El 20 de marzo de 2020 a la medianoche comenzó la cuarentena. Fue anunciada por el presidente Alberto Fernández un día antes y se conoció bajo el acrónimo de ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Se hizo para evitar la propagación del COVID-19. Pero se convirtió en interminable. Para muchos, la cuarentena más larga del mundo. Frente a esta medida, los distintos rubros de la economía se vieron afectados por el cese de actividades, haciendo malabares para resistir a las consecuencias de no tener ingresos. Varios de ellos no pudieron reinventarse y optaron por cerrar de manera definitiva, otros volvieron aunque no les resulta fácil recuperarse. Fueron las otras víctimas de la pandemia.
Una agencia de viajes, sin viajes
“A un año del aislamiento estamos trabajando a pérdida, las ventas no superan el 10% de lo que hacíamos previamente. La situación en el rubro turístico es crítica. Encima ahora, el Presidente recomienda no hacer viajes, algo que nos perjudica y ya veníamos muy golpeados”, le dice angustiada a Infobae, la empresaria Lucila Roth, recordada por su llanto y su angustia al hacer el reclamo en un zoom con diputados.
Oriunda de Trelew, donde vivió toda la vida, tiene 36 años y desde los 19 trabaja en ese sector. En 2011 fundó su agencia: Rotar Viajes. Además es madre de dos niños. La industria turística sin lugar a dudas fue uno de los más afectados por la llegada del coronavirus. ‘Si bien volvimos a reactivar con protocolos nada volvió a ser lo mismo’ El 25 a 30% de las agencias del país debieron cerrar”, admite. “Nos permitieron hacer oficina virtual para reducir costos, fue un año de ventas paralizadas. En mi caso pude soportarlo aunque solo dos horas al día porque no hay nada para hacer”.
El futuro también asusta. “Se ve un panorama oscuro por este temor al segundo brote. Si insisten con que la gente no viaje , sumado al cierre de fronteras para extranjeros, que se acuerden que hay un sector paralizado. Necesitamos más beneficios impositivos y económicos por parte del Estado para sostener más de un millón de puestos de trabajo”.
Y sigue con su reclamo: “El turismo está estigmatizado, aunque este veranos que se pudo llevar a cabo sin repercusiones significativas en el aumento de casos de coronavirus. Está preparado para trabajar con protocolo. Si no podemos trabajar tranquilos que nos ayuden”.
Una casona de eventos devenida en cafetería
Muy lejos quedaron las noches de festejos, como las bodas, las Fiestas de 15, o los cumpleaños familiares. Los salones de eventos están a punto de colapsar, porque si bien en la ciudad de Buenos Aires hay un protocolo que permite la actividad con un aforo del 30%, “el baile” tal como se conocía aún no está habilitado.
Es por eso que con una facturación nula, la antigua casona Augusto y Ros, ubicada en Cuba 3380, Nuñez. responsable de memorables eventos sociales y corporativos, desde hace un par de semanas optó por comenzar a vender café, pastelería y sushi en sus jardines. “Nos va bien pero lo hicimos porque no nos quedó otra, además dudo que en este 2021 podamos volver a nuestra actividad original”.
Augusto Monti es el actual propietario de esta casona que perteneció a sus abuelos Rosmunda y Ángel Ruiz. Ellos tuvieron la idea, en 1970, de convertir esta casona de estilo europeo en un salón de fiestas. “Empecé siendo mozo, después disc jockey, luego ambientador de mesas, hasta que finalmente me hice cargo de todo”.
El último gran evento fue una boda un fin de semana previo al aislamiento. En ese momento, era posible alquilar el espacio de 1500 metros cuadrados con todo incluido. El diferencial fue siempre el frondoso jardín, un plus en CABA.
La realidad para el sector es que la crisis vino para quedarse por un tiempo.
Seis meses inactiva
Está más tranquila, aunque todavía no recuperada de la crisis económica originada a raíz de la pandemia. “Los alumnos volvieron a solicitar las clases de manejo, incluso hubo un pequeño repunte porque las personas quieren evitar el uso de transporte público”, le confiesa a Infobae Vilma Azcurra (72), la primera mujer en fundar una autoescuela en la Ciudad de Buenos Aires
Pero fueron casi siete largos meses de pérdidas. Su local ubicado en la esquina de Manuela Pedraza y 11 de Septiembre bajó las persianas el 19 de marzo y solo retomó en agosto. “Las escuelas de manejo estuvieron al pie del respirador, pero sin poder usarlo, y con amenaza de extinción. Siento que estoy en terapia intensiva”, admitió .
Al no ser considerado un rubro esencial estuvo más de lo tolerable fuera de actividad. El fondo de contingencia que tenía ahorrado desapareció una vez pasado el primer mes de la cuarentena. Debió costear un alquiler mensual de 22.500 pesos, pagar las expensas y los servicios, abonar el sueldo de sus tres empleados, enfrentar los gastos que le genera su flota de autos y buscar la forma de generar algún ingreso.
Vilma forma parte de la Asociación Academia de Conductores de la Ciudad y desde allí impulsó la aprobación de un protocolo sanitario para poder salvar la actividad. “Por suerte los alumnos se suman de a poco a los cursos, y hasta el momento, salvo una de las instructoras, no se registraron contagios. Usar el auto propio es una buena medida para evitar la propagación, por eso es importante que la gente venga a manejar”.
El cierre definitivo de un proyecto personal y laboral
En junio el ingeniero Gabriel González tomó “una de las decisiones más difíciles de mi vida”: cerrar de manera definitiva el alojamiento que había construido en Córdoba. Para despedirse, con una generosa dosis de humor negro, colgó en la fachada una pancarta que decía “QEPD Happy Hostel”.
Desde entonces no logró retomar su vida laboral. “Estoy viviendo en las afueras de Córdoba, mi vida hoy es bastante aburrida, hago trabajos freelance como ingeniero”, relata.
El proyecto hotelero -Happy Hostel- afrontó las reiteradas fluctuaciones económicas del país, sin embargo no resistió a los embates de tres meses de inactividad como consecuencia de la cuarentena obligatoria, social y preventiva dictada el 19 de marzo de 2020. Llegó a tener 75 camas con desayuno incluido, y logró posicionarse como un lugar de referencia en Córdoba para los visitantes de Argentina y el mundo.
“Lo que la gente a veces desconoce que sale caro cerrar un negocio”. Si bien su deuda es menor que hace unos meses, hoy sigue debiendo un millón de pesos. “Era pagar o comer”.
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