Estamos cerca de la conmemoración del día de la mujer. No es un día de “celebración y fiesta” sino lo contrario, es de lucha. Se recuerda a las mujeres asesinadas el 8 de marzo del año 1808, cuando las trabajadoras que reclamaban reducción de la jornada laboral a 10 horas y permisos para amamantar a sus bebés, murieron ciento cuarenta y seis calcinadas en el incendio intencional en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, el incendio se le atribuyó al dueño de la fábrica como respuesta a la huelga.
Pero como todo lo que es tocado por la sociedad de consumo, se está perdiendo ese día de lucha por un día edulcorado con corazones, bombones y colores pastel. Es justamente lo contrario. Es la denodada lucha de la mujer por la equidad en todo, no solo en lo laboral, sino también en lo social, lo político y en lo religioso. Y acá, si me permiten, rendiré homenaje a dos mujeres en mi vida que tuvieron gran predicamento: mi abuela materna, Doña Felisa María Deive Núñez Lorenzo, la cual pertenecía a la nobleza y no dudó en empuñar un fusil e ir a los montes en su pueblo natal, Ribadavia, para defender a los lugareños republicanos contra la falange española y que junto a las hermanas Touzas fueron silentes heroínas Ribadavienses en una España envuelta en sangre; y mi madre María del Carmen Lorenzo Deive Di Fazio, tenaz luchadora en un mundo de hombres que en los años ’40 del siglo pasado, junto a otras compañeras se unen y forman un sindicato para salvaguardar la labor de los obreros, obreras, empleados y empleadas de la industria del perfume. A esas mujeres que solas en una realidad totalmente adversa en una España medieval y una Argentina patriarcal, vaya mi reconocimiento y mi homenaje.
En nuestra nación el rol de la mujer fue sumamente importante desde el nacimiento de nuestra patria. Pero las han vuelto invisibles; tanto como la presencia de los africanos en Buenos Aires que eran casi la mitad de la población en la época del virreinato. ¿Qué sabemos de las mujeres en la época de las luchas por la independencia? Muy poco, casi nada. Y sin embargo, su rol en la lucha de la independencia fue crucial. Podríamos decir que gran parte de la gesta independentista se ganó en los conventos, los atrios de las iglesias, las pulperías, los prostíbulos y las tertulias. Sabemos de las grandes batallas pero no sobre el trabajo de inteligencia que realizaron las mujeres con ansias de libertad. Solo dos o tres son recordadas. Y la invisibilidad femenina en la construcción de nuestra nación llega hasta muy entrado el siglo XX.
Como muestra basta este hecho: en una ofensiva cualquiera que se luchó en nuestro territorio, una mujer podría haber atravesado el campo de batalla en medio de la refriega sin ningún daño, porque no era tenida en cuenta. La mujer debía ocupar el rol que las autoridades civiles y eclesiásticas le otorgaban, y nada más. Grave error. Belgrano, San Martín, Güemes y muchos otros, daban a la mujer un rol de preeminencia que luego la historia oficial fue borrando. Ellas eran las portadoras de los mensajes de los patriotas, era las que llevaban y traían las órdenes de los mandos militares, y eran feroces guerreras en la batalla y muchas obtuvieron sus grados militares y las que no estaban en el frente ayudaron con todo lo que podían para lograr la emancipación.
Hagamos un pequeño repaso de alguna de ellas, muy somero y breve. Pero, como siempre digo, busquen ustedes e investiguen, haría falta varios libros y no un artículo para poner a todas las mujeres olvidadas de la historia. Asimismo, propongo, con gran vehemencia, que el rol de la mujer en la historia sea un capítulo preponderante en los estudios de los colegios primarios, secundarios o terciarios y universitarios porque si estudiamos que San Martin junto al ejército libertador cruzó Los Andes sepamos también que María Remedios Valle fue “la madre de la Patria”.
La Beata María Antonia de San José (mama Antula)
Laica consagrada (Beata profesa) de la Compañía de Jesús, no dudó en enfrentarse al Virrey y a los Obispos para mantener vivo el espíritu de los Jesuitas expulsados y prohibidos. Emprendió un camino predicando los “ejercicios Espirituales de San Ignacio” desde su natal Santiago de Estero, llegó a Bolivia, de allí a Córdoba y después a Buenos Aires, donde funda la Santa Casa de Ejercicios Espirituales que aún existe en Av. Independencia y Salta. Su obra no se detuvo: cruzó el Río de la Plata, visitó Montevideo y Colonia del Sacramento, llegó a enfrentarse en varias oportunidades al virrey y al obispo y también fue consejera de ellos en la ciudad de la Santa Trinidad (hoy Buenos Aires).
