“Cuando comenzamos el proyecto del Ecoparque teníamos como premisa trabajar en la conservación de los animales para poder insertarlos en su ambiente natural y así fortalecer la biodiversidad en todo el país”, recordó Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires al referirse al nuevo programa que se suma al de los tapires y el de cóndores, con el objetivo primero de liberarlo en su ambiente natural.
“Con cóndores ya tenemos mucha experiencia de la cría en aislamiento y esperamos que con los guacamayos tengamos el mismo éxito”, agregó el funcionario.
A partir de la transformación del Zoológico de Buenos Aires, el Ecoparque reproduce ejemplares autóctonos con el único fin de liberarlos en zonas donde las poblaciones estén disminuidas o estén extintas como es el caso de estos individuos que se liberarán en el Parque Nacional Iberá dentro del programa de repoblación del Guacamayo Rojo realizado en conjunto con la institución Rewilding Argentina.
Ambas crías, que se encuentran en buen estado de salud, podrán ser trasladadas a los Esteros del Iberá cuando sean completamente independientes para alimentarse por sí mismas, lo que suele ocurrir entre los 4 y los 5 meses de vida.
Hasta el momento se liberaron 11 pichones de Guacamayo Rojo en Corrientes.
Ypy fue el primer guacamayo nacido con esta técnica, por eso su nombre significa “primera, origen o comienzo”, en guaraní. Nació el 19 de diciembre (se desconoce aún el sexo porque para saberlo se requiere realizar un análisis molecular) con un peso de 26,15 gr y el 4 de enero ya pesaba 232,3 gramos.
El nacimiento fue de forma asistida emulando el comportamiento natural de la especie ya que sus padres también suelen contribuir con el proceso de eclosión.
El segundo guacamayo, Tesãi (vitalidad en guaraní) nació sin necesidad de asistencia por parte del personal técnico con el mismo peso que Ypy (26,15 gramos) y comenzó el proceso de eclosión a las 14:25 y nació finalmente a las 15:35 del 22 de diciembre de 2020.
Cómo es el proyecto de cría en aislamiento
Debido a que la finalidad es liberarlos en el lugar al que pertenece la especie, el contacto humano se debe reducir al máximo.
Además, se debe imposibilitar que los pichones vean figuras humanas en la mayoría de sus manejos. Para ello se utilizan títeres durante la alimentación, mangas y capuchas negras, vidrios espejados, así como cortinas y cualquier otro elemento que permita desdibujar la imagen de las personas al tener contacto con los ejemplares, o bien impedirlo totalmente.
Los manejos llevados a cabo durante el proceso de alimentación, limpieza y la obtención del peso deben efectuarse en condiciones de aislamiento humano, mientras que el control sanitario puede realizarse en contacto directo, reduciendo al máximo el tiempo de manipulación de los ejemplares.
Durante el proceso tampoco se debe emitir ningún tipo de vocalización al momento de realizar manejos con los pichones y se debe intentar mantenerlos en grupo, siempre y cuando esto se encuentre dentro de las posibilidades.
En el día, se les deja correr grabaciones de ejemplares adultos de la especie, para que los pichones reconozcan los sonidos característicos que emite su especie desde edades tempranas.
Luego de aproximadamente los 80 días de vida criados en aislamiento, será necesario contar con, por lo menos, un adulto de la misma especie para que cumpla la función de nodriza, proporcionándoles a los pichones un modelo a seguir, a fin de que los mismos aprendan las vocalizaciones y los comportamientos adecuados. El grado de interacción entre el ave nodriza y el pichón difiere en cada situación, pudiendo desempeñar un papel activo en el cuidado de sus crías “adoptadas”, alimentándolas o acicalándolas, o sólo estando en recintos contiguos mediante separación física, para que los pichones puedan realizar el imprinting visual con la especie apropiada.
El uso de títeres sigue el objetivo de “no imprimir rasgos humanos a los pequeños guacamayos”. Los títeres, con forma de guacamayo, comienzan a ser utilizados para la alimentación de los pichones alrededor de los 20 días de vida, momento aproximado en el cual ya tienen sus ojos completamente abiertos.
Los muñecos también serán utilizados antes de que abran los ojos para poder habituarse al manejo necesario para el momento crítico de su utilización, la alimentación.
El tipo de dieta que tienen los pichones
Hasta los 80 días de vida ingieren una mezcla de Papilla neonatal especialmente formulada para pichones de guacamayos, diluida en Ringer lactato (solución isotónica de electrolitos) para los primeros 20 días de vida, que luego de ese momento se diluye en agua de filtro. La fórmula debe ofrecerse diluida, ya que la hidratación es vital para los pichones, y a su vez se busca imitar la consistencia del regurgitado con que los padres alimentan a sus crías. El agua que se le adiciona ayuda a hidratar al pichón y facilita la deglución, por eso el porcentaje de la misma es mayor durante los primeros días de vida y a medida que los pichones crecen va siendo cada vez más espesa.
En un comienzo, la dieta es proporcionada cada dos horas, sin embargo ese tiempo se evalúa prestando especial atención al comportamiento de los pichones en cada una de las tomas diarias.
A medida que ganan fuerza y el buche aumenta su capacidad a lo largo de los días, la fórmula se va espesando ligeramente, de manera que las tomas diarias disminuyen.
Para las dosis de papilla neonatal se utilizan jeringas de distinto tamaño según la edad del pichón, que se cargan con la solución preparada para alimentarlos y la cantidad final de solución por toma se da en cortos intervalos continuos, dando tiempo al pichón de ingerir sin ahogarse la totalidad de la mezcla.
La cantidad de solución brindada en cada toma dependerá del peso del pichón ese día tomado a primera hora de la mañana (previo a alimentarlo). Además, según la edad en días, se debe entregar por toma un porcentaje particular del peso diario. Las cantidades totales entregadas siempre dependerán de cada pichón.
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