Entre la necesidad y el miedo al contagio: cómo es viajar en el tren Roca en tiempos de segunda ola de coronavirus

Las experiencias de los pasajeros que se trasladan en la línea Roca que parte desde Constitución. Vagones llenos, usuarios hartos y poca vigilancia a la circulación. Desde el viernes 9 de abril, habrá refuerzos en los controles a partir de las nuevas medidas de restricción

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Así se viaja en los trenes durante la segunda ola - #Informe

En el día en el que el gobierno anunció el relanzamiento de los controles en el transporte público para evitar aglomeraciones nada cambió en Constitución. Tampoco en el resto de las estaciones del Ferrocarril Roca. En ninguno de los ramales solicitaban el Permiso de Circulación ni la Reserva de Viaje. Es más, dos personas podían pasar los molinetes con la misma SUBE y nadie llegaba a advertirlo. Otros, como es habitual, los saltaban para no pagar.

Por la tarde, en plena hora pico no se advertían policías de la Federal en el ingreso de la avenida Brasil ni en el de la calle Lima, donde el invierno pasado se controlaba uno por uno los pasajeros que entraban. El resultado: trenes abarrotados. Y esta vez no existía la excusa de las demoras y cancelaciones por el corte de vías, paro sorpresivo o personal con covid-19. Infobae viajó en varias formaciones del Roca y en ninguna estación había controles. Yrigoyen, Lanús, Mármol, Florencio Varela, todas con el mismo panorama, ni policías ni gendarmes.

En Constitución había uniformados por la mañana, cuando estaban las cámaras de televisión. Por la tarde, ya sin las cámaras, no había quedado ninguno. Ya ni siquiera se escuchaba el mensaje propalado temprano por los altoparlantes que advertía que se volvían a pedir los permisos para trabajadores esenciales. “Todos los días en la hora pico es así, ida y vuelta”, se lamenta Dante, empleado de una fábrica de insumos plásticos de Lanús. “Yo saco permiso para subir y viajo parado igual”, agrega mientras hace equilibrio hacinado en el vagón de las bicicletas rumbo a su casa en Florencio Varela. “En la estación no te piden nada, ni el Cuidar. El cuidado viene por nosotros mismos. Estamos en Argentina y uno se tiene que acostumbrar”, opina resignado.

Una de las nuevas medidas que dictó el gobierno nacional para contener los embates de la segunda ola es aplicar mayor control en el transporte público en el AMBA. Podrán viajar, desde el primer minuto del viernes 9 de abril y hasta fin de mes, solo docentes, alumnos y las personas que forman parte de la lista de trabajadores esenciales. El último listado de esenciales fue actualizado el 11 de marzo e incluye a personas que se desempeñan en 78 actividades diferentes. Los usuarios deberán gestionar un nuevo permiso de circulación a través de la aplicación dispuesta por el Gobierno. En principio será la aplicación CUIDAR. Se presupone que a partir de mañana viernes, los controles serán estrictos y la presencia policial, mucho más notoria.

El presidente Alberto Fernández anunció nuevas restricciones a partir del viernes 9 de abril: el transporte público estará prohibido para trabajadores no esenciales
El presidente Alberto Fernández anunció nuevas restricciones a partir del viernes 9 de abril: el transporte público estará prohibido para trabajadores no esenciales

“Controlan solo en Capital Federal y, en el AMBA, que se mueran todos. Al tren nunca suben para ver cómo uno viaja, el protocolo no existe”, agrega indignado Leonardo, enfermero de una clínica privada de Lanús. “A los piqueteros les liberan los molinetes, no sacan turno, no sacan permiso, nada, no tienen ningún problema”, agrega.

