Isaac Sacca y el mensaje de Pésaj: “La situación más insoportable para el ser humano es no poder ejercer su propia voluntad”

El Gran Rabino de la Comunidad Sefaradí de Buenos Aires describió la festividad que celebra la creación del pueblo de Israel. En las vísperas de las “pascuas judías”, la narración del relato histórico y la idea vigente del concepto de la libertad

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Rabino Isaac Sacca - Pesaj - #Entrevista

La llegada de los hijos de Israel a Egipto, la esclavitud y los trabajos forzados a manos del tiránico Faraón, la salvación milagrosa bendecida por un accionar divino. Todo se narra en el libro del Éxodo del Pentateuco: es la cronología de Pésaj, la celebración familiar por excelencia de la tradición judía. La festividad recuerda y homenajea la liberación del pueblo hebreo de Egipto tras 210 años de esclavitud y, como tal, el nacimiento del pueblo judío. Y aunque la esclavitud sea un concepto, en apariencia, arraigado al pasado, el espíritu de la gesta guarda vigencia y se traduce en resabios modernos de opresión, trata, secuestros, explotación y trabajos forzados.

Pésaj significa “saltear”, “salteo”. Su referencia alude a una elección divina: la epopeya histórica de “la plaga contra los primogénitos”, por aquel entonces considerados los líderes de la sociedad. El “salteo” discriminó la ubicación de los otros. La creencia de la Torá precisa que Dios excluyó de las diez plagas de Egipto al pueblo oprimido. Lo explicó Isaac Sacca, Gran Rabino de la Comunidad Sefaradí de Buenos Aires y presidente de la Organización Judía Mundial Menora: “Dios quiso demostrar que no puede una persona oprimir a otras. Por eso castigó a los primogénitos, hizo justicia con ellos y salteó la casa de los oprimidos, de los pobres, de los esclavos, de los perseguidos”.

Describió a Pésaj como “la festividad judía inaugural, la primera festividad que constituye la creación del pueblo de Israel, la formación de un pueblo como tal”. Y ofreció un contexto: “El pueblo de Israel estuvo históricamente esclavizado bajo el yugo de los faraones desde que era un clan, desde que era una familia. Durante el cautiverio, durante esa esclavitud, se fueron incrementando hasta transformarse en un pueblo, pero en un pueblo esclavizado. En un momento determinado de la historia, este pueblo reclamó la libertad, se inspiró en Dios, a través de un líder consiguió la libertad y de esta manera se constituyó por primera vez lo que es conocido como el pueblo judío o el pueblo de Israel. Eso es Pésaj, esa la narración histórica de esta conmemoración tan importante en el calendario judío”.

"El mensaje esencial de Pésaj
"El mensaje esencial de Pésaj sigue vigente: luchar por la libertad del ser humano en todas las sociedades para lograr una civilización basada en el respeto a la autonomía del otro", dijo el rabino Isaac Sacca

El rabino descubre dos mensajes intrínsecos en la celebración de lo que comúnmente se denomina “las pascuas judías”: “Uno es un mensaje de la colectividad judía, que es la narración histórica de la constitución del pueblo de Israel como un pueblo más. Pero también la narración de la creación del Estado del pueblo de Israel corresponde a un mensaje moral. No todas las narraciones de los pueblos tienen una coincidencia con un mensaje moral o ético. La constitución, el nacimiento, la narración de la creación del pueblo de Israel coincide con el concepto moral y ético de la libertad y los derechos humanos: nadie puede oprimir al otro, los seres humanos somos todos iguales ante Dios. Así nació el pueblo de Israel, bajo este concepto que puede ser adquirido sin la narración y sin el acontecimiento histórico, y en el que coinciden el mensaje moral con la narración histórica”.

