Un hombre hace que su sobrino lo grabe con su celular mientras cocina empanadas de pollo. Sube al video a Youtube. El cocinero da su receta: morrón, huevo, pollo, cebolla de verdeo, pollo. Se lo ve tranquilo. Rellena las empanadas con destreza y las coloca sobre una mesa. “Es hermoso disfrutar de un cumpleaños en familia”, dice sonriente.
Esa imagen no tendría nada de especial si el cocinero no fuera Ariel “Gitano” Acuña, de 49 años, uno de Los 12 apóstoles de la cárcel de Sierra Chica. En la Semana Santa de 1996, esa banda mató a ocho presos en un motín sangriento.
El Gitano fue uno de los protagonistas de la revuelta que comenzó el 30 de marzo -después de una fuga fallida- y culminó el 7 de abril. Además con un grupo de compañeros tomó 17 rehenes, entre ellos a la jueza María Mercedes Malere.
Acuña llegó a contar en varias entrevistas: “Elegíamos las nalgas para cortar y hacer la comida. La droga nos la daban los guardias. Había mucho odio porque nos hicieron la vida imposible. Nos maltrataban y no nos daban de comer, una vez tuve que morfar un jabón. Al fútbol jugamos, aunque la cabeza pesa mucho. Se jugó con un par de cabezas. Una era la de un tipo miserable, que era muy sucio jugando a la pelota”.
Fue una batalla entre dos facciones de presos, pero los vencedores terminaron cocinando empanadas con carne humana de las víctimas.
En el video no hay provocación de su parte. Ni menciona al tema. Sólo algunos comentarios hacen alguna referencia: “¿Empanadas hechas por el Gitano? Jajajaja, es como ir a tomar el té con Yiya Murano” o “qué bien que aclaraste que son de pollo, ya me estaba asustando”.
Acuña, en libertad desde 2005, vive en Mar del Plata y se convirtió en youtuber e instagramer. Tiene 12.800 suscriptores y grabó más de 80 videos. Algunos superan las 100 mil visualizaciones.
“Mi nombre -dice la presentación en Youtube- es Ariel Acuña, más conocido como Gitano Acuña, soy juez y abogado de mi propia causa y soy un integrante de los 12 apostoles del motin de Sierra Chica. Hago videos en Youtube y streaming en Twitch donde cuento la realidad carcelaria argentina. Sigueme en twitch https://www.twitch.tv/elgitano_oficial. sigueme en instagram https://instagram.com/gitano.acuna_of...”.
El ex pistolero, que robó bancos y blindados, cuenta anécdotas carcelarias, cómo vive en libertad radicado en Mar del Plata, responde preguntas en vivo (todos los domingos en https://www.youtube.com/watch?v=aHnq6So2iPo), entrevista a abogados, presos y jueces y busca orientar a los jóvenes para que no terminen como él, que pasó 28 años en prisión.
“Fui un estúpido y perdí una vida. No voy a llorar por los rincones, pero es la verdad. Les pido a los jóvenes que estudien y trabajan. El apoyo más grande es de nuestra familia. A la gente mayor le pido que no afloje en estos duros momentos. Cuiden a los suyos. Nuestros parientes sufrieron por nosotros. Piensen en eso. Yo quiero demostrar que cambié. Hoy veo un video de un pibe en la cárcel jugando con dos facas y me preocupa eso. No es la salida meterse un fierro en la cintura para salir a chorear”, dice Acuña en uno de los videos.
En una de las grabaciones llora emocionado cuando dice que se arrepiente de muchas cosas. “Perdí mucho. Y eso es irremediable. Por eso les pido a los más jóvenes que no delincan. Sino van a terminar muertos o masticando reja. O van a perder una vida adentro como yo, lastimando a la familia, que es lo más sagrado. Pido perdón por mis errores, a la sociedad y a las víctimas”, dice.
A veces, Acuña les pide a sus seguidores que les pidan historias que quieran saber. Y las más votadas serán contadas por él. Como era de esperar, una de los interrogantes fue conocer la historia de Agapito Lencinas, el rival de al banda de los Doce apóstoles que fue asesinado en el motín.
“No quería hablar de este personaje, de este salchichón, un tumbero que trabajaba para la Policía. Tenía una causa por violín. Como me piden que hable de él, lo haré. Era un preso muy temible, dentro de las cárceles usaba muy bien las facas que tenía, que eran de acero inoxidable. La gorra se las daba. Este malviviente hizo un rejunte de presos, entre ellos Nipur y Gaitán. Hicieron desastres, fueron arruinaguachos. Violaban a pibes presos y a sus familias. Era devoto del Gauchito Gil. Le tenían miedo, él caminaba adelante de sus soldados, cancherando, sacando pecho. Eran patoteros. Para pelear con él primero tenías que vencer a sus hombres”, narra Acuña.
Luego cuenta que Lencinas mató en San Nicolás a un compañero suyo apodado “Araña”, a quien tiraron contra una columna del penal y lo siguieron golpeando.
“Un día Agapito me mandó una esquela en la que decía que faltaba yo. Me quería matar. Era un lacra que pinchaba a los más vulnerables para sacar algo. Eran verdugos. Cuando fuimos a matarlo, a Brandán no le salió el tiro y le dijo: ‘era una broma’. No había montado el arma, una 1125. Estaba empastillado. Este antichorro de Agapito había arruinado a mucha gente. Me tocó ver a una de sus víctimas malheridas y sin poder caminar. El día del motín, que fue un intento de fuga frustrado, fuimos a buscarlo al pabellón. Se escondía adentro de la celda. Tomamos justicia por mano propia. El mató a un par. Al final se lo liquidó a facazos. Y hubo como una ceremonia muy oscura. Todos los cuerpos fueron apilados uno arriba del otro. Los muchachos pasaban y los pinchaban. Agapito terminó muriendo de una puñalada en el cogote y de otra que lo remató en el piso”.
