El guardiacárcel retirado Jorge Kröhling se agarra la cabeza. “Pudo ser una masacre mucho más grande”, dice desde su casa de Olavarría quien en ese episodio fue tomado como rehén. Se refiere al sangriento motín de Sierra Chica, que comenzó el 30 de marzo y culminó el 7 de de abril de 1996. Hubo ocho presos asesinados. ¿A 25 años del hecho, cuánto hay de mito y de verdad en lo que se dijo y publicó de la revuelta más tenebrosa de la historia criminal argentina?
Estas son las 10 oscuras historias que durante 25 años marcaron el relato del sangriento motín. Veamos.
1. La rendición. Las autoridades están convencidas que los Doce Apóstoles, líderes de la revuelta, se rindieron porque estaban agotados. “Sin drogas, sin dormir y con el riesgo de que la cárcel se les volviera en contra, decidieron plantar bandera”, dice una fuente penitenciaria. Muchos de ellos habían consumido pajarito, cocaína y pastillas. “Si la cosa seguía, iba a terminar mucho peor”, admite Ariel “Gitano” Acuña, uno de los “apóstoles”.
2. La jueza. María de las Mercedes Malere nunca habló de esos días tenebrosos. Declaró ante la Justicia, pero no dio entrevistas. Se dijeron muchas cosas en relación al trato que recibió en la toma de rehenes. Tanto el ex delincuente Ariel Acuña como el guardia Kröhling coinciden en que nadie abusó de ella. “Es verdad que uno la golpeó, pero se le paró el carro”, asegura Acuña, uno de los encargados de cuidarla. Kröhling dice que esa versión no falta a la verdad y que no hubo violaciones en esos días. “Sabían que si maltrataban a una jueza, les iban a dar por la cabeza”, dice el guardia.
3. La pistola. Uno de los mayores enigmas es quién logró entrar la pistola Ballester Molina 11.25 que fue clave para que los Apóstoles pudieron dominar al penal. “Vamos a romper mitos. La entró una abogada que tuvo visita íntima con un preso pesado”, reveló Acuña. Ese preso fue lugarteniente de Luis El Gordo Valor en la superbanda y fue trasladado una semana antes del motín a otro penal hacia la cárcel de Batán.
4. ¿Fuga fallida? La revuelta comenzó después de una fuga fallida. Lo que iba a ser un escape derivó en una cacería feroz. Los que se iban a fugar usaron un arma de fuego y las facas para tomar el penal y también ir contra los presos que, según ellos, habían “botoneado” la fuga.
5. “Los arruinaguachos”. A esos presos se los llamó así porque “verdugueaban” a los más jóvenes o vulnerables. Según los apóstoles, Agapito Lencina, el líder que solía andar con sus soldados, era informante de las autoridades penitenciarias. Incluso le habían encomendado que encontrara el arma o que informara sobre quién podía tenerla. Había llegado a Sierra un mes antes del motín.
6. ¿Quién fue el líder apóstol? “No fuimos doce, fuimos más”, dice Acuña. Para él, el líder de los Doce Apóstoles fue Jorge Pedraza, y no Marcelo Brandán Juárez, alias Popó. Más allá de eso, el encargado de sentenciar a muerte a Agapito Lencina, el cabecilla de la facción enemiga, fue Brandán, pero primero falló porque no montó bien el arma.
7. Agapito Lencina. Correntino, 40 años, con un pasado que incluye haber matado a un policía, se lo señaló como el villano del motín. Sus compañeros lo acusaron de violar a compañeros a cambio de protección y hasta de pedir que entreguen a sus madres, a sus mujeres o a sus hermanas para no terminar violados o muertos. Con él se ensañaron aun después de muerto. Lo mataron de dos balazos y de varios facazos. Le cortaron la lengua y los ojos y los pincharon. Su cuerpo, antes de ser descuartizado e incinerado, recibió facazos y escupitajos de sus enemigos.
8. La leyenda de las empanadas. La versión oficial indica que con las nalgas de algunos presos decapitados rellenaron empanadas y las dieron a probar a los guardias. “Eso es cierto. Habremos hecho unas diez empanadas. Las dimos a probar y cuando las iban comiendo dijimos: ‘Te acabas de comer a un chorro’”, cuenta Ariel Acuña.
9. Guiso y pastel de papa. La versión de Kröhling difiere con la de Acuña. Asegura que con la carne de los mutilados cocinaron pastel de papa y guiso. Y que se lo dieron a la visita. “Yo nunca probé empanada. Además soy católico y esos días de Semana Santa no se comía carne”, dice.
10. Fútbol con una cabeza. Al menos cuatro testigos afirmaron que con la cabeza de Agapito Lencina jugaron al fútbol. De hecho, uno de ellos intentó hacer jueguito y luego fue apodado “Maradona”. “Es más, también jugaron al golf. Hicieron un pocito para hacer hoyo en uno. “Se dijo que habían jugado a la bolita con los ojos, pero eso es falso”, dice Kröhling . Sin embargo, Ariel Acuña dice que es mentira que jugaron a la pelota con la cabeza. “Es imposible por lo que pesa patearla, eso es un verso”.
11. El pabellón diez. El llamado “rancho rosa” por los propios internos se refugió en la parroquia del penal. Un mito era que habían sido abusados durante la revuelta. Pero hasta Carlos Eduardo Robledo Puch, asesino de once personas y preso desde 1972, lo desmintió. “Nos fuimos porque en los pabellones se estaba poniendo fulero”, dijo. El “Loco del Martillo”, otro preso antiguo, coincidió con su versión. “No vimos casi nada, estuvimos una semana escondidos rezando o pidiendo algo de comida”, dijo el hombre que mató a martillazos a tres mujeres en 1964.
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