“Cuando yo era chico, veía a mi viejo regalarle útiles a los nenes que entraban preguntado si podía darles un lápiz y él les regalaba cuadernos, lapiceras y muchos otros útiles. Yo no lo entendía. ‘¿Por qué siempre regala las cosas?’, pensaba... Y de grande lo entendí”. Con esas palabras, Mauricio Casado (48) recuerda con emoción las veces que vio a Dino, su padre, ayudando a los niños que entraban a su librería, fundada hace 40 años en el centro de San Rafael, Mendoza. “Ellos no pedían plata sino útiles para poder ir a la escuela y estudiar”, le cuenta a Infobae sobre aquellos niños que hoy deben tener su edad. Ahora es él quien está detrás del mostrador y sin dudarlo obra de la misma manera que su padre cada vez que un pequeño lo solicita, demostrando que la bondad es un bien que se hereda.
Lo que se ve en el video de la cámara de seguridad que Mauricio compartió con Infobae no pasó solamente esa vez, pero sí fue la primera en la que hubo testigos ajenos al comercio. Fue un cliente quien, quizás por no ser habitué del lugar, se vio sorprendido ante el gesto que había presenciado y luego de felicitar al hombre decidió publicar su emoción en su perfil de Facebook: recibió 11.000 reacciones, 1.600 comentarios y fue compartido por 55 mil personas.
“Hechos que trascienden. Por casualidad del tiempo presencié está mañana un hecho que alienta a seguir empujando para el lado correcto”, inició la publicación Pablo Peñaloza sobre lo que vio en la mañana jueves 25 de marzo. “El dueño de librería Dino (tercera cuadra de Libertador) dejó entrar en su local un niño que pedía no plata, no comida... entró a pedir útiles para poder ir a la escuela (literales palabras del niño de no más de 8 años) a lo que el señor dueño de local salió proyectado camino a las estanterías y llenó una bolsa al son de la pregunta ‘¿qué más necesitás’? Tuve que expresarle mi admiración y recomiendo el lugar donde seguro habrán pasado más hechos como este, solo que esta vez yo lo presencié”.
Las felicitaciones no demoraron en llegar, pero además creó una ola solidaria entre los vecinos y amigos de Mauricio, y entre quienes se hicieron eco de la noticia. En San Rafael, Casado y los vecinos buscan al niño y su familia para saber si necesitan más ayuda. En diálogo con Infobae, el librero revivió el encuentro con el niño y abrió su corazón.
Una acción solidaria y viral
En 1981, Dino Casado abrió un pequeño kiosco en el centro de la bellísima San Rafael, en Mendoza, donde vendía una importante variedad de mercadería. Poco después el rubro fue mutando a librería, por la comenzaban a desfilar todas las familias del barrio.
El hombre, que pronto se hizo muy querido y respetado entre los vecinos, fue recordado por estos días, luego de que el gesto de su hijo con el niño que ingresó a la librería se viralizara en la provincia y cobrara relevancia nacional. ¿Quiénes se acordaron de Don Dino? Aquellos niños de las décadas del 80 y 90 que pasaron por su mostrador y que se vieron reflejados en ese niño de buzo y capucha que ingresó al mismo lugar donde ellos también recibieron ayuda.
“Desde que se conoció esto que pasó, mucha gente nos escribió y agradeció el gesto, pero incluso en los comentarios de las notas que publicaron los medios de Mendoza hubo quienes contaron que gracias a que mi papá en su momento les regaló los útiles ellos pudieron estudiar o ir la escuela. Incluso una señora, en respuesta a un comentario que decía que esto lo hacemos por marketing, contó que cuando ella se quedó sin trabajo mi papá le regaló por años los útiles para su hija... ¿Sabés qué emoción fue leer eso? Le hice una captura y se lo mostré a mi papá, que lloraba por esas palabras”, dice casi con voz quebrada Mauricio y relata cómo fue su experiencia con el niño de entre 8 y 11 años que ingresó a la librería.
“El nene entró y preguntó muy respetuoso si teníamos algunos útiles porque no tenía plata para comprarlos para usar en la escuela; le pregunté qué le hacía falta y lo único que pidió fueron cuadernos y colores. Y le agregamos un lápiz, una lapicera, una goma, un sacapuntas, una regla, una cartuchera, y unas cosas más. Puse todo en una bolsita y se la di. Se fue muy contento, agradeció antes de salir y se fue”, recuerda y reconoce que “por acá, todos los días pasan chicos pidiendo algo o vendiendo cosas, y solemos colaborar con uno u otro, pero cuando piden útiles, no piden plata u otra cosa, no nos podemos negar. Con esto al nene no lo solucionamos la vida ni nada, pero bueno fue algo”.
“Apenas le di la bolsa con los útiles, el nene me dijo ‘¡Gracias, señor!’ y se fue!
Mauricio, heredero del comercio familiar, tiene tres hijos y no duda en poner el énfasis en aquello que veía cuando él tenía la edad del niño tímido. “Mi papá, con 74 años, sigue viniendo a la librería. Antes de la pandemia lo hacía todos los días y era uno más; ahora aparece día por medio por unas horas o cuando necesita hacerlo. Y yo crecí viéndolo hacer lo que antes te contaba y aún veo cómo lo saludan con mucho afecto; todo el mundo lo conoce en la calle y a mí eso me pone muy feliz y me genera mucho orgullo... Y no dejan de agradecerle por aquella ayuda que para ellos fue tan importante cuando él, simplemente, les regalaba cuadernos, lápices o mochilas”.
Pensando en ese niño, Mauricio lamenta no haberlo vuelto a ver, no conocer a su familia y no saber nada de él. “No sé cómo se llama ni dónde vive, y lo siento mucho porque cuando esto se dio a conocer recibí mensajes de muchas personas que se ofrecieron a ayudarlo y siguen preguntando por las necesidades de su familia”, dice acongojado por su propia incertidumbre.
Emocionado al repasar el encuentro, cuenta que “el chico en todo momento fue muy respetuoso y muy educado. Apenas le di la bolsa con los útiles, el nene me dijo ‘¡Gracias, señor!’ y se fue. Poder haberlo ayudado para sus estudios, la verdad, me llenó el corazón y anhelo que regrese”, confía.
Sorprendido porque su gesto llegara a todo el país, Mauricio le cuenta a Infobae que recibió un llamado desde Buenos Aires que lo sorprendió para bien. “Un señor dueño de un corralón me dijo que se ponía a disposición para ayudar en lo que fuera necesario a la familia del nene”.
El acto solidario no sorprendió a sus amigos y conocidos, pero sí les recordó que ellos también pueden ayudar. “Tengo un grupo de ciclismo con el que salimos desde hace años a andar en bicicleta y uno de los chicos me contó que empezó a buscar toda la ropa que tenía en la casa y otras cosas para donar. También recibimos mensajes de mucha gente que nos escribió al WhatsApp de Dino (que encontró nuestros teléfonos en las redes) para agradecer y decirnos que a partir de esta acción se dieron cuenta que ellos también pueden hacer algo”.
Pensando en el resultado de su acción, Mauricio finaliza con un deseo: “Ojalá esto genera un efecto multiplicado y que haga pensar a mucha gente sobre la importancia de ayudar a los demás. No hace falta colaborar con plata, todos tenemos en casa ropa que no usamos y en buen estado que pueden donar a quienes necesitan, hay muchas personas que necesitan ayuda”, finaliza.
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