El jamaiquino Usain Bolt y el ucraniano Sergei Bubka son dos leyendas del atletismo. Uno por su récord mundial en los 100 metros y el otro por su fantástica marca en el salto con garrocha.
Ambos tienen hoy notables sucesores: el sudafricano Akani Simbine (27 años) y el norteamericano Christian Coleman (25 años) son los corredores más veloces de la actualidad, mientras que el sueco Armand Duplantis (21 años) pugna por saltar cada vez más alto.
Pero además de todos ellos y de la estelar maratonista keniata Ruth Chepngetich (26 años) otros personajes extraordinarios causan asombro en las pistas de tartán.
Por ejemplo, la atleta india Man Kaur. Tiene 105 años y empezó a practicar atletismo a los 93. Es velocista, corre los 100 metros, y además hace lanzamiento de bala (peso) y jabalina.
No es un caso aislado. La categoría Gold Masters reservada a los adultos mayores tiene casos fenomenales como el japonés Miyazaki Hidekichi, que corrió hasta su muerte, a los 108 años. O el italiano Ugo Sansonetti, que cumplió los 100 años y ganó 70 medallas de las cuales 42 fueron de oro. Toda Europa lo recuerda además por haber protagonizado un aviso comercial para Coca Coca, cuyo slogan era “la felicidad alarga la vida”.
La pandemia ha interrumpido momentáneamente la serie de campeonatos oficiales, que las federaciones realizan en todo el mundo. En ellos participan deportistas veteranos, que prolongan su campaña y le agregan laureles a su trayectoria. Pero lo asombroso es que también se suman adultos mayores que jamás se habían puesto pantalones cortos y zapatillas y que están esperando la reanudación del calendario competitivo.
El fenómeno es motivo de estudio para deportólogos, gerontólogos y nutricionistas, que observan cómo las competencias atléticas (velocidad, larga distancia, salto y lanzamientos) coinciden con la prolongación de la vida de miles de personas.
¿Cada vez hay más gente longeva en el mundo y entonces se dedica al atletismo? ¿O la práctica de este deporte contribuye a la prolongación de la vida?
Lo cierto es que en todas las federaciones atléticas se ha incluido una nueva categoría que engloba a los adultos mayores y que de los 40 años en adelante va estableciendo grupos etarios cada cinco años. Hoy ya es normal que haya competidores de 90 en adelante, tanto mujeres como varones.
En Argentina son varias las entidades que agrupan a los atletas master y la cifra de inscriptos regulares crece incesantemente. Figuras como Ludmila Tisionva, Eduardo Zelaya, Daniel Cuenca, Élida Balcaza, Eduardo Verdi o Francisco Castellani aparecen desde hace años en los rankings.
Lo mismo que José María Berardi, el librero de 86 años que hasta pasados los 60 nunca había pisado una pista de atletismo.
En 1968 abrió su librería “El mono sabio” en Martínez y apenas hace 23 años que practica el atletismo. Todo fue por el pedido de un amigo:
-Empecé a los 60 y pico. Un chapista del barrio me dijo “tengo mucha panza, ¿me acompañás a correr alrededor del hipódromo?” Y bueno, dimos la vuelta allí y ahí empezó todo. Después me hice amigo de un muchacho taximetrero que era más fanático de la cosa y empezamos a participar todos los sábados y domingos en cuanta carrera se hacía. Íbamos con su taxi a todas partes. Hasta que un día me tocó participar en una carrera que se hacía en el CeNAR y ahí empecé a ver a los atletas. Y me gustó.
-¿Nunca habías hecho atletismo en tu vida?
-Nada, nada, siempre acá detrás del mostrador…
-¿Y sabías algo de atletismo, sabías quién era Gerardo Bonhoff, Delfo Cabrera, Reinaldo Gorno...?
- No, de atletismo nada… Me gustaba todo el deporte, pero de atletismo no sabía nada… Y como te dije, la primera vez que fui al Cenard , miré, vi, aprendí… me fijé cómo tiraban el disco…Empecé a hacer todo, eh… Martillo, todo. Y corrí la primera carrera de 5.000 metros y la gané…
Su oficio de librero había empezado mucho antes:
-Empecé a vender casa por casa, libros, diccionarios, tenía 18 años… Sería en el 53 ó 54. Después empecé a presentarme en las editoriales y salía siempre primero en las ventas, como el mejor vendedor, De ahí me daban la medalla de oro de editorial en editorial y después estuve en la Editorial Losada como diez años.
