús con bálsamo. Pero son todas personas diferentes, aunque muy erróneamente el imaginario popular y las tradiciones equivocadas -originadas en la homilía del papa Gregorio Magno, que unificó todos los pecados en ella-, a todas estas mujeres las ha asimilado a una sola: María Magdalena.

La imagen de mujer pecadora, redimida y penitente caló hondo y la devoción a María Magdalena comenzó a expandirse. Algunos peregrinos medievales pasan por Magdala y dan testimonio de un culto a María Magdalena. San Burcardo en el S. VIII, dice que vio allí la casa de María Magdalena y entró en ella; en el S. IX Epifanio dice que a “tres kilómetros de Tabgha hay una iglesia que contiene la casa de la Magdalena”, la misma ya existía antes del S. IX, en el S. XIII la iglesia de la Magdalena seguía en pie, aunque había sido convertida en un establo. El lugar siguió habitado por los árabes durante los siglos sucesivos con el nombre de El-Mejdel, que preserva el antiguo nombre de Magdala. Es decir que no hay dudas que el lugar de donde provenía María Magdalena era conocido.

María de Magdala bajo la cruz. Para el Papa Juan Pablo II, en esa ocasión "las mujeres fueron más fuertes que los hombres".

Los evangelios la mencionan como la primera de un grupo de mujeres que estuvieron en la crucifixión de Jesús (Marcos 15:40-41) y que se quedaron sentadas frente al sepulcro (Mateo 27:61) y mientras sepultaban a Jesús (Marcos 15:47). También la ubican en la madrugada del día después del sábado, en el que ella y un grupo de mujeres volvieron al sepulcro a ungir el cuerpo con los aromas que habían comprado; entonces un ángel les comunica que Jesús ha resucitado y les encarga ir a comunicarlo a los discípulos (Marcos 16:1-7). El evangelio de Juan presenta los mismos datos con pequeñas variantes. María Magdalena está junto a la Virgen María al pie de la cruz, como leemos en Juan 19:25. Después del sábado, cuando todavía era de noche, se acerca al sepulcro ve la losa corrida y avisa a Pedro, pensando que alguien había robado el cuerpo de Jesús. Al regresar al lugar del sepulcro se queda llorando y se encuentra con Jesús resucitado, quien le encarga anunciar a los discípulos su vuelta al Padre. Como vemos, el rol de María de Magdalena no fue menor, es la encargada de proclamar el “Kerigma”, es decir, anunciar que Jesús muerto había resucitado, el punto focal de la fe cristiana. Por este anuncio a los discípulos de Jesús, se convertirá en apóstol.

La Iglesia de Oriente la denominó Isapóstolos, es decir, igual que los Apóstoles. La la tradición oriental establece que fue enterrada en Éfeso y que sus reliquias fueron llevadas a Constantinopla en el siglo IX.

Tomas de Aquino será el primero en mencionarla como: “Apóstol de los apóstoles”.

En Occidente, a partir del siglo X, nace la historia -que carece absolutamente de fundamento histórico- que María Magdalena, Lázaro -quien había sido vuelto a la vida por Jesús- y algunos más, cuando se inició la persecución contra los cristianos fueron de Jerusalén a Marsella y evangelizaron la Provenza. Y que María Magdalena murió en Aix-en-Provence o Saint Maximin y sus reliquias fueron llevadas a Vézelay.

Noli me tangere de Fa Angelico 1437-1446. María Magdalena descubre a Jesús fuera del Santo Sepulcro

Como leímos anteriormente, el papa Gregorio I Magno nos la presenta como pecadora redimida; pero el estigma de su vida pasada seguiría por los siglos de los siglos a la penitente María Magdalena. Notable si estudiamos las acciones de algunos de los que participaron en el drama de la crucifixión de Jesús. Por ejemplo, Pedro lo niega tres veces. Más adelante, en la construcción de la Iglesia primitiva, Pablo será un cruel perseguidor de los primeros cristianos. Pero ninguno de estos serán recordados constantemente por esos hechos. Pero el supuesto pasado de María Magdalena parecería que era imborrable y aún su penitencia “æternum”, no borraría de la memoria de las faltas de su pasado los cuales siempre irían unida a su nombre: “Magdalena, la pecadora arrepentida”

Pero las cosas en la Iglesia de Occidente comenzaron a cambiar para la imagen de María Magdalena. En 1969 el papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el apelativo de “penitente” el cual le era adjudicado tradicionalmente.

