El recuerdo de un artista integral: la vida de Carlos Ginés, un revolucionario de la radio en la Argentina

Fue locutor, músico, actor, compositor, pianista y una célebre personalidad de la radiofonía argentina. Trabajó en teatro de revistas, dirigió una orquesta y asumió la producción comercial de sus programas. Un repaso por sus 33 años de carrera

Guardar
Carlos Ginés nació el 31
Carlos Ginés nació el 31 de agosto de 1909 en Buenos Aires. Murió en la misma ciudad, el 31 de diciembre de 1965 a los 56 años

Esta historia empezó en la década del 50, cuando yo escuchaba la radio en la casa de mi infancia. A lo largo del día, el espectáculo sonoro estimulaba la fantasía de un chico que -sin saberlo- estaba cimentando su vocación. Inevitablemente, aquellas voces que salían del parlante iban a dejar un rastro imborrable. Veinte años más tarde, los hechos confirmaron esa predestinación. Me hice locutor y en marzo de 1971 comencé en Radio Belgrano un programa que se llamaba Charlando las noticias, en el que leía los diarios cada día. Eran dos bloques de 15 minutos cada uno, entre las 8 y las 9 de la mañana, entre los cuales Ricardo Jurado presentaba Felizmente Ford.

Aquella audición anduvo bien. Tuvo mucha audiencia, ganó un Martín Fierro y continuó un género que había iniciado en la década del 30 Enrique P. Maroni, locutor y letrista de tangos que leía el diario La Prensa por Radio Splendid. La pegadiza cortina musical de Charlando…, elegida por el productor Alberto Mata, era el tema de la comedia musical The fox, de Lalo Schifrin, en la versión pop de Hugo Montenegro. Y su reiterado “papapapapapáaaaa…” se convirtió en el sello inconfundible del programa.

Con silbidos, tarareos y breves locuciones entre los coros, le dábamos continuidad a las informaciones. De esa manera, el primer momento de la mañana era un encuentro cordial, pese a la gravedad de algunas noticias. Porque también entonces Argentina vivía momentos difíciles. La dura comprobación de esto me llegó el martes 13 de agosto de 1974. Ya estábamos en Radio Continental y ese día dejé de hacer mi programa, luego de que el ERP me condenara a muerte.

En Radio Belgrano, Carlos Ginés
En Radio Belgrano, Carlos Ginés fue el partenaire de Niní Marshall

Pese a ese doloroso final, Charlando las noticias me ha dejado un hermoso recuerdo, porque en ese ciclo pude dar las noticias sin solemnidad, manteniendo un clima cordial que evitaba la acidez editorialista. Mi propósito fue acompañar al oyente cuando recién se levantaba y contarle los títulos respetando su libertad para comenzar el día sin intoxicarlo. Por supuesto, hay otras modalidades y diferentes estilos, muy respetables. Pero yo creía -y sigo convencido de eso- que la radio tiene la misión de divulgar y entretener.

Eso mismo había hecho -décadas atrás- uno de esos programas que se oían en mi casa y que se convirtió en un modelo inolvidable. Salía al aire a la hora del desayuno y era inconfundible porque había sonidos de pitos y matracas, entremezclados con el ruido de ollas y sartenes golpeados con un martillo como si fueran una campana. Decían la hora, el pronóstico del tiempo, daban las noticias del día y además había misceláneas y canciones. En realidad, la música iba en vivo, porque un mismo locutor hacía todo eso y también cantaba y tocaba el piano, deseándole el “Happy birthday” a los oyentes que cumplían años.

El programa tenía un título que no dejaba dudas de su objetivo: “¡Levántese contento!”. Y durante varios años fue un notable suceso popular Lo conducía su creador, Carlos Ginés. Si hoy estuviese en el aire, volvería a revolucionar la radio.

Martillo y sartén en mano,
Martillo y sartén en mano, Ginés sonríe en la tapa de la revista Radiofilm. Conducía el programa "¡Levántese contento!”

Carlos Ginés fue un artista integral, completísimo: actor de cine, pianista, cantante, compositor y locutor. Trabajó en teatro de revistas, dirigió una orquesta y asumió la producción comercial de sus programas. En los últimos días, la información incluyó reiteradamente su mismo apellido y ese fue el obvio resorte que provocó mi asociación de ideas y este recuerdo agradecido.

Sé que contar historias implica el riesgo de estar al margen de la moda del presente perpetuo, que reemplaza una fugacidad por otra. Aún así, el cronista se asoma a 1965. Ese año, Los Beatles estrenaron Yesterday y los Rolling Stones dieron a conocer Satisfaction. Fue entonces cuando Leonardo Favio debutó como director de cine y presentó Crónica de un niño solo. Era el tiempo en el que Independiente derrotaba a Peñarol y ganaba la Copa Libertadores. Fue en 1965, exactamente el 31 de diciembre, cuando murió Carlos Ginés. Muy joven, a los 56 años.

Su carrera se desarrolló en escasos 33 años. Había comenzado como locutor de avisos comerciales en Radio Cultura, en 1932. Muy pronto se destacó por su versatilidad, porque en algunas emisoras tocaba el piano, en otras cantaba y también hacía diversos papeles en los radioteatros. Su creciente popularidad en la radiofonía le abrió las puertas del cine nacional y en 1940 debutó en El solterón, un film de Francisco Mugica cuyo elenco encabezaron Enrique Serrano y Fanny Navarro. De ahí en adelante su carrera cinematográfica fue permanente y actuó en: “Hogar dulce hogar” (1941), “Cada hogar un mundo” (1942), “16 años” (1943), “Los Pérez García” (1950), “Captura recomendada” (1950), “Pocholo, Pichuca y yo” (1951), “Con el más puro amor” (1955, estrenada en 1966), “La gorda” (1965). En “Los Pérez García”, versión cinematográfica del éxito radiofónico de Radio El Mundo, Carlos Ginés personificó a un vendedor de aspiradoras a domicilio. Es una escena desopilante.

