Maestras del helado: tres mujeres “artesanas de la felicidad” en un oficio que siempre fue de hombres

Se metieron en un terreno masculino y con sus miradas le aportan sensibilidad, creatividad e innovación al rubro

Sandra, Teresa y María José no solo tienen en común su oficio, el de ser las maestras del helado artesanal, sino que además, su voluntad por llegar a un lugar donde hasta hace muy poco tiempo las mujeres no eran bienvenidas.

“Estamos en el corazón de la creación del helado argentino. Somos artesanas de la felicidad”, coinciden las tres. “Somos pocas en este rubro, pero vamos a ser más”, dicen. Ellas son ejemplo de que el antiguo oficio heredado de Italia, en especial de la región de Rimini, hoy no tiene género. De a poco estas empresarias van rompiendo con los prejuicios culturalmente instalados.

Tal es así que en 2019, por primera vez en su historia, la Asociación Fabricantes Artesanales de Helados y Afines (Afadhya) sumó tres mujeres a la comisión directiva, entre ellas Sandra Bortolot.

Sandra dirige hoy la heladería Piave

“Estoy en Piave desde la panza de mi mamá, ella se ocupaba de la caja y mi padre, Federico, que falleció hace unos meses, de toda la elaboración. Esta siempre fue mi segunda casa, donde venía después del colegio a jugar. En invierno cuando la cerraban la extrañaba muchísimo”, le cuenta Sandra a Infobae, la heredera de este espacio fundado en 1955 por un inmigrante italiano.

Las dos generaciones dentro de Piave. Sandra tiene como referentes dentro de la heladería a su madre, tías y abuelas quienes trabajaron en la parte administrativa del negocio familiar

Federico tuvo dos hijas que se vieron un poco obligadas a involucrarse en el negocio familiar por un mandato impuesto. ”Durante mucho tiempo no me dejaba hacer otra cosa, me imponía ser parte de Piave. Al tiempo pude encontrar mi lugar en la innovación de sabores que es lo que me apasiona. Hoy estoy detrás de la materia prima de excelencia, las tendencias y la puesta en marcha de novedades. Todo eso sin perder la esencia de lo artesanal”, admite.

En este tiempo logró incorporar su visión, re ambientando los locales, innovando con recetas como los bombones artesanales y los cannoli: “Los que más salen son los clásicos, el dulce de leche como siempre a la cabeza”, dice.

Teresa Pinto le pone alma y corazón a sus recetas, fue destacada con el premio emprendedora 2019 Almirante Brown

“Soy la mujer que se metió en el corazón de la fábrica... y le pongo el alma”, dice Teresa Pinto (69). “Te digo más: siento orgullo de meterme en un mundo tan masculino, siempre me han tratado bien y ayudado a crecer”.

Teresa junto a su marido son los dueños de Riviera una fábrica de helados artesanales en Adrogué, con locales en zona sur. “Hacemos de todo, desde tortas heladas, pasando por paletas y la pastelería. Me da mucha satisfacción ver a mis clientes disfrutar de lo que preparamos. En definitiva siempre estamos presentes en los momentos felices de las personas, es muy gratificante”, destaca.

Su camino para llegar al mundo de las heladerías fue peculiar ya que durante años tuvo una tintorería en Barrio Norte. “Me iba bien, hasta que surgió la posibilidad de comprar este local, era un mundo nuevo que me conquistó a los pocos días. Hago todo puertas adentro”.

Hace cuarenta anos que lo hace con pasión, lo que le valió más de un premio, entre ellos emprendedora de Almirante Brown en 2019. “También lo combiné con formar mi familia y pude criar a mis tres hijos, pero esta también es mi casa”, admite y se emociona: “Es mi pequeño gran orgullo”.

Cerca de cumplir 70, no está en sus planes jubilarse: “Tengo un corazón de 40, la vida me va a tener que jubilar”.

“Soy diseñadora de indumentaria recibida de la UBA”, cuenta con orgullo María José Saladino (42). “Ahora diseño helados en Napoli, y me encanta”. Este espacio fue fundado en 1954 por su padre José, un inmigrante italiano que después de seis décadas de éxito decidió jubilarse. Y Majo quiso seguir con el legado. Desde el 2006 está al mando.

José, María José e Hilda Saladino en la heladería Napoli

“Cuando me enteré que mi papá estaba cansado y no quería seguir le ofrecí tomar la posta. Para mí este lugar es muy especial porque prácticamente nací detrás del mostrador”, destaca.

Y sigue: “Todo lo hago con amor, como me enseñó mi padre, porque es un helado 100% tradicional con clientes que buscan eso. Lo que no cambia nunca es el uso de materias primas de primeras marcas y frutas naturales que compró en el Mercado Centra... otro de los secretos que me compartió él. Para nosotros, colorante y saborizante son malas palabras”.

“Creo que se viene una nueva generación de maestras heladeras mujeres, imaginate que soy la única en la heladería, por suerte tengo una hija que tiene ganas de seguirme”.

Majo Saladino es parte de AFADHYA, Asociación de heladeros/as artesanales del país

-¿Por qué hay pocas mujeres en las heladerías?

Sandra: Era un oficio que requería cierta fuerza física por las maquinarias. Además es una tradición italiana de inmigrantes con ciertos prejuicios de la época. Mi mamá acompañó a mi papá pero nunca se metió en la elaboración.

Teresa Pinto: Hoy se simplificaron los envases haciendo más fáciles de mover y manipular. Ya no hay excusa para no que podamos estar en la fabricación de los helados.

Majo Saladino: Si podemos cargar a un hijo de 20 kilos ¿no vamos a poder mover un tambo?

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