“Todavía recuerdo exactamente cómo me llegó la primera copia de Superficies de Placer. Estaba en la esquina de Rodriguez Peña y Santa Fe y nos vimos con Federico que caminaba por la vereda de enfrente. Crucé para saludarlo y cuando le comenté que estaba yendo para Rock&Pop, sacó un vinilo y me dijo: ‘Tomá llévalo, pasá el tema B1′. Era una copia blanca, como se les decía entonces a los primeros ejemplares que salían para difusión, que ni siquiera tenían la etiqueta impresa. Y por supuesto que fui a la radio y lo pasé.
El tema que me había sugerido era Encuentro en el río musical y, cuando lo escuché por primera vez, supe que era eso que muchos habíamos estado esperando desde hacia tiempo. Superficies... era la demostración de que también se podía ser romántico en medio de la confusión y esa cosa combativa de fines de los 80´s. Era como la flor en el tacho de la basura.
Y a diferencia de Relax o Locura no envejece, como todos aquellos discos que pintan muy bien una época. No solo lo considero el mejor disco de Virus, sino que lo pongo a la altura de Artaud, Oktubre y Clics Modernos por todo lo que ofrece como obra artística.
Por algo creo que Federico es la única perdida irreparable del rock argentino.”
Me sorprendí de encontrar este testimonio mío en Google cuando puse Superficies de placer, el último gran disco de Virus con Federico Moura cantando. Ignoro de dónde lo sacaron y de qué año son mis palabras. Yo, con la fecha abajo, suscribo todo lo que dije, pero a esto lo sospecho del final del siglo pasado. En lo que va de este siglo el rock argentino ha sufrido varias perdidas irreparables, pienso en Luis Alberto Spinetta, en Pappo y en Gustavo Cerati principalmente, de manera que suscribiría esto con fecha de 20 años atras.
Mucho tiempo y mucha música ha pasado bajo mis puentes, no obstante lo cual, como decía Pappo, Federico Moura siempre fue uno de mis tipos favoritos.
Nos conocimos en 1980/81. Nadie que haya vivido sus 20 esos años en este país durante esa época se acuerda de todo, pero si recuerdo perfectamente que fue en El Depósito, un antro en la calle Cochabamba que había montado Toti Glusman donde a veces yo ponía música. Toti era mi amigo desde la infancia y allí tocaba Virus algunos sábados.
Montados en uno de los dos micros que llegaban desde La Plata trasladando bandas de rock, uno traía a Virus y el otro traía a los Redondos. Esos micros ya eran parte habitual del skyline de San Telmo, verlos era saber que la noche iba a estar movida.
Un poco también heredé la amistad de Federico por propiedad transitiva de la que tenía con Lalo Mir. Lalo en su primer programa, 9PM en Radio Del Plata, fue el primero que pasó Virus por la radio y esas cosas no solo no se olvidan nunca sino que se reconocen siempre. Y por esa propiedad transitiva también llegó a Julio y Marcelo Moura.
Ok, acá vamos.
Hablando con mi querido Marcelo Moura unos días atras recordaba esa grabación de Superficies de Placer. El plan de grabarlo en Río de Janeiro, ciudad que Federico adoraba, y la tremenda noticia que allí recibieron: la del análisis positivo de sida para él.
Estamos en 1987 y era la peste de la época. Lo que debía ser un plan de composición, producción y grabación soñado se transformó en una inevitable larga despedida. Lo que las playas de Ipanema y Leblón inspiraban a la banda y a Federico en especial debían sortear el dolor de despertar cada mañana sabiendo que todo debía disfrutarse como una prolongada ultima vez.
Las canciones de ese disco, nacidas básicamente de la pluma del enorme Roberto Jacoby y la musicalidad de los hermanos Moura, son un compendio de todo el camino que transitaron como banda y una visión de futuro musical que les dio la razón pasado el tiempo. Dispusieron que las sesiones serían en los estudios impresionantes de la red O Globo. Cuando se acomodaron en su estudio descubrieron que en el de la izquierda estaba grabando Xuxa y en el de la derecha Roberto Carlos. En ese nivel estaba Virus 87.
