La historia de amor entre Roberta P. (25) y Facundo A. (38) comenzó en junio de 2019, cuando ambos coincidieron en un curso de inglés en Irlanda. Hubo química inmediata pero como ella se volvía a Italia al mes siguiente, él se quedó con ganas de conocerla un poco más y viajó a verla antes de regresar a la Argentina.
Roberta residía en Udine, un pueblo que queda a dos horas de Venecia, por lo que esa ciudad se convirtió en el punto de encuentro y compartieron 10 días juntos, que hasta incluyeron una salida con sus padres.
Oriundo del partido bonaerense de San Martín, Facundo arribó a Buenos Aires en septiembre y jamás se imaginó todo lo que pasaría después. “Cuando llegué dije ‘ya fue’, fue algo pasajero. No estaba previsto que la historia continuara”, recordó a Infobae, consciente de que el amor a la distancia es muy difícil de sostener.
Pero los planes de ella eran otros y en una de las videollamadas que mantenían casi a diario le confesó que lo extrañaba y que tenía ganas de venir a conocer la Argentina en diciembre para aprovechar su período de vacaciones. “Sacó el pasaje y se la jugó”, contó Facundo.
La joven italiana arribó al aeropuerto de Ezeiza el 22 de diciembre, ansiosa no solo por conocer los atractivos turísticos de la ciudad sino también el sur del país. “La llevé a conocer Bariloche, Villa Traful y pasamos la Navidad en San Martín de Los Andes. Fueron unos días maravillosos rodeados de un paisaje encantador”, relató Facundo, quien ya había organizado compartir fin de año junto a su familia. Ahora, le tocaba a ella conocer a los padres de él.
“A todo esto no éramos ni novios ni nada. Nos estábamos conociendo, viajábamos y la pasábamos bien. Así como habíamos estado un mes en Irlanda y 10 días en Italia, ahora nos tocaba compartir 15 días en Argentina y el 5 de enero se volvía otra vez a su país”, explicó.
Aunque no quería admitirlo, él se estaba enganchando más de lo deseado y se repetía así mismo: “Ahora sí, ya fue. La historia no creo que siga”. Pero la historia continuó, se consolidó aún más durante la pandemia y las ganas de un cuarto reencuentro seguía más latente que nunca a pesar de los cierre de fronteras y de las restricciones que imponía cada país para frenar el avance del coronavirus.
“Nos comunicábamos en inglés porque yo no hablaba español y él no entendía nada de italiano”, dijo Roberta a Infobae, quien aprovechó los meses de cuarenta para aprender el idioma y así desempeñarse mejor en su próxima visita.
“La idea era que ella volviera en las vacaciones de invierno de 2020 para quedarse durante un mes y medio en Buenos Aires y ver qué onda. Yo le dije ‘sí, probemos’ sin saber que la situación sanitaria se complicaría y que tendría que posponer su vuelo”.
Mientras tanto el encierro los hizo tener más tiempo para conocer aspectos más íntimos de la vida del otro y hacer catarsis de cuestiones personales. “Conectamos súper bien. Le conté sobre mi familia, mi trabajo, mis amigos; y ella sobre sus cosas. La pandemia nos terminó de unir y nos generó más ganas de vernos”, admitió Facundo.
A pesar de las ganas, la realidad contrastaba con ese proyecto porque la única manera de que un extranjero pudiera ingresar a la Argentina era acreditando ser familiar directo o con un permiso de trabajo. Fue ahí cuando Roberta empezó a estudiar alternativas y se le ocurrió aplicar para un trabajo donde buscaban a una maestra de grado bilingüe italiano-español para un prestigioso colegio italiano situado en el barrio porteño de Belgrano, que tenía su sede central en Italia.
Tras superar varias entrevistas, finalmente le confirmaron en octubre que había sido seleccionada para cubrir la vacante en Buenos Aires y desde la institución educativa la asesoraron para obtener la VISA de trabajo. “Poner todos los papeles en regla, entre sellos, apostillados, legalizaciones y tramitar el pasaporte me costó unos 1.500 euros”, contó la joven graduada en Ciencias de la Educación en la Universidad de Udine.
Roberta volvió a pisar suelo argentino por segunda vez el 14 de febrero de 2021, el día de los enamorados. Esa fecha tan simbólica fue la que bendijo la relación, que hoy atraviesa su mejor momento y los hace soñar con planes de agrandar la familia a futuro.
Vivir en el conurbano bonaerense
“Me gusta San Martín y moverme en colectivo. Para ir a trabajar me tomo el 161 hasta la avenida Cabildo y después camino un par de cuadras hasta el colegio”, aseveró la italiana, quien el martes 2 debutó como maestra titular de primer grado.
Trabaja doble turno, de 8 a 16 horas, y antes de volver a su departamento en el conurbano se encarga de los mandados para esperar a Facundo con la cena lista. “Si bien mi motivación de venir a la Argentina fue para estar con Facundo también tuve la posibilidad de encarar un proyecto profesional. Hoy trabajo de lo que estudié y tengo un muy buen sueldo”, se enorgulleció. “Estoy efectiva y gano $90 mil mensuales, un salario que está por encima de lo que cobra un docente argentino”, detalló
Consciente de que muchos argentinos abandonan el país para ir a probar suerte a Italia, ella hizo todo lo contrario y está fascinada con la cultura y la gastronomía local. “El sur tiene muchas cosas parecidas a Italia, sobre todo el paisaje. En todos lados me encuentro con gente que habla italiano. Me siento muy a gusto con la comida. No me costó adaptarme porque la forma de vida es muy parecida”, aseveró Roberta, quien se sintió súper integrada en su trabajo desde el primer día y destaca el excelente clima laboral que se vive en la escuela.
Mientras se adapta a su nueva rutina, Roberta tiene en mente visitar a sus padres en el receso escolar de invierno mientras que Facundo planea llevarla a conocer Cancún en el verano 2022. “Argentina es el primer país que visita de América. Estuvimos en Pinamar y le encantó la playa así que imaginate cuando conozca el Caribe”, concluyó el flamante novio, quien ya no duda del amor que siente por ella y apuesta de lleno a que la relación prospere “en Argentina, obvio”.
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