“No quiero la fama. La fama no sirve. Y no me enorgullece haber delinquido. Quiero demostrar que cambié. Me pone mal cuando veo a un pibe que se graba en la cárcel bailando con una faca. Se creen los cuchillo largo y son cachivaches. Hoy agarré el termito y me fui al a la plaza a tomar mate. Eso no tiene precio. Oír el ruido de los pájaros. El olor a pasto. Las plantas. Los pibes jugando a la pelota, paseando al perro. Los vivos están libres, no están presos. Por eso les pido que no se manden ninguna macana.
-¿En su vida delincuencial mató? -le pregunta Infobae, que interrumpe su mensaje pacífico para preguntarle sobre su pasado en el submundo oscuro del hampa.
-Tengo más de 20 boletas.
-¿La mayoría policías o ladrones?
-La mayor parte fueron traidores.
“Prefiero dar notas de manera presencial, por WhatsApp no me gusta. Pero te puedo decir que me salieron imitadores. Tumberos que salen en Youtube. El único soy yo”, se jacta entre risas.
Uno de los videos más exitosos, con más de cien mil visualizaciones, es el titulado “Las tres veces que me quisieron matar en la cárcel”. Mirando a cámara, Acuña narra los tres episodios. El primero ocurrió en la cárcel de Sierra Chica. Sus amigos, entre ellos Pedraza, le mandaban comida en un contenedor de plástico. “Me lo mandaba mi rancho. Con un postre casero de chocolate y un guiso. Lo comí y empecé a ir al baño a cada rato. Me retorcía del dolor. Pensé que era por el atracón. No tenía fuerza ni para golpear la puerta. Hasta que mis cumpas empezaron a gritar y golpear. Ahí me llevaron a sanidad y era otra cosa la que me pasaba. Le habían echado un veneno para ratas, los mismos guardias, me estaba consumiento hasta la muerte. Me dieron una pastillita, con eso solucionan todo”, relata el ex presidiario.
La segunda vez que atentaron contra él fue en el penal de Dolores. Sucedió tiempo después de la revuelta de Sierra Chica. “Adonde fuera me la tenían jurada, me iban a matar. Estaba avisado. Anduve por toda la unidad. Llegué y lo primero que hice fue empezara a investigar quién quería matarme. Soy re bocón. ¿Quién es el que me quiere boletear? ¡Vamos a pelear! Entré a la celda 1 y el chabón que la ocupaba me dice: ‘Gitano antes de pelear con vos, me corto las manos’. Todo bien, le digo. Pero cuando me di vuelta el chabón me dio una puñalada por la espalda. Un falso bárbaro. Al final lo maté de una puñalada en el pecho. Era mi vida o la suya”.
La tercera vez fue en la cárcel de Batán, en Mar del Plata. Según el “Gitano”, estaba en buzones por una pelea con una banda rival. Pero sus enemigos llegaron lejos. Reventaron la base de los foquitos de luz y lo llenaron de querosén. “Ahí nomás apretaron al buzonero, entraron y me tiraron con esas bombas caseras. Me quemé la cara y los brazos. Salí achicharrado. Me salvé raspando porque un pibe me tiró agua. Pensé que me moría”.
En otro posteo dice: “Acá no van a encontrar un tutorial para saber robar, armar una faca, el trago pajarito o anudar sábanas anudadas para fugarse. Yo robaba en la calle, no en la cárcel. En la cárcel perdés todo, lo primero es la familia y el olor a la calle. Y cuando salís a la calle te queda un tiempo el olor a cárcel”.
Muchas de sus presentaciones comienzan con el Gitano con una sonrisa, siempre con distinto look y con la frase: “Hola gente bonita, vengo con una historia, no les vengo a arruinar la tarde. Con lo que voy a contar se van a chupar los dedos, a ver si entienden el mensaje. Yo pagué y fui pesado. A la faca nunca le encontré el gatillo. A vos que estás preso, portate bien. ¿Te gusta la calle o te tumberizaste? Yo soy antitumba”.
Minutos después, a pedido de su público, contó la historia del cuchillero apodado “El samurai”, acusado de pegarles a los presos más vulnerables para luego robarles o violarlos. “Lo eché del pabellón de dos facazos en el pecho. No molestó más”, dice el Gitano y luego manda saludos a sus fans y a las ciudades desde donde le escriben.
Entre las preguntas aparece sus vivencias con Carlos Eduardo Robledo Puch, que entre 1971 y 1972 asesinó a once personas mientras dormían o estaban de espaldas. “Robledo era un pobre pibe que cuando entró lo violaron por monono, que quiere decir lindo. Después tuvo una pareja gay en el pabellón rosa, el de homosexuales. No tuve mucho trato con él, pero durante el motín se refugió en la capilla”, responde el gitano.
Otro seguidor quiso saber si “Popó” Brandán Juárez fue el líder del motín de Sierra Chica. “No, fue Pedraza, eso es así”, afirma. Sobre los jóvenes que roban celulares en la calle como motochorros, dice: “A esos los arreglaría con dos milanesas en la jeta y no molestarían más”.
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