El video dura casi tres minutos y el final es emocionante. Fue filmado durante la tarde del miércoles en las playas de San Clemente del Tuyú. Lo que se ve, un grupo de doce pingüinos magallánicos que regresan al mar, es fruto de un trabajo en grupo llevado adelante por distintas entidades que aunaron fuerzas para salvar a las aves marinas, que rescataron entre noviembre de 2020 y marzo de 2021 con cuadros de desnutrición, deshidratación, anemia, alta carga parasitaria e hipotermia.
Según indicaron, los pingüinos hallados en Villa Gesell fueron inicialmente asistidos por la Asociación de Naturalistas Geselinos, mientras que los encontrados en Pinamar y Valeria del Mar, recibieron los primeros auxilios de parte de la Fundación Ecológica Pinamar. Ambas instituciones trabajan de manera cooperativa junto con la Fundación Mundo Marino. El resto de las aves fueron asistidas por la Institución San Clementina, luego del llamado de turistas que se encontraron con los animales en playa.
“Este rescate es un símbolo del trabajo y el compromiso de un conjunto de personas, porque los que trabajamos en conservación de la biodiversidad lo hacemos en red. Esta reinserción no hubiese sido posible sin el compromiso de la Fundación Ecológica Pinamar, la Asociación de Naturalistas Geselinos, la Fundación Verdemar de Villa Gesell, guardaparques del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible y otras tantas instituciones con quienes compartimos conocimientos y experiencias”, apunta Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate y Rehabilitación de la Fundación Mundo Marino.
De acuerdo con Rodríguez Heredia, estos animales pasan gran parte de su vida en el agua buscando alimento, por lo que no es un buen síntoma que aparezcan solos en las playas de Costa Atlántica.
“Lo que vemos es que año tras año aparecen desnutridos, anémicos y con cuadros de hipotermia. Nuestros colegas brasileños lo denominan ‘síndrome del pingüino varado’. Por algún motivo, en su periplo migratorio no están encontrando suficiente alimento y salen famélicos a nuestras costas. Sin asistencia, difícilmente sobrevivan”, explica el biólogo.
Los especialistas coinciden: los pingüinos no se hidratan a través del agua de manera directa, sino a través del alimento sólido que ingieren. Por lo que, ante la falta de alimento, comienza un proceso de deshidratación. “Por eso, el tratamiento consistió en primera instancia en hidratarlos con agua y un complejo vitamínico. Luego, progresivamente se les ofrece una fórmula líquida con pescado, hasta que finalmente toleran de buena manera pescado cortado o entero”, explica Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino.
Una vez que recibieron el alta veterinaria, los pingüinos fueron devueltos al mar, de donde nunca deberían haber salido. Como tienen un comportamiento gregario estas aves marinas no pueden reinsertarse de manera individual, de ahí que fuera necesario aguardar a que se conformara un grupo con una cantidad mínima de individuos, en este caso, doce.
Esta especie, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra en estado de “preocupación menor”, se distribuye a lo largo de todo el litoral Sudamericano, tanto en nuestra Patagonia argentina, como en el sur de Chile. En nuestro país van desde Península Valdés (Chubut) hasta la Isla Martillo, Isla de los Estados e Islas Malvinas (Tierra del Fuego).
Su ciclo de reproducción se lleva a cabo entre septiembre y marzo. Luego de esa etapa mudan su plumaje e inician su viaje migratorio entre fines de marzo y principios de abril, el cual puede llegar hasta la latitud de Río de Janeiro.
Durante ese viaje anual, de alrededor de 6 meses, pueden recorrer un total de 5000 kilómetros. En cuanto a su alimentación su dieta se compone de peces como anchoitas, sardinas y merluzas; moluscos, como calamares, y crustáceos, como el langostino. El viaje migratorio se relaciona con el movimiento estacional que realiza la anchoita, una de sus principales presas, que durante nuestro invierno, luego de haber migrado desde nuestra Patagonia, desovan en las costas de Brasil.
“Esta imagen quedará perpetuada en mi memoria. Al ver esos animales volviendo a su hábitat no pude evitar relacionarlo con nuestra actividad diaria. Porque cada vez tomamos más conciencia del mal que podemos generar en el ambiente si no le damos un tratamiento adecuado a los residuos que generamos. Todos tenemos que ser conscientes de que hacemos mucho daño al arrojar basura y que tenemos que reducir lo máximo posible el material descartable que utilicemos”, sostiene Mariano Boccazzi, presidente de la cooperativa Reciclando Vidas, con la emoción aun a flor de piel.
Fotos: Gentileza Fundación Mundo Marino
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