Ahí fue vendedor y luego jefe de un equipo de vendedores, hasta que ocurrió algo imprevisto:
-El hijo de Losada me dijo “tenés que bajar la producción a la mitad”. ¿Pero cómo? le dije… Con las deudas que tenía yo, departamento, coche… tenía que pagar de todo, entonces tuve que rebuscármelas de otra forma, y empecé a vender por mi cuenta como podía y empecé a trabajar para otra editorial le puse el nombre de mi señora y yo hacía la venta y se la pasaba a mi señora, y así fui saliendo de todas las deudas anduve en todas las provincias vendiendo libros…
-¿Y cuál era tu secreto?…porque evidentemente eras muy buen vendedor.
-Yo tenía una pasión bárbara… era eso… Y también observación, algunos secretos… De un golpe de vista vos descubrís quién es un comprador seguro… Un arte, la venta es un arte. Y me divierto, siempre hago todo con humor… Lo mismo que cuando corro, yo voy cantando… Mirá, la paso bien, yo disfruto de la vida…
Quizás ese temperamento le permitió enfrentar un dificilísimo momento de su vida:
-Yo tuve un accidente de autos en la ruta 3, choqué con el presidente de la Ford… Fui al hospital, donde me daban dos o tres meses de vida, porque el volante me había destrozado el hígado… Entonces pensé le tengo que poner un local a mi señora para que pueda seguir viviendo y manteniendo a la familia porque ya tenía dos hijos… Alquilé este mismo local, aquí en Martínez, hace 53 años… Y fijate que a los dos años me recuperé y ya estuve bien, se había curado el hígado… Solamente tomaba jugo de pomelo, lo que me salvó fue el jugo de pomelo…
Pasaron los años. A José María nunca se le pasó por la cabeza la idea de practicar atletismo:
-Nada, nada, siempre acá detrás del mostrador…
En ese mismo local, en el que miles de libros se ordenan en un estilo que desafía la formalidad, sigue relatando cómo creció su pasión por el atletismo:
-Mientras tanto iba haciendo 10 kilómetros, después 15, después 21… hasta 42. Gané los 42 km. en Mar del Plata, creo que fue en el 2002 después gané una con 10 grados bajo cero en sur, una de 21, ¡yo tenía 65 y el que entró detrás mío tenía 54!
Las vidrieras de “El mono sabio” están tapizadas con fotos y recortes periodísticos de sus carreras. Diferentes lugares, en todo el mundo, que fueron escenario de grandes triunfos. Entre ellos, nada menos que cinco campeonatos mundiales:
-Soy campeón mundial de Decatlon, en la Argentina nadie pudo llegar a lograr ese título… Esto más otro campeonato mundial de salto triple y otro en salto en alto, todo eso en Nueva Zelanda. Anteriormente, en 2016, salí campeón de salto en alto en Vancouver, Canadá. Y en el 2015 fui invitado especial a Niza, en Francia, en el mundial en el que salí campeón en 200 con vallas…
Dentro del atletismo, José Maríal Berardi fue pasando por todas las especialidades:
-Mi primer oro fue en posta 4x100 en el sudamericano de Bolivia en 2002…Yo empecé haciendo 5.000. 10.000 metros, después como te conté gané una maratón en Mar del Plata de 42 kilómetros y para entonces ya había hecho tres en La Pampa, siete en distintos lugares de capital y provincia, gané una carrera de 21 kilómetros y después empecé a dejar las maratones… Empecé a hacer velocidad y empecé a querer saltar vallas y al principio era muy difícil… Saltar una valla no es nada fácil. Vos vas corriendo y cuando llegás no sabes qué hacer, cómo saltar… Hasta que aprendí, salté una vez y después lo fui haciendo con más facilidad… Y mira lo que son las cosas, después tuve la suerte de salir campeón mundial de 200 metros con vallas en Niza… Eso fue muy hermoso, con la bandera argentina, el himno nacional, todo en la plaza principal de Niza…
El decatlon, la combinación de saltos, carreras y lanzamientos, es quizá la prueba más exigente de este deporte. Y aquel librero que dio su primera vuelta al hipódromo después de los 60 años, para acompañar a un amigo que tenía panza, alcanzó un altísimo nivel en esa disciplina:
-Puedo decir que salí tercero en el mundial de 2005 en Canadá en salto en alto y salto con garrocha. Porque empecé a practicar esas especialidades y llegué a ser decatlonista. Primero salí octavo en un mundial, en Puerto Rico. Después décimosexto en Epaña y ahí en España en la posta de 4x100 y 4x400 por primera vez Argentina salió 3a. en el mundo, junto con otros tres compañeros argentinos. ¡Gané mi primer campeonato sudamericano de decatlón y de pentatlón en el estadio Maracaná en el 2004!