En 1988, el papa san Juan Pablo II, en la carta “Mulieris Dignitatem”, se refirió a María Magdalena como la “apóstol de los apóstoles” y señaló con mucha claridad que durante “la prueba más difícil de fe y fidelidad” que fue la crucifixión de Jesús “las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”. Y el 10 de junio de 2016, la congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos publicó un decreto por el cual se eleva la memoria de santa María Magdalena al grado de fiesta en el calendario romano, por expreso pedido del papa Francisco, equiparando el grado de su festividad a la de los Apóstoles.

No obstante a todo lo efectuado por la Iglesia y a ser reconocida como Apóstol, muchos la siguen considerando como la “pecadora arrepentida”.

En la actualidad han surgido diversas teorías sobre que María Magdalena era la “esposa de Jesús”. No existe ningún pasaje, ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos, que permita afirmar eso. Para los estudiosos del Jesús histórico es una posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio en absoluto.

Pero las teorías sobre Magdalena van más allá y muchos afirman que era la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista que habría sido cuidadosamente ocultada por la Iglesia. Estas conjeturas fueron desarrolladas en los libros “El enigma sagrado”, de Michael Baigent, Richard Leigh; y “La revelación de los templarios” de Lynn Picknett y Clive Princey. En estos se menciona, además, una dinastía fruto de la unión entre Jesús y María Magdalena. Luego, esas figuraciones fueron expuestas por Dan Brown en el “Código Da Vinci” y por Peter Berling en “los hijos del Grial” las cuales son solo novelas de ficción carentes en absoluto de asidero histórico y razonabilidad historicista.

El pie de Santa María Magdalena que se venera en Roma y el relicario con el Cráneo de Santa María Magdalena que se venera en Francia

También se menciona, con mucha asiduidad, el “Evangelio de María Magdalena” -un texto apócrifo gnóstico-, como si fuera indiscutible sobre la relación de Jesús y María Magdalena. Ninguno de los tres pequeños fragmentos -dos muy breves en griego y otro más extenso en copto- hace mención del autor de este evangelio. El nombre que tradicionalmente reciben estos fragmentos se debe a que se cita en el texto a una discípula de Jesús llamada María, que la mayoría de los especialistas identifican con la María Magdalena que aparece en los evangelios canónicos. Pero nada más.

En su libro “101 preguntas y respuestas sobre la Biblia” el sacerdote Raymond Edward Brown -académico experto en exégesis bíblica y uno de los primeros académicos en aplicar el método histórico-crítico a las Sagradas Escrituras, presidente de la asociación bíblica católica, de la sociedad de estudios del nuevo testamento, miembro de la comisión «Fe y Constitución» del consejo ecuménico de las Iglesias y miembro de la pontificia comisión bíblica- nos dice:

“A veces los biblistas que se dedican a buscar cualquiera de las obras que hasta el momento se dan por perdidas, o a publicarlas, no se ven libres del efectismo. Y por supuesto, aunque no colaboren con ella, la prensa disfruta con el sensacionalismo. Si se me permite generalizar con una cierta dosis de cinismo, los lectores que no tienen interés en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de Jesús, parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que Jesús bajara de la cruz, se casara con María Magdalena y se fuera a la India a vivir tranquilamente”

Quedémonos, pues, con la declaración del papa Juan Pablo II y de Tomas de Aquino. quienes se refieren a María Magdalena como mujer de coraje y “apóstol de los apóstoles”. Esa es su mayor gloria y su corona, lo que no es poca cosa.

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