Pésaj esconde un mensaje ético y moral: la reflexión sobre la libertad no tiene épocas ni distorsiones temporales. Sacca apunta su vigencia a lo largo de toda la historia y aclara que los seres humanos siempre vivieron esclavizados en dos dimensiones: “la dimensión sociológica, quienes esclavizan y oprimen unos a otros hasta hoy en día, y la esclavitud psicológica, en la que uno mismo se entrega voluntariamente a sus pasiones, a sus vicios, y esclaviza sus actitudes y sus pensamientos a sus deseos más bajos”. “De manera tal -agregó-, Pésaj, que constituye el inicio y la base del pueblo de Dios del cual salieron todas las religiones, nos está mandando un mensaje también hoy: tenemos que aprender a liberarnos de los hombres y nosotros mismos de nuestros propios vicios, liberarnos de las ataduras de nuestro cuerpo y dejar que las riendas de nuestra vida las tome el espíritu y la razón”.

Tan vigente que la pandemia sirvió, desde la visión del rabino, para percibir lo que vivió la población hebrea bajo el yugo faraónico. “Esta vez lo vivimos como una vivencia palpable, en carne propia. Sería bueno aprovechar esta experiencia lamentable que tuvimos que vivir todos los seres humanos para hacer una especie de reflexión sobre cómo se siente el espíritu cuando un hombre está esclavizando a otra persona o cuando un hombre es esclavizado por un vicio personal. No existe más situación insoportable para el ser humano que no poder ejercer su propia voluntad, cuando esté dependiendo de la voluntad de otros”.

Esta sensación significa para el rabino “estar muerto en vida”: “Por eso el nacimiento de un pueblo o el nacimiento de una persona es, en realidad, su capacidad de ejercer su libertad. De ahí que el pueblo judío nace recién cuando adquiere la libertad, porque mientras estaba esclavizado en Egipto, era como que no existía. Este es un mensaje para toda la Humanidad, no es un mensaje judío”, interpretó el Gran Rabino de la Comunidad Sefaradí.

Las vitrinas del templo de
Las vitrinas del templo de la Asociación Comunidad Israelita Sefaradí de Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo

Pésaj, que comenzará durante la puesta de sol del sábado 27 de marzo y terminará la tarde del domingo 4 de abril, se nutre de la compañía familiar. A diferencia de otras festividades judías, la manifestación central ocurre en el seno de la familia, en el calor del hogar. “Aquí el mandamiento fundamental es transmitir a la nueva generación la identidad, la ideología a la cual pertenecen a través de un relato histórico, y no a través de una especulación dialéctica, académica o filosófica. En Pésaj se relata, se cuenta una historia, que contiene los elementos necesarios para crear una identidad y para transmitir un mensaje moral”, definió Sacca.

La celebración se compone de quince pasos: “Comienza con un brindis que se llama Kadesh, después hay un procedimiento para lavarse las manos, otro para comer un alimento específico que hace alusión a la esclavitud en Egipto, hierbas amargas, un dulce que parece el barro con el cual construían los ladrillos para hacer las pirámides y las otras ciudades que construyeron los hebreos en Egipto, después se come la matzá, la comida, se reza, se relata la Hagadá y al final se termina con una bendición”. Esos quince pasos, dice el rabino, quedan impregnados en las memorias de quienes escuchan la narración. “Por más que uno no practique mucho el judaísmo durante todo el año, casi todas las personas recuerdan alguna vivencia de Pésaj en la casa de la abuela o en la casa de los padres. Eso va creando la identidad de un pueblo”, valoró.

Esta construcción de la identidad colectiva es uno de los valores predominantes en la festividad. Como escribió el rabino, “en Pésaj nos constituimos como pueblo y comunidad: relatamos nuestra historia y la recreamos, construyendo así una memoria colectiva que nos cohesiona y da sustento a nuestros valores. Cada pueblo y cultura tiene sus símbolos y narrativas particulares, que dan sentido al mundo y construyen su identidad propia. Uno de los mensajes fundamentales de Pésaj es que la construcción y el mantenimiento de la identidad se sustentan en la transmisión de los valores en la familia, con el eje puesto en la búsqueda de narrativas compartidas”.

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