María Loreto Sánchez de Peón Frías
Organizó y encabezó una red de mujeres espías al servicio de la guerrilla de Güemes ante las sucesivas invasiones realistas de las ciudades de Salta y Jujuy, cuya tarea contribuyó a desgastar al enemigo y frustrar sus planes. Juana Moro de López, Petrona Arias, Juana Torino, Magdalena Güemes, Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarrusa eran algunas de las mujeres que la secundaban en esta tarea.
Petrona Rosende de Sierra
Fue la primera periodista. Uruguaya nacionalizada argentina se convirtió en la primera mujer de esta región en crear un diario para difundir las cuestiones que les tocaban de cerca a toda la comunidad femenina. Fue la primera publicación feminista de la Argentina, se llamaba “La Aljaba”, y su lema rezaba: “Nos libraremos de la injusticia de los demás hombres, solamente cuando no existamos entre ellos”.
Manuela Pedraza
También conocida como “la Tucumanesa” por ser oriunda de esa provincia, se destacó en la reconquista de Buenos Aires (1806), enfrentándose a los ingleses junto a su marido, José Miranda, incluso después de que su marido cayera abatido por fuego de los invasores.
Martina Céspedes
Fue defensora de Buenos Aires ante la segunda invasión inglesa (1807). En complicidad con sus tres hijas logró tomar prisioneros a doce soldados ingleses tras hacerlos ingresar de a uno en su fonda, a donde éstos habían acudido en busca de Aguardiente.
Juana Azurduy
Altoperuana que junto a su marido, Manuel Padilla, reclutó soldados indígenas para las fuerzas patriotas, participó de las expediciones al Alto Perú y en la denominada “guerra de republiquetas”; período en el que perdió a su marido y a cuatro de sus cinco hijos.
Casilda Igarzábal de Rodríguez
Conocida por ser la esposa de Nicolás Rodríguez Peña, su accionar durante la “Semana de Mayo” nos muestra que fue un gran pilar en la construcción de la patria. Su casa fue punto de encuentro de los partidarios de la emancipación. Algunos de los personajes que traspasaron las puertas de su residencia fueron Manuel Belgrano, Juan José Paso, Manuel Alberti, Juan José Castelli, entre otros. Casilda fue una de los mejores agentes de inteligencia de la gesta emancipadora.
María Magdalena Dámasa Güemes de Tejada
“Macacha Güemes” fue la hermana de Martín Miguel y su mano derecha en toda la lucha del General en el norte Argentino. Junto a María Sánchez de Peón formó la liga de mujeres y, al morir su hermano, siguió sirviendo a la causa revolucionaria. Fue encarcelada junto con su madre y otros simpatizantes de su partido por el gobernador José Antonio Fernández Cornejo, pero fue liberada por lo que se conoce como “la revolución de las mujeres”.
María Remedios Valle
Junto a su hermana, su madre y su tía integró el grupo denominado “Las mujeres de Ayohuma”, mujeres afroargentinas libertarias que asistieron a los heridos y lucharon heroicamente en el Ejército del Norte. Por sus actos se le otorgó el nombre de “madre de la patria”. En las expediciones al Alto Perú perdió a su marido y a dos de sus hijos, pero sobrevivió a nueve heridas de bala, a ser condenada y a ser azotada. Antes que el gobernador Don juan Manuel de Rosas le otorgara una pensión de sargento mayor, María mendigaba en las iglesias de Buenos Aires, como lo muestra Grillo Castro en su pintura denominada “La madre de la patria”, que la destacaba en el eje central de la obra. En abril del 2013 se sancionó la Ley Nro. 26.852 que conmemora el “Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro”, instituyéndose como el primer reconocimiento legislativo de carácter nacional hacia los y las afrodescendientes. La fecha rinde homenaje a María Remedios Valle y se convirtió en un hito histórico en el camino de la visibilidad de los aportes de la comunidad afro en la construcción de la Argentina.
María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo
O mejor conocida como Mariquita Sánchez de Thompson. Fue una mujer perteneciente a una reputada familia de Buenos Aires, que un año antes de la primera invasión inglesa ya había logrado vencer las convenciones sociales de la época, al casarse con un primo y contrariando el deseo de sus padres. Posteriormente, Mariquita se convertiría en una de las primeras mujeres políticamente activas a favor de la Revolución de Mayo y la Independencia, capaz de realizar brillantes análisis políticos y en cuyas tertulias se dieron cita las personas más influyentes de cada época.
Rosa Guerra
Escritora y periodista, fue la primera dramaturga publicada, con su obra “Clemencia”. Fiel a sus convicciones feministas y lucha por los derechos de la mujer, no dudó en escribir una novela que desafiaba todos los estándares de la época “Lucía Miranda”, editada en 1860, que cuenta la historia de amor entre una dama española y un cacique indígena. Nunca contrajo matrimonio y murió a los 34 años.