El disco anterior Locura había batido récords de difusión, show y ventas lo que generó en el siguiente una expectativa desmesurada. La banda debía responder con una obra consagratoria.
Hoy vemos que fue así, pero me contaba Marcelo que cuando llevaron el disco a la grabadora, los ejecutivos les pidieron que hicieran otra cosa. Huelga decir que cuando el arte ataca los obtusos desaparecen, así que Superficies de Placer salió como fue creado.
Debo haber sido el primero que lo hizo sonar en la radio con Encuentro en el río musical, pero las canciones que marcaron el destino fueron Polvos de una relación y Mirada speed, dos gemas que aun hoy suenan nuevas. Aunque con Marcelo coincidíamos en que Amores perpetuos y Transeúnte sin identidad son nuestras preferidas. Especialmente la segunda, por la dolorosa profundidad de su lírica y por los acordes que Federico eligió que dotan de una armonía de paz y recogimiento a la canción, quizás demasiado lejos de lo que sus fans hubiesen esperado. Federico jamás hubiera tomado el camino del facilismo o la obviedad.
Me decía Marcelo:
-Nosotros como banda éramos imbatibles. Nada se negaba y todo lo poníamos a favor. Como el impulso de una pelota que viene veloz hacia nosotros y si cuando la devolvés le pegás bien sale disparada con el doble de potencia. Cuando perdemos a Jorge (hermano mayor desaparecido por la dictadura) salimos con ... hay que salir del agujero interior, tirar la piña en otra dirección y así siempre...
Escrita durante un paseo en barco por el manso mar carioca, allí Federico enamorado dice:
" Sobre un barco no tengo identidad, inmediata pasión”
Quizás la mas poética manera de expresar que ya lo suyo no será la Tierra.
Como buen rocker de cepa original, babyboomer y argentino, no suelo poner sentimientos propios para expresar algo fehacientemente. Pero me doy cuenta que estoy creciendo cuando escribo sobre estas cosas y se me anuda la garganta.
Cuando se murió Federico, partido al medio fui a la Galería del Este donde quedamos en encontrarnos para hacer no se qué cosa, pero vinculada a los rastros que sus pasos dejaban por ahí. Fede era un parroquiano frecuente del Bar Budos, enfrente al local del agujerito. Allí alguien me dijo, creo que fue Pfeiffer o Laurenzena, pintor era, que no había que llorar a estos tipos, gimiendo se murió, se murió... sino levantar las manos y agradecer al cielo que vivió... vivió, y lo estrechamos alguna vez contra nosotros.
Me despido de Marcelo esperando poder encontrarnos pronto, como siempre nos pasa, y ahí me acordé lo que me habían mostrado unas semanas atrás:
-Marce, ¿sabés? me marcaron un video -que a la postre sería la ultima aparición pública de Fede-. Fue en un programa horrible que hacíamos con Lalo, Masoch (Douglas Vinci) y algunos amigos en Canal 11, y cuando lo vi me conmovió tanto que solo atiné a salir a la calle y mirar para arriba, como hacia él, siempre mirando algo que para los demás era invisible.
Hoy Virus sigue vigente, con un contrato por disco y gira internacional que está stand by por la pandemia. Con Marcelo al frente, que desde Tierra del Fuego se encarga de cantar. Con Julio y Serra, fundadores de Virus, aquella banda de rock que se formó en La Plata con lo mejor de Duro y Las Violetas y con miles de chicos que hoy rescatan sus canciones desde Argentina hasta Mexico, país donde jamás tocaron en vivo pero merced a este reconocimiento de las nuevas generaciones tienen pendiente una actuación.
Ojalá un día puedan volver a los escenarios donde tan grandes son.
Es lo que Federico quiere, seguro, donde esté.
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