Hace un par de semanas Berardi tuvo que pasar por el quirófano:
-Me operaron de las dos hernias y ya dentro de diez días empiezo a entrenar otra vez…
-¿Dónde entrenás?
-Mira, hago lo posible en todos lados, donde puedo… Voy por el Bajo…, también voy a un gimnasio de aquí cerca, donde hay un entrenador con el que hago todos los movimientos rápidos para estar diez puntos…
-¿Y estás diez puntos?
-Por suerte sí, siempre tuve buen estado físico, hasta no hace mucho hacía los 100 metros en 20 segundos… Pero me gana uno de Estados Unidos, que lo hace en 14… ¡Es un desgraciado y tiene la misma edad que yo!
Los clientes llegan y cumplen con el protocolo. Esperan en la puerta y hasta que les llega su turno miran hacia adentro, donde el espectáculo de libros parados, acostados y apilados tiene el contrapunto de coloridas láminas cargadas de emoción deportiva. Es imposible sustraerse a ese ambiente umbrío en el que García Márquez y Florencia Bonelli comparten el espacio con una llegada de 100 metros y una bandera argentina levantada:
-¿La gente viene por los libros o viene por vos?
-No, por mí no… vienen a comprar libros… ¿Sabés qué pasa?… como también vendemos usados ahorran la mitad…
Me cuenta algo más de “El mono sabio”:
- ¡Cuánta gente ha estudiado con los libros de acá y ha hecho carrera en el país y en el mundo!… ministros, embajadores… Luis Sandrini que era vecino, vivía a unas cuadras, venía aquí a jugar al truco…También venía “Hormiga Negra”, que era el navegante Hernán Álvarez Forn, el arquitecto que llegó a la Antártida en un velero…
Como nos dijo, el quíntuple campeón mundial no descuida su entrenamiento. Pero tampoco su trabajo:
-Todo esto que vos ves aquí lo saco yo… todos los días… A las 8 ya estoy sacando las mesas, colocando los libros afuera. Todo eso lo hago yo… Y después desarmo y entro todo yo… Todo el día estoy acá… Porque si no estoy yo, esto hay que cerrarlo… Tengo dos empleadas fenomenales, que me ayudan en todo… Pero en el negocio tiene que estar uno… Y además yo tengo una relación con las editoriales de muchísimos años, no hay problema en ese sentido…
-¿Y hay gente que te consulta porque quieren empezar a hacer deportes?
- Uh, vos sabes cuánta gente viene y me pregunta… Y les he recomendado y se ha curado mucha gente… Porque vienen y me preguntan qué puedo hacer… esto, el otro, yo les aconsejo…
-¿Y alguno te hizo caso?
-¡Sí, todos me hacen caso!
-¿Y se compran las zapatillas y se largan a correr?
-Mirá, hace poco vino una uruguaya y me dijo que quería correr por acá adentro, corremos los dos juntos… Una mujer también mayor, de casi 80 años.
Berardi, en cambio, va para los 90. Y tiene un objetivo muy claro:
-Yo quiero seguir entrenando y corriendo, Julio… Porque se está preparando una carrera muy hermosa para los de 90… Esa la quiero correr.
