Las ciudades de Concordia, en la Argentina, y de Salto, en Uruguay, están separadas por apenas 30 kilómetros. Muchas personas viven, trabajan, estudian, reciben atención médica y, por supuesto, también tienen familia, parejas y amigos del otro lado del río Uruguay. Por ello, sus ciudadanos piden la flexibilización de la restricción impuesta por el Gobierno para quienes puedan demostrar la necesidad de ingresar a la Argentina.
A través de la disposición 763/2021 publicada en el Boletín Oficial, el Gobierno suspendió de forma transitoria el ingreso terrestre a la Argentina sin ningún tipo de excepción. Hasta ahora, solo estaban habilitados para regresar los residentes que hubieran viajado a países limítrofes antes del 25 de diciembre. Los 237 pasos fronterizos se encuentran cerrados desde fines de 2020, una medida que afecta especialmente a los residentes de Concordia y Salto, ya que el impedimento de circular por el Puente de Salto Grande los obliga a viajar exclusivamente en ferry o avión, lo que hace que un breve trayecto de 30 kilómetros se convierta en una odisea de más de 1100. Además, sus ciudadanos aseguran que de ese modo la exposición al virus es mayor, ya que por el puente podrían circular en sus vehículos particulares.
Concordia y Salto están unidas por el paso fronterizo que se ubica sobre la represa de Salto Grande. Trasladarse de una ciudad a otra no llevaba más de una hora hasta que se dispuso su cierre. El reclamo no es nuevo y data desde el inicio de las restricciones impuestas por la pandemia en 2020. Por eso, los residentes de ambas ciudades presentaron la petición ante los Gobiernos de Argentina y Uruguay, sin haber obtenido ninguna respuesta hasta la fecha.
En una entrevista con Infobae, Florencia Rodríguez -integrante del Grupo Puente, que agrupa a unas 200 personas- contó que la entidad se formó espontáneamente con el objetivo de lograr la flexibilización del paso terrestre del Puente Salto Grande, respetando todos los protocolos vigentes y utilizando sus vehículos particulares.
“No estamos pidiendo que se abra el paso fronterizo, sino que comprendan que somos ciudadanos binacionales, que desarrollamos toda nuestra vida en ambas ciudades, porque trabajamos de un lado y vivimos del otro. Tenemos amigos, parientes y nos atendemos con médicos de un lado y del otro. Hace un año, se nos cortó la posibilidad de continuar normalmente con nuestra vida. Desde mediados de 2020, presentamos los protocolos pero ninguna de las autoridades de ambos países nos escucharon”, explicó Florencia Rodríguez.
“Hasta el 25 de diciembre, el único paso terrestre que estaba habilitado era el Puente de Gualeguaychú, a 490 kilómetros. A partir de esa fecha, cambiaron la restricción y cerraron ese paso de frontera. Es decir, en principio estaban cerrados todos los pasos de frontera a excepción de Gualeguaychú, por el que se permitía el ingreso de las personas con nacionalidad argentina. Pero el 25 de diciembre un decreto dispuso que, quienes salían de la Argentina, no podían volver a ingresar por pasos terrestres, así que sólo quedaba como opción tomar el Buquebús o una línea aérea. Ahora, esa medida rige para uruguayos y argentinos”, detalló Rodríguez.
“Con toda esa vuelta de más de 1100 kilómetros que nos hacen dar, nos hacen pagar un costo económico altísimo y, además, en vez de protegernos nos exponen al contagio. Por eso, exigimos que se habilite un protocolo de flexibilización para que los ciudadanos podamos circular por el Puente de Salto Grande”, agregó.
El 21 de marzo, cuando se cumplió un año del cierre de fronteras, se llevó a cabo una movilización muy grande en las cabeceras del Puente Salto Grande para visibilizar el reclamo. A raíz de eso, un diputado de Tierra del Fuego, Héctor Antonio Stefani, presentó un proyecto pidiendo que se flexibilice el paso para las personas con doble nacionalidad.
Así, se solicita que se habilite “el paso fronterizo del puente Salto Grande para el tránsito vecinal de los residentes de las ciudades de Concordia (Argentina) y Salto (República Oriental del Uruguay), que puedan acreditar residencia legal o trabajos, estudien, necesiten tratamientos o consulta médica, cobren haberes o jubilación o tengan familiares en ambas ciudades”.
En su proyecto, Stefani explica que Uruguay permite el ingreso por cualquier puente si se cuenta con un PCR negativo con 72 horas previas y una declaración jurada. “En cambio, con la gestión de la pandemia, deben recorrer 1100 kilómetros para poder volver. El Estado de la República Argentina es el que no permite el reingreso por esta vía, por el puente de Salto Grande. Si un residente de la ciudad de Concordia desea ir a Salto puede hacerlo, pero para volver debe viajar a Montevideo, es decir, debe viajar 600 kilómetros, tomar el Buquebús -el cual cuesta alrededor de 20 mil pesos argentinos- más 25 mil pesos para la bodega del auto, debe hacerse el hisopado para ingresar al país y luego viajar otros 500 kilómetros hasta Concordia. Resumiendo, de 30 kilómetros, los obligamos a recorrer 1100 para volver a su tierra, su hogar y les hacemos pagar 45 mil pesos en pasaje más el combustible/colectivo de larga distancia e hisopados para entrar y salir”.
Florencia cuenta que acompañó a un argentino cuya madre falleció en Salto y no le permitieron ingresar para despedirla. “Si cumplía la cuarentena para ingresar y, luego, para salir, perdía el trabajo. Así que no pudo despedirse. Ese mismo señor tiene un nieto de 8 meses, al que todavía no pudo conocer. Hay padres separados que viven de un lado y del otro, que no pueden ver a sus hijos; hay ancianos solos, pérdidas laborales, familias completas separadas, adultos mayores que no pueden cobrar sus jubilaciones y tratamientos médicos que no se pueden continuar por tener mutual solo de un lado”.
En ese sentido, el diputado Stefani sostiene que la reactivación del cruce es fundamental porque el puente que los une es el alma de Concordia y Salto. “Como decisores políticos, debemos tener en cuenta las subjetividades y tener empatía. Para ellos no estamos controlando la curva de contagio, estamos dañando su economía, los estamos separando de sus seres queridos, les estamos haciendo un daño”, expresa en su proyecto.
Finalmente, Florencia Rodríguez brinda un ejemplo que sintetiza el sentimiento entre los habitantes de ambas ciudades. “La anchura del río Uruguay es muy angosta y, desde la orilla, podés ver a tus amigos y familiares. Eso explica el vínculo que tenemos porque sentimos que vivimos en una sola ciudad, no en dos. Somos seres humanos: la salud mental también es parte de nuestra salud. Hay muchas excepciones y contemplaciones que se hacen, pero sin embargo, nosotros somos vecinos, estamos presentando protocolos, pedimos que nos autoricen a cumplirlos para poder cuidarnos y no nos escuchan. Es una angustia muy grande que padecemos hace más de un año”.
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