Era su cita de jueves, viernes e inclusive los sábados. Los convocados eran siempre los mismos compañeros de facultad, y el lugar del encuentro resultaba inamovible: el Bar Blanco, un mítico reducto rosarino fundado en 1922.
Hoy es 2021. Estos amigos son colegas: Alejandro Romagnoli (51), Nicolás Ribone (49), Juan Ignacio Jaca (46), Juan Serralunga (49) y Ramiro García (49) son socios del sitio donde transcurrían aquellos encuentros, protagonista de largos debates acalorados sobre la arquitectura, la carrera que cursaban. “El amor por este bar nos llevó a comprarlo en plena pandemia. Le queríamos dar un nueva vida a este emblema de la ciudad de Rosario”, le cuenta a Infobae Alejandro, uno de los propietarios.
El Tradicional Bar -como se llama hoy- está situado en la ochava de las calles Pellegrini y Alem. Está a punto de cumplir 100 años. Originalmente perteneció a los hermanos Blanco. Se servían minutas, cervezas en jarra y era uno de los más convocantes de la ciudad. “Nosotros íbamos siempre al salir de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Nacional de Rosario, sobre todo cuando teníamos entregas, era como un segundo hogar”, admite Romagnoli.
En 2002 la familia Blanco dió un paso al costado y vendió el fondo de comercio, aunque conservaron la propiedad para asegurarse el alquiler. El nuevo dueño lo hizo crecer sin perder la esencia original. Hasta que en 2008 no pudo seguir pagando el alquiler y prefirió mudarse enfrente, inaugurando otro sitio con el mismo nombre. “Se llevó todo. el mobiliario, el menú e incluso al histórico personal”, relata Romagnoli.
Lo insólito es que en una misma vereda conviven dos bares con el mismo nombre: Bar Blanco. Eso desencadenó en un problema judicial, aunque todos sabían que el original era el que se había desplazado. “Por fidelidad al lugar, nosotros acompañamos la mudanza y no dejamos de ir, conservando nuestra larga mesa “, agrega.
En la nueva dirección nada fue igual. Las fluctuaciones económicas del país se hicieron sentir en el servicio, en el menú y la infraestructura. “Empezó a decaer, la calidad del servicio y de la propuesta no era la misma, se hacía notar. Cuando podíamos se lo remarcábamos al dueño”, dice. Además, cuenta, “supimos que acumulaba deudas de alquiler, impositivas y a proveedores”.
Una noche de asado, los amigos de la facultad empezaron a soñar con devolverle la magia al lugar. “¿Y si lo compramos nosotros? nos preguntamos un poco en serio y otro poco divagando... Como íbamos desde los veinte sabíamos todo lo que teníamos que hacer para que vuelva a ser como antes”, reconoce Alejandro. Pero la ilusión nunca tomaba fuerza.
La idea volvió a fines de 2019. “Mañana se lo propongo ”, tomó la posta Alejandro. Pero llegó la pandemia y las restricciones de la cuarentena hicieron que esa idea loca se postergara. “Al final cerró por tiempo indeterminado. Fue un caos, nosotros no sabíamos si seguir o no por la incertidumbre del contexto mundial”, recuerda.
Fito Paez fue cliente de este espacio. De hecho, mientras rodaba la escena de uno de sus films, sobre calle Pellegrini, tomó como base de operaciones el mítico bar. Cuando se enteró que había bajado las persianas, se manifestó en las redes sociales con un extenso “Nooooooooo!”.
No fue el único, los vecinos se lamentaban en las redes la triste noticia. “Es una pena que cierre, más que nada por la trayectoria del bar y tantos chicos que quedaron sin trabajo. Era tradicional, las noches de verano las veredas estaban llenas”, escribieron.
Con el ánimo de rescatarlo, finalmente en mayo de 2020 estos colegas se animaron y lo compraron con la promesa de conservar al personal y respetar la esencia del histórico lugar.
Rebautizado
Desde su reinauguración el 10 de diciembre 2020, el Bar Blanco pasó a llamarse El Tradicional Bar. Si bien el nombre es otro mantiene el espíritu de sus fundadores. Los cuatro arquitectos hicieron una interesante puesta en valor y lo renovaron en su totalidad, con una ambientación que combina lo moderno con los lineamientos de un bar de época. ”Para nosotros eso fue lo más sencillo porque es nuestra especialidad. A medida que íbamos haciendo las modificaciones nos surgían nuevas ideas. Estamos felices con el resultado”.
Los vecinos también celebran la reapertura. El salón y el patio están siempre llenos. ”Es muy gratificante saber que lo pensamos, lo planificamos y lo hicimos. Nuestras familias jugaron un papel muy importante ya que nos apoyaron en todo momento”.
Se puede comer minutas como hamburguesas, milanesas, pastas y brindar con cerveza tirada, y un buen vermut. En plena pandemia, otro histórico bar fue salvado por sus clientes.
SEGUIR LEYENDO: