A mediados del siglo pasado, el huillín comenzó a ser despiadadamente cazado por su piel, vendida para la confección de tapados de nutria. La matanza fue indiscriminada y puso a esta especie al borde de su desaparición en el sur argentino. Pese a que las capturas mermaron notablemente en las últimas décadas, el avance del hombre sobre su hábitat natural los puso nuevamente en riesgo. Actualmente se cree que en Argentina quedan solamente 250 huillines, de los cuales unos 200 viven en las aguas dulces del Nahuel Huapi y tan solo 50 en la costa marina de Tierra del Fuego.
Científicamente se los llaman Lontra provocax o nutria endémica de la Patagonia, es el único predador semiacuático nativo del Archipiélago Fueguino que habita en lo más alto de la cadena trófica y una de las especies principales en mantener el equilibrio de los ecosistemas costeros de esa zona fueguina.
Preocupados por esa realidad, la expedición La Delgada Línea Azul, en colaboración con la Fundación Rewilding Argentina, reunió a expertos para realizar el primer relevamiento ecológico sistemático sobre el huillín en Península Mitre, un sector de gran importancia para su conservación y un indispensable corredor biológico entre las subpoblaciones de la especie que habitan en el Parque Nacional Tierra del Fuego y la Reserva Isla de los Estados, para evitar su aislamiento poblacional y genético.
Con la meta de salvar a la especie amenazada, especialistas en huillines, reunidos en el Taller Binacional Argentina-Chile para la conservación del huillín (2018) remarcaron la importancia de estudiar a la especie que se busca salvar en sitios clave y desconocidos como la Península.
“Nuestro trabajo consistió en recorrer las costas de las distintas bahías de Península Mitre buscando signos que den cuenta de la presencia de la especie: madrigueras, huellas o defecaciones. Esto nos permite determinar qué tipo de hábitat o ambiente son los que más utiliza. Colectando las defecaciones podemos analizar la dieta de la especie e incluso, parásitos enfermedades, entre otras cosas”, explicó Alejandro Valenzuela, coordinador de las acciones para conservar al huillín para el Grupo de Especialistas de Nutrias de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN sus siglas en inglés) que desde el año 2005 trabaja en la conservación de la especie.
Valenzuela es doctor en Ciencias Biológicas, investigador del CONICET y profesor de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, y aseguró que al momento de culminar la primera parte de la expedición “estábamos preocupados ya que no encontramos signos actuales de presencia del huillín en sitios de Bahía Aguirre, donde sí teníamos algunos registros previos”.
Pero la bocanada de aire les llegó durante la segunda etapa: “Nos llevamos una gran sorpresa cuando encontramos registros de su presencia en todas las bahías del sur de la Península Mitre, incluso en áreas no descriptas previamente por la ciencia”.
El trabajo de investigación se dividió en dos etapas en las Bahías Aguirre, Sloggett, Buen Suceso y Valentín, más los sectores externos sobre el Canal Beagle. En los sitios con mayor actividad, desde 2013 fueron colocadas “cámaras trampas” para captar las imágenes que permitirán evaluar la actividad de los animales y el resto de los datos están siendo analizados por los investigadores para su posterior conclusión.
Los registros audiovisuales de las cámaras serán utilizados para definir la abundancia relativa de la especie en la península, y además determinar patrones de actividad diaria y solapamiento con otras especies y en particular con otros carnívoros, ya sean exóticos como perro asilvestrado (Canis lupus familiaris), visón americano (Neovison vison) y zorro gris (Lycalopex griseus), o nativos como el zorro colorado fueguino (Lycalopex culpaeus lycoides).
Gracias a esas cámaras y a la tecnología, los investigadores pudieron saber, entro otras cosas, que el huillín se reproduce cada dos años.
“La red de cámaras trampas que ya hemos colocado en todos estos años permite monitorear la población, sus comportamientos y ver qué podemos llegar a hacer en el futuro para protegerla de que no se extingan”, afirma Valenzuela sobre la importancia de esos objetos tecnológicos.
En ellas, además, “podemos ver las distintas interacciones, ya sean naturales (como se podría dar con un zorro colorado) o artificiales con alguna especie exótica como lo es el visón americano y permiten también estudiar comportamientos y hábitos del huillín, ya que es una especie de la que se sabe poco”, agrega sobre el trabajo de observación Alfredo Claverie, becario doctoral CONICET-UNTDF y miembro de la expedición que comanda Valenzuela.
Una esperanza para el huillín
El paso del hombre sobre ambientes naturales afecta y mucho a las especies que lo habitan ya que modifica el hábitat reduciéndolo o destruyéndolo, e introduciendo especies exóticas cuya reproducción se descontrola y que afecta a la nativa. Por ejemplo, el visón americano fue introducido por las granjas peleteras. Algunos lograron escapar de las jaulas y otros, debido al desborde de individuos, fueron abandonados en la naturaleza. Las otras especies exóticas introducidas en Tierra del Fuego son los perros asilvestrados y el ganado bagual.
Según le contó a Infobae Alejandro Valenzuela, existen tres subpoblaciones de huillines en esa provincia y dos de ellas se encuentran en el Parque Nacional Tierra del Fuego y otra en la Reserva Natural Provincial Isla de los Estados, ambas áreas protegidas. La tercera población habita en Península Mitre, una de las áreas naturales y corredores biológicos más importantes, pero sin protección de la mano del hombre.
“La gran importancia de Península Mitre, además de la vida de los animales que están ahí, es que genera ese corredor biológico que te mencionaba y que permite un flujo genético entre las poblaciones de huillines. De alguna manera es una esperanza para que las poblaciones se mantengan, porque corren un riesgo muy grande y cualquier evento podría afectarlas y hacer que desaparezcan. Por ejemplo, cuando se reproducen animales emparentados tienen crías con menos chances de supervivencia”, explica Valenzuela.
En ese sentido, “una de las bases para preservar una especie es proteger su hábitat. Hay proyectos de ley que crean el área natural protegida Península Mitre, pero aún no fue aprobado y se trata de una herramienta clave si queremos evitar una próxima extinción en Argentina”, aseveró Ángeles de la Peña integrante de la Fundación Rewilding Argentina.
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