La transcripción completa del Editorial realizado por Jorge Lanata en su programa de radio
Los medios hablan en las últimas semanas de “vacunación VIP” y “vacunación militante” como si fueran dos cosas distintas. Los vacunados VIP se ocultan, a diferencia de (Horacio) Verbistky que lo contó para evitar que al día siguiente lo contara una investigación de Clarín, y los militantes vacunados se enorgullecen y lo publican en las redes sociales haciendo la V. La “vacunación VIP” y la “vacunación militante” no son dos cosas distintas, son lo mismo, son la vacunación de privilegio.
Los funcionarios y adherentes al gobierno tienen más derechos que el resto de la población, tienen derecho a vacunarse antes. Cuando estalló la ”vacunación VIP”, el Gobierno deslizó una excusa que intenta bajarle el tono y que fue ingeniosa. Dijeron: ‘algunos se adelantaron a la cola’. Yo siempre estuve en contra de esta idea. Porque dicho así parece inocente. Se colaron. ¿Quién podría decir que colarse es algo grave? Ahora, no es así. Es mentira que se colaron. Para algunos directamente no hubo cola. Yo no quiero sonar dramático, pero hay gente que se muere. Perdón por decirles esto. Hay gente que se muere. En el grupo de riesgo, la gente se muere.
Yo creo que el Gobierno se equivocó en vacunar a los maestros sin hacerlo antes con el grupo de riesgo. Hay maestros jóvenes y hay grupos de riesgo que al no tener la vacuna pueden morirse.
Toda esta discusión quedó eclipsada por lo que yo creo fue un mal chiste o una observación menor. Anoche hablamos de una vacuna de privilegio a una chica de 18 años, Stefanía Purita Díaz, militante de Ferraresi y becaria de la Municipalidad de Avellaneda. Ya todos saben que la chica miente en su currículum. Expresa su admiración, lealtad y cariño hacia Ferraresi. Mostraba esta foto en la cual se la veía a ella con una camiseta de Racing de perfil y aclaraba una cosa que me parece interesante discutir: los cuerpos no son neutros, los cuerpos comunican, la actitud de los cuerpos comunica. Yo pedí a la gente que nos detuviéramos un segundo a ver lo que comunica esa foto de perfil con su camiseta. Frente a esa foto hice un chiste que a lo mejor fue demodé, a lo mejor fue políticamente incorrecto o a lo mejor fue idiota. Dije: ‘qué lindo culito tiene la becaria de Ferraresi’. Y en verdad fue un chiste y una expresión de admiración.
No es importante pero si alguien me pregunta a mí, no me gusta ese estilo de mina exuberante, nunca me gustó. No dije “qué lindo culito” con una connotación sexual.
En la cultura de la época, o por lo menos en una parte de la cultura de la época, me parece importante esta aclaración, lo que yo hice no queda bien. Pero saben qué, no me importa. No sé si me ubican, pero yo en toda mi carrera nunca fui un defensor de lo políticamente correcto. Ustedes me conocen por eso. Nunca me ordené alrededor del pensamiento que me obligara nadie.
La polémica alrededor de este asunto menor, menor, se dio en las redes. Me parece importante decir: las redes son una parte de la opinión pública, no son “la opinión pública” y mucho menos son el pueblo.
Para darles un dato, las redes, todo Twitter, es medio punto del aire, medio punto… o sea, un montón de gente sin ninguna vida propia se dedica a opinar en la puerta de un baño público que se llama Twitter.
Todo bien, yo no pido que le prohíban opinar a nadie, que opinen lo que quieran. ahora saben que le pido que no me prohíban a mi la posibilidad de decir también lo que yo quiera. ¿Saben qué? Yo tengo derecho a hacer mil chistes malos y ustedes tienen derecho a no verlos, o a criticarme por lo que dije. ¿Es un chiste fuera de época el que yo hice?. Bueno saben qué, que alguien por decreto me diga cuál es esta época.
Yo respeto y reivindicó desde hace mucho los derechos de todas las personas, no solo de las mujeres. Los de las mujeres y los hombres. Y es loco porque yo puedo opinar sobre un cuadro, sobre un puente o sobre el Mercado Común Europeo, pero no puedo hacer un chiste malo u opinar sobre un culo ajeno. Es raro, no. Es raro.
Las mujeres en charlas privadas opinan sobre el culo de los hombres, ¿o no es así?. Los hombres, por supuesto, somos más torpes, opinamos en público sobre el culo de las mujeres.
Yo no sé si sirve retroceder a esto, pero, el culo de las mujeres atavicamente significó para el hombre, al verlo, la mayor o menor posibilidad de la mujer de reproducir. El hombre pleistoceno lo veía así. Fíjense que interesante. Las obras de artes, las expresiones artísticas de aquellos hombres, dibujaban mujeres de culos grandes y gomas grandes. Y casi no tenían cuerpo. Era un cuerpo chiquitito, un culo inmenso y gomas grandes; estaban viendo la posibilidad de reproducción. Yo creo que de ahí viene el interés de los hombres por el culo de las mujeres. Realmente desconozco, las mujeres me podrán decir, por qué a ustedes les interesa el culo nuestro. No tengo idea.
Toda esa discusión sería menor y anecdótica si en el fondo no estuviéramos hablando de otra cosa que es sobre la libertad de pensar y de hablar. ¿Cuáles son los límites de pensar y de hablar? y en todo caso, ¿quiénes pueden imponernos esos límites? ¿quiénes tienen derecho a imponernos esos límites?
Y vuelvo al foco: estamos discutiendo sobre una cosa menor en lugar de escandalizarnos porque una militante de Ferraresi, de 18 años, se vacunó dejando sin vacuna a una persona de los grupos de riesgo.
Volvamos un segundo a la foto: la que mejor entendió el asunto fue la mujer de Ferreresi. Como es jefe de gabinete del municipio, decidió echar a la chica. Ella sabrá sus motivos. Una lástima, era una chica con un lindo culito.
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