El Museo del Holocausto de Buenos Aires y el Congreso Judío Latinoamericano realizaron una conmemoración simbólica en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, en torno a una Hagadá de Pesaj, un libro que narra la salida de Egipto y se lee en la cena de la pascua judía o Pesaj, que sobrevivió el Holocausto y que está en un mural que también rinde homenaje a las víctimas de los dos atentados terroristas perpetrados en Buenos Aires, el de la AMIA y la Embajada de Israel.
El rector de la Catedral, el sacerdote Alejandro Russo, compartió con jóvenes judíos reflexiones en torno a las Pascuas y Pesaj, durante un encuentro que se realizó en torno al emplazado en la capilla de la Virgen de Luján donde está exhibida una Hagadá que llegó al país de la mano de la sobreviviente Myriam Kesler Z’L, miembro del Comité de Honor de Sobrevivientes del Museo del Holocausto, que falleció hace un poco más de dos meses. En 1941, el libro fue entregado a Szlama, el padre de Myriam, por medio del rabino Moisés Kalhenberg en el campo de trabajo forzado Les Espigots, en Francia.
Durante el encuentro interreligioso, el cura y los jóvenes conversaron sobre el rol que tuvo el Cardenal Antonio Quarracino para emplazar el mural donde está el libro y se les contó que el Papa Francisco, entonces Vicario General de la Arquidiócesis de Buenos Aires, también hizo mucho para conservar ese espacio único en el mundo.
“Esta Hagadá de Pesaj que sobrevivió al Holocausto y que está exhibida en la Catedral de Buenos Aires nos demuestra la importancia de construir diálogo luego del horror. Allí se narra una historia de libertad, que probablemente le dio fuerzas a muchos prisioneros torturados por el nazismo”, dijo ante los jóvenes el presidente del Museo del Holocausto, Marcelo Mindlin y agregó: “Los judíos y los cristianos podemos celebrar hoy, en Pesaj y Pascuas, la vida y la convivencia fraterna”.
Por su parte, Claudio Epelman, director ejecutivo del Congreso Judío Latinoamericano, destacó que “un objeto de tanto simbolismo como este, resguardado y exhibido por la Iglesia Católica, es un hecho único que ocurre en la Catedral de Buenos Aires y es una prueba de la estrecha relación que existe entre judíos y católicos en Argentina”.
A ello, Russo señaló sobre el mural: “Se emplazó para mostrar que la relación del hombre con Dios, aunque tenga modos distintos, en formalidades y situaciones, siempre es la relación con Dios. (El mural es) una unidad que no pretende ser unificativa en el sentido jurídico, sino que pretende ser unificativa en alabanza al Creador”.
La Catedral Metropolitana es el principal templo católico de Argentina y la única iglesia Católica Apostólica Romana en el mundo que tiene un mural emplazado de estas características, con una Hagadá. El mural fue inaugurado el 19 de abril de 1997 en el aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia y fue una iniciativa conjunta con la Fundación Raoul Wallenberg.
Originalmente, fue instalado en la Capilla de Santa Teresa y posteriormente trasladado a la Capilla de la Virgen de Luján, donde se encuentra actualmente. Desde su inauguración, el mural fue visitado por miles de personas, incluyendo líderes mundiales, como el expresidente de los Estados Unidos Barack Obama.
La historia de la Hagadá
Myriam Kesler Z’L era hija de padres polacos que se instalaron en Bélgica. Con la invasión al país, en 1940, Myriam y su familia viajaron a París, en donde su padre Szlama se presentó como voluntario para el ejército polaco reconstituido en Francia.
Poco tiempo después, gendarmes franceses le dieron la orden para “incorporarse inmediatamente al grupo 863 de trabajadores extranjeros”, en el campo militar de Les Espagots, cerca de la ciudad de Caylus. Debido a que Francia se había rendido, los voluntarios ya no eran hombres libres que habían elegido combatir sino trabajadores casi esclavos del régimen nazi. Este fue el caso de Szlama.
En este contexto de sufrimiento, el rabino de Toulouse Moisés Kalhenberg Z’L tuvo un gesto humano durante Pesaj de 1941: le regaló una Hagadá para que pudieran cumplir con la celebración tradicional junto a los judíos polacos confinados. Es la misma que hoy está exhibida en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, por donación de su hija Myriam con una emotiva dedicatoria: “Para los soldados polacos del campo de Caylus”, lugar en el que primero se agrupó combatientes voluntarios polacos y que sirvió luego, a partir de junio de 1940, para la internación de judíos.
Ni Szlama ni el rabino Kalhenberg sobrevivieron al Holocausto, pero el testimonio de Myriam, que falleció hace unos años Argentina, y el mural emplazado en la Catedral Metropolitana, son un recordatorio de que aún en los momentos más oscuros, cuando todo parece perdido, podemos resistir sabiendo que la esperanza es ese lazo profundo que nos une como humanidad.
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