Locuaz, verborrágico, movedizo, no tiene problemas en contar cómo es su alimentación:
-Siempre me cuidé en la comida, nunca fui gordo… Pomelo, naranja, banana, nueces…nada de grasa, aceite sólo de oliva… carne cada tanto, una vez por semana. Pescado, dos o tres veces por semana. Al horno, nada frito.… Nada de azúcar, nada de sal… tampoco jugos en polvo. Todo natural, frutas, verduras… Brócoli, tomate, zanahorias… Cereales, yogur con pólen… ¡Y un vaso de vino! Fumar nada, nunca.
Para competir en tantos lugares hay que viajar. Y eso tiene un alto costo de pasajes y estadías. Y también de los derechos de inscripción. Le pregunté si tenía algún sponsor que lo ayudara a enfrentar esos costos:
-¿Y cómo hacías para pagarte los costos de los viajes?
-Los viajes eran los libros, yo vendía muchos libros…La gente me compraba mucho acá… Siempre tuve una clientela impresionante…La venta de los libros me ayudó mucho… Y nunca tuve una persona que me dijese bueno, te voy a financiar.
-¿Nunca tuviste un sponsor?
-No, no… eso es para reírse… especialmente con el Estado… Te voy a contar… Yo vine del Mundial y fui a presentarle las medallas a Mac Allister, que era secretario de Deportes… Y le dije “mire yo le voy a pedir nada más que en el próximo viaje yo tenga en un pasaje -que me lo voy a pagar- yo un 20 por ciento de descuento”. Y me dijo bueno, yo te voy a recomendar una persona… Me mandó adentro, al fondo, fui a ver a una persona que tenía un cargo allí que me dijo venga la semana que viene que le vamos a arreglar el tema… A la semana fui y estaba la secretaria allí y me dice “Mirá, me parece que no pasa nada…” Y viene Mac Allister y me dice “Macri me dice que tiene que pagarle al Fondo Monetario Internacional que no te puede dar nada”… ¿Escuchaste? Ja ja, yo le pedía el 20 por ciento de descuento en un pasaje y me salió con el FMI…
Sin pelos en la lengua, Berardi me cuenta otro episodio:
-Además, los grandes dirigentes del atletismo argentino siempre se quedaron con la plata mía… Porque yo para competir tenía que pagar no menos de 50 dólares por cada prueba… Te cobran un derecho de participación… Y yo entregaba a la Federación de Atletismo, al presidente, ese pago…Y cuando yo llegaba a España, por ejemplo, me decía no acá Argentina no pagó un peso… Y yo decía cómo que no si yo le pagué a la Federación en mi país… Bueno, nos dejaron competir igual… Cuando llegamos acá, fuimos a competir a un Sudamericano en Mar del Plata… Y justo estaba el presidente de la Federación… Y un muchacho del equipo le dice “mirá yo vengo a verte porque en España no pudimos ir a la comida de cierre del campeonato, no nos dejaron entrar porque además ustedes no habían pagado nuestra participación…” El tipo lo verseó y éste se dio vuelta y lo agarró del pescuezo… “Mirá vos me traés la plata o te reviento…” Y el tipo fue adentro, vino y le pagó… Y yo estaba afuera esperando… Este muchacho sale y me dice andá que te va a pagar, yo lo agarré del cogote y me pagó… Voy y le digo vengo por lo mismo que este muchacho, no pagaron lo mío de allá, eran 500 euros. “¿Vos querés cobrar? Haceme juicio…” Así me contestó el presidente de la Federación Argentina de Atletismo… Eso yo lo conté por la televisión… Mandaron una nota que decía que yo no podía entrar al CeNARD, que no me iban a permitir más competir internacionalmente…
Aquel mal trago pasó, como tantos otros. Ahora, a los 86 años, el quíntuple campeón mundial espera volver a competir:
-Voy a correr hasta la edad que Dios me permita… Quiero seguir ganando medallas para mi país… La emoción que sentís representando a la Argentina no se puede comparar con nada… ¡Por más carreras que tengas, siempre soñás con vivirlo otra vez!
Antes de poner el punto final, pido permiso para compartir algo personal.
Esta es mi crónica numero 100 en Infobae. Y se publica justo cuando acabo de cumplir 60 años en los medios.
Con mi gratitud a los lectores y a los editores por semejante tolerancia, les aseguro que después de saltar tantas vallas, igual que José María, sueño con la próxima carrera.
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