Durante la mañana del jueves 18 de marzo, turistas que paseaban por la playa vieron al reptil cuya especie, a nivel global el estado, está clasificado como “vulnerable” y en la región del Atlántico Sudoccidental se encuentra en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los turistas avisaron a la Fundación Mundo Marino y les compartieron filmaciones con el personal que constató que, si bien el animal intentaba ingresar al agua, inmediatamente volvía a salir. Así, los técnicos de la Fundación decidieron montar una guardia que duró poco más de una hora y media para monitorear y evaluar la condición y el comportamiento de la tortuga.
“Durante ese tiempo, el animal continuó mostrando comportamientos anormales. E, incluso con nuestra ayuda, tampoco demostraba voluntad para encarar las olas y alejarse de la costa. Luego de intentarlo en repetidas oportunidades y debido a que los comportamientos anormales persistían, decidimos trasladarlo al centro de rescate y rehabilitación”, dijo Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del centro de rescate. Para movilizar y levantar a la tortuga desde el lugar donde se encontraba participó Defensa Civil de la localidad de Costa Azul y turistas que se ofrecieron como voluntarios.
Una vez que llegó a las instalaciones, se le tomaron muestras de sangre y material fecal, y se le realizó una ecografía. “Externamente el animal parecía estar bien. No tenía signos evidentes de interacción con redes de pesca o de colisiones con embarcaciones que, lamentablemente, son situaciones que suceden. Sí pudimos comprobar que el animal estaba deshidratado y bajo de peso”, describió Rodríguez Heredia que sobre los tiempos que lleva rehabilitar este tipo de animales, explicó: “Se recomienda que la permanencia de estas especies en centros de rehabilitación sea lo más breve posible ya que son animales con muchas particularidades, como ser animales de profundidad y migratorios, que se alimentan exclusivamente de fauna gelatinosa. Es difícil generar una dieta de soporte que replique los nutrientes que aporta ese tipo de fauna, comúnmente conocida como medusas o aguas vivas”.
El tratamiento que recibió fue, primero, recuperar su nivel de hidratación a través de una fluidoterapia. Esta consistió en un suero que, a nivel subcutáneo, le suministraba una solución salina. “En los análisis de sangre, además de la deshidratación, detectamos una leucopenia, es decir, una disminución de la cantidad de glóbulos blancos, por lo que le suministramos antibióticos a nivel intramuscular para evitar la aparición de posibles infecciones. Por otro lado, le realizamos una sesión de inmunoterapia, que consistió en nebulizar al animal para que, a nivel intranasal, ingresara un fármaco que fortaleciera su sistema inmune”, explicó Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino.
Para darle el alta y determinar si el reptil estaba listo para su regreso al mar, se le realizó una segunda muestra de sangre: “La noche previa a su reinserción, tomamos la muestra y ya observamos que los valores sanguíneos recuperaron los rangos que eran normales para esta especie. Además el animal ya mostraba muy buena actitud, distinta a la que mostró al momento de su rescate e ingreso a nuestro centro”, afirmó Loureiro.
La vicepresidenta de la Fundación Mundo Marino, Andrea Cabrera, destacó: “Es la primera tortuga laúd rehabilitada en el Centro de Rescate. El proceso de rehabilitación exitoso reafirma la capacidad y calidad de nuestro equipo de profesionales. Su regreso al mar fue muy emocionante y marcó un gran hito para la Fundación Mundo Marino. Sobre todo como aprendizaje y generación de protocolos para futuros casos y también para compartir con colegas de otros centros de rescate con quienes trabajamos”.
Las tortugas laúd son las únicas representantes de la familia Dermochelyidae. Las otras seis especies de tortugas que existen en el mundo son de la familia Cheloniidae.
Las laúd se diferencian de aquellas por no tener caparazón, sino que poseen una gruesa capa de piel similar al cuero y sobre la que se extienden 7 crestas longitudinales. Por eso también posee el nombre común de “tortuga de siete quillas”. Pueden medir hasta 2 metros y pesar 500 kilos. Tienen una distribución amplia en océanos de todo el mundo llegando, incluso, a soportar aguas de temperaturas bajas.
Las tortugas laúd que llegan a las costas bonaerenses provienen de Gabón, en la costa oeste de África.
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