Juana Moro
Compañera de las mujeres de Salta, espiaba montada a caballo los movimientos del enemigo por un territorio salteño que sólo conocía ella. Llegaron a apresarla, la obligaron a cargar cadenas e incluso fue detenida y tapiada en su casa, pero sobrevivió de morir por inanición gracias a su vecina que le pasaba agua y comida por un hueco en la pared. Desde ese momento la llamaron “la emparedada”. Siguió trabajando por la causa emancipadora disfrazada de gaucho o de viajera o de coya y pasaba a caballo desde Salta a Orán o a Jujuy, ciudades ocupada por los españoles. Ya consolidada la independencia argentina, seguirá trabajando con fervor y se apenará diciendo: “Lamento la postergación a que se relega al sexo femenino al no permitírseles jurar la Constitución Nacional”.
Juana Manuela Gorriti
Fue la primera novelista argentina. Nació en 1816, proveniente de una familia patricia, su padre fue el general Gorriti del Gobierno de Salta. Con la derrota de su padre se exiliaron en Bolivia, donde Juana Manuela se casó con Isidoro Belzú, que llegó a Presidente de ese país y fue asesinado en las guerras civiles del continente. Manuela había abandonado a su marido antes de su muerte para seguir su pasión por la literatura en Perú con sus hijas. La Revista de Lima reprodujo su trabajo. “La quena” (1845), su primera novela, es considerada el primer texto narrativo publicado por un autor nacido en el actual territorio argentino. Posteriormente publicó “El guante negro”, “La hija del mazorquero”, “Un drama en el Adriático”; “El lecho nupcial”, “La duquesa de Alba”, “Sueños y realidades”, “Vida militar y política del general don Dionisio Puch”, “Panorama de la vida”, “Peregrinación a la tierra natal” y “Lo íntimo”, entre otros trabajos sobre la historia de los próceres como el General Güemes y uno de los primeros folletines sudamericanos, “Peregrinaciones de un alma triste”
Hagamos un salto en el tiempo, y una vez ya consolidada la Argentina como tal, seguiremos con mujeres en la lucha por su reconocimiento.
Elvira López
La primera filósofa argentina. En julio de 1901, defendió su tesis doctoral que trataba sobre: “El movimiento feminista. Primeros trazos del feminismo en Argentina” se calificó como sobresaliente. Así, Elvira López se convirtió en la primera mujer doctora en Filosofía de la Argentina. ya había sentado ciertas bases feministas para mejorar la vida de ellas con más derechos y equidad. Junto con otras tantas compañeras -como sus hermanas Virginia y Ernestina-, instaló en la agenda política del momento la ampliación en el acceso a la educación, las demandas para reformar el Código Civil y deconstruir aquel lugar que les tocaba por el simple hecho de ser mujeres. A partir de sus investigaciones, llevó adelante los primeros debates sobre el reclamo por la ley de divorcio; la igualdad de los hijos legítimos y naturales; las reivindicaciones y propuestas para proteger a las mujeres trabajadoras y a las niñas de la pobreza. Elvira López es quien introduce el término “feminismo” en Argentina.
Julieta Lantieri
Fue la primera mujer incorporada al padrón electoral en América Latina. Durante su carrera fundó junto a Cecilia Grierson la “Asociación de Mujeres Argentinas” en 1904. Dos años más tarde se recibió de médica, siendo la quinta mujer en conseguirlo en nuestro país. Publicó artículos en revistas de divulgación científica, en congresos y en sus prácticas políticas. Impulsó varios congresos, entre ellos, el Primer Congreso Femenino Internacional, el Primer Congreso del Niño a nivel mundial. En 1920, organizó un simulacro del voto femenino sobre el cual Alfonsina Storni escribió una crónica del que fue un hecho verdaderamente revolucionario para la época.
Cecilia Grierson
Profesora y filántropa, fue la primera médica de nacionalidad argentina. De adolescente tuvo que ejercer de maestra primaria para ayudar a su familia; posteriormente logró el título habilitante de esa profesión. Luego, la enfermedad y deceso de una amiga le despertaron la vocación de la medicina. Consiguió recibirse y ejercer la profesión a pesar de ser mujer. Se desempeñó como obstetra y kinesióloga, especialidades en las que construyó una extensa trayectoria y alcanzó a publicar libros específicos sobre el tema. No logró, en cambio, trabajar como cirujana, a pesar de ser la primera mujer que obtuvo el título habilitante. Pero ¿por qué no podían estudiar las mujeres en la universidad? La ley no lo prohibía, lo prohibía el latín. Las clases se daban en su gran mayoría en latín: este idioma se estudiaba en el Colegio Nacional Buenos Aires que era solo para varones, por tanto para poder ingresar, debía saber esta lengua. La estudió de forma autodidacta y, ante el asombro de los profesores, su gramática y pronunciación fueron excelentes.