La mayoría de la gente va con el barbijo debajo de la nariz, el vagón es un horno y pese a que las ventanillas del diésel están semiabiertas, no corre una gota de aire. Los vendedores ambulantes, a la orden del día. Un hombre corpulento con la canasta de mimbre en la cabeza vende chipá, otro trata pasar con una caja que lleva alfajores a 30 pesos, un niño con estampitas le entrega a cada pasajero una cartita que pasa de mano en mano, una adolescente con un parlante que rapea. En otro sector del tren, Alexis, “el formoseño”, canta acompañado con su guitarra una chacarera que despierta los aplausos de todos los pasajeros. Ninguno es esencial, pero para ellos es esencial subir al tren. Es el único lugar donde juntan unos pesos para vivir.

De acuerdo a las estimaciones de la empresa Trenes Argentinos, entre diciembre y marzo aumentaron un 17% los pasajeros de la línea Roca, con 42.000 personas más que a fines del año pasado. Y esa suba estuvo sin duda relacionada al relajamiento de los controles. “Todos los días es lo mismo, para ir, para volver”, rezonga Oscar, empleado de mantenimiento que trabaja en la zona norte. “Donde hay cámaras de televisión hay control, si no, no hay, es todo libre”. “Esto es un descontrol total, pero es lo que votamos”, se lamenta Dante, mientras no oculta el cansancio y las ganas de llegar a su casa. “Esto en cualquier momento explota”, dice Gabriel, quien trabaja como ayudante de encargado de edificio en La Recoleta. “Acá lo que tienen que arreglar es la economía. Hay gente que no son trabajadores esenciales pero tienen que salir a trabajar para darle de comer a sus hijos”, reflexiona el hombre al enterarse de que el transporte público volverá a ser solo para trabajadores habilitados.

"No soy esencial pero voy a seguir viajando", aseguró un usuario del tren Roca
"No soy esencial pero voy a seguir viajando", aseguró un usuario del tren Roca

“Hay que resolver el tema de la economía, porque si no te entra un peso en el bolsillo, ¿qué vas a hacer? Hoy en día no alcanza. Hay que pensar en el que tiene una changa también. Hay que pensar en las criaturas, en los que realmente necesitan. Un pintor, un electricista, que está acostumbrado a llevarle la comida a sus hijos, ¿qué hace? Reconozco que hay muchos contagiados, pero ¿por qué no controlaron a los que venían de afuera del país?”, agregó con bronca. “Yo soy albañil”, dice Jorge González, a minutos de bajar en Garrigós: “No soy esencial pero voy a seguir viajando”. El mismo comentario hace el chaqueño Cristian Martínez, empleado de una marmolería en Lanús. “No tengo permiso de circulación pero voy a laburar igual, tenemos una obra ahora en Capital”, agrega mientras se baja para tomar el colectivo que lo lleve a su casa en el popular barrio Pico de Oro en Varela.

En la Estación de Lanús, Natalia Flores espera el tren para volver a su casa a Berazategui. Al igual que los pasajeros de los otros ramales, la mujer criticaba. “Acá no te controlan nada, ni la fiebre, ni te piden el Cuidar, nada. Y los colectivos son peores, nadie controla nada”. En Florencio Varela, Alejandra Maita, empleada de un domicilio particular del Barrio de San Cristóbal, se queja: “Los trenes vienen muy llenos, no controlan ya”. “Lo peor es a la hora pico -agrega su amiga Soledad- cuando se cancela un tren se junta mucha gente: es un desastre. Además la gente va colgada y todos se agarran del mismo manubrio”, comenta con pánico.

Si bien el gobierno anunció que relanzaba los controles, fuentes del propio Ministerio de Seguridad le dijeron a Infobae que no hay la cantidad de efectivos necesarios para cubrir todas las líneas. Y qué pasará con quienes se movilizan en manifestaciones sociales -preguntó esta cronista- teniendo en cuenta que siempre llegan en grandes grupos a Capital en tren. “Los dejaremos seguir viajando”, respondió un gerente de la empresa, que pidió no revelar su nombre. “Si no se suben al tren, te cortan las vías, y hay que evitar el mal mayor”, concluyó con una gran cuota de sinceridad.

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