Amalia Celia Figueredo de Pietra
Nacida en Rosario el 18 de febrero de 1895 fue la primera mujer en pilotar un avión en Sudamérica en 1914 y una de las pioneras de la aviación mundial. Falleció en Buenos Aires el 8 de octubre de 1985, a los 90 años.
Emar Acosta
Fue una abogada y política argentina que ejerció como jueza y legisladora provincial, y fue la primera mujer en ser elegida para un cargo electivo en América Latina. En las elecciones de julio de 1934, en virtud de una reforma electoral que permitía el voto y la posibilidad de ser elegida para cargos políticos a las mujeres, fue elegida diputada provincial por el primer distrito de la ciudad de San Juan, por el Partido Demócrata Nacional. De esta manera, fue la primera legisladora en toda la historia de su país y de América Latina.
Alicia Moreau de Justo
En 1902, junto a un grupo de compañeras, fundó el “Centro Socialista Feminista” y la “Unión Gremial Femenina”. Después del fallecimiento de su esposo Juan B. Justo, continuó la labor política en su tarea del fortalecimiento de la mujer, sobre todo en cuestiones relacionadas con el derecho femenino al sufragio, los derechos laborales de los asalariados, la salud y la educación pública. Permaneció ligada a la vida política hasta su muerte en 1986, a la edad de 100 años, participando activamente en temas vinculados a la lucha contra la dictadura militar a través de la asociación permanente de los derechos humanos.
Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández
O más conocida como Lola Mora. Fue una escultora argentina que además incursionó en el urbanismo, la minería y las artes visuales. Se destacó en espacios generalmente vedados a las mujeres de su época y fue la escultora argentina más halagada y discutida de los últimos años del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Su obra más conocida es la “Fuente de las Nereidas”, un conjunto escultórico de mármol de Carrara que se inauguró el 21 de mayo de 1903 en el Paseo de Julio de Buenos Aires. En 2014, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez ordenó la recomposición de copias de las esculturas que Lola Mora había creado para las escalinatas del palacio legislativo y que habían sido retiradas por “representar a mujeres con el torso descubierto”.
Y si seguimos de a saltos, es imposible no mencionar a Eva Perón, quien marcó a fuego con su vida y no solo a la Argentina sino a toda Latinoamérica y gran parte de Europa. Pero de ella hablaremos en una nota aparte. Tuvimos, también, la primera mujer presidente de América Latina: María Estela Martínez de Perón, la esposa del expresidente Juan Domingo Perón. Tras la muerte de su marido y en su condición de vicepresidenta de Argentina asume la presidencia en 1974. Sin embargo, un golpe de estado en 1976 la saca del poder y encamina su exilio a Madrid. Más tarde en el tiempo tuvimos otra presidenta y actual vice-presidenta: Cristina Fernández de Kirchner.
La dictadura genocida desatada en nuestro país, tuvo su correlato de mujeres valientes que salieron a gritar a voz de cuello por la aparición de sus hijos. Son las “Madres de Plaza de Mayo”. Del grupo fundador de las mismas, tres fueron desaparecidas, torturadas y asesinadas: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino, María Ponce de Bianco, las religiosas católicas Sor Alice Domon y Sor Léonie Duquet, y siete activistas de derechos humanos.
Y así, llegamos a nuestros días. Faltan, en este artículo, miles de nombres de mujeres valientes que en cada pueblo, ciudad y provincia de nuestra patria, han levantado su grito y su puño para ser reconocidas. Hoy en día, si bien falta muchísimo, el rol y empoderamiento de las mujeres ha avanzado mucho; pero es empañada esa lucha con el horror de los femicidios, que en nuestro país, llegan a cifras horrorosas. Esperemos que pronto terminen estos crímenes, pero debe ser una lucha constante, todos los días para evitar este horror. Y que no solo la ley caiga sobre el asesino, sino sobre aquellos quienes las mujeres fueron solicitar a gritos ayuda y miraron para otro lado escudándose en miles de excusas, por ellos son los cómplices directos de los femicidios muchos de los cuales, se podrían haber evitado. Mientras esos cómplices no sean llevados a juicio y condenados, nada cambiará. Las mujeres seguirán yendo a solicitar ayuda y, en muchos casos, no serán oídas. Por tanto que el “Día de la Mujer” deje de ser solo una fecha en el calendario y que su labor y sus esfuerzos sean reconocidas todos los días del año.
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