En 1957 fue un consagrado
En 1957 fue un consagrado como uno de los astros más populares de la radio, junto con Luis Sandrini. Tres años después, Aptra lo reconoció el mejor animador del año

Luego, junto a la cantante Elsa Miranda actuó en Captura recomendada, en la que también tocó el piano y participó de la banda sonora del film. En cuanto a Pocholo, Pichuca y yo su papel fue el de un popular personaje que aparecía en la revista Rico Tipo.

Mientras tanto, no dejaba de trabajar en la radio. Su prestancia y su desenvoltura lo convirtieron en el interlocutor habitual de las grandes estrellas del humorismo, que lo elegían como eficaz partenaire. Augusto Codecá, Fidel Pintos, Tato Cifuentes y Niní Marshall -entre otros- le dieron un lugar preferencial en sus programas.

Carlos Ginés era el prototipo del animador. Tenía todas las condiciones: buena voz, simpatía, buen vocabulario y repentización. Era lógico que también se sumara a la televisión, esa novedad que apareció en 1951 cuando empezó a transmitir el Canal 7, que por entonces se llamaba LR3 Radio Belgrano TV en virtud de su vinculación con la emisora radial dirigida por Jaime Yankelevich.

Un recorte periodístico de la
Un recorte periodístico de la década del 50, con Carlos Ginés en el centro de la foto

Los programas salían al aire desde el pequeño estudio de Ayacucho y Posadas y también desde las instalaciones del Palais de Glace, en el barrio de Recoleta. Fue en esa épica televisión argentina en blanco y negro de la primera década que Carlos Ginés se convirtió en el conductor habitual de diversos programas de entretenimientos, entre otros: “Señora, sea práctica, Telesolfas” (1951), “De Cuba llegó el amor”, “Hágalo en un minuto” (1952), “Juguemos al oficio mudo”, “Puede sucederle a usted”, “Usted puede triunfar” (1954), “Cuide su negocio” (1955), “El club femenino” (1956), “Llévese todo” (1957), “Escuela para casados” (1958), “Variedades Odol” (1960). Como aún no se usaba el video tape, no hay registros visuales de este permanente desempeño de Ginés en el Canal 7. Sin embargo, pudimos descubrir un aviso publicado en los diarios que anuncia el programa “Variedades Odol”. Allí se destaca la novedad del sonido estereofónico y se ofrecen las instrucciones sobre la colocación del receptor para gozar del flamante descubrimiento.

Un dato más puede ayudar a comprender la importancia de Carlos Ginés: en 1960, en la segunda entrega de los premios Martín Fierro, Aptra lo eligió como el mejor animador del año.

Los jóvenes músicos del tango de hoy coinciden en señalar que Vanina Tagini es una de las grandes voces de la actualidad. Sus notables condiciones artísticas se suman una valiosa estirpe familiar, porque su abuelo Armando Tagini fue el letrista de grandes tangos como Marioneta, El recodo y Misa de once. Estas obras han sido grabadas por los más grandes intérpretes, como Gardel, Piazzolla o Rubén Juárez, lo que señala el nivel creativo de este poeta y la categoría que necesariamente debían tener los compositores a cuya música le pusiese sus versos. En ese podio estuvieron Juan José Guichandut, Rafael Tuegols y Ciriaco Ortiz, por ejemplo. Y uno más: Carlos Ginés. Porque este mismo actor, animador, locutor, cantante y pianista, también fue compositor. Y su tango Tu ausencia, con versos de Armando Tagini, refleja otra de las facetas de ese mismo locutor que entre pitos y matracas acompañaba a los oyentes de “Levántese contento”.

Carlos Ginés a la izquierda.
Carlos Ginés a la izquierda. A la derecha, Fidel Pintos. Entre ambos, el famoso automovilista Juan Gálvez

Ginés tocaba el piano. Lo hacía en el cine, también en la radio. Y durante un tiempo, en su propia orquesta de tango. Hasta ahora, no hemos encontrado grabaciones de ese conjunto. Tampoco sabemos si actuó con sus músicos en el teatro de revistas. Pero si hay constancia de que trabajó en el Teatro Maipo, en 1956, nada menos que junto a Nélida Roca, La Venus de la calle Corrientes, la vedette más famosa del género en la Argentina.

Mientras escribo esta crónica me llegan las métricas de los sitios de noticias más leídos en Argentina. Eso alienta mi ilusión de alguien agregue más datos a estos apuntes que estoy ofreciendo sobre Carlos Ginés. Apenas puedo agregar que también grabó canciones infantiles en el sello “Pulgarcito”, donde registró El trencito. Ese era el título de otros de sus programas de radio y él mismo compuso la cortina musical.

No tuve la suerte de conocerlo personalmente a Carlos Ginés. Sí a su mujer de toda la vida, la actriz y locutora Virginia de la Cruz. La recuerdo muy bien. Ella trabajaba en radio Argentina, en la casona de Uruguay 1237, entre Juncal y Arenales. Allí estaba también Radio Belgrano, donde yo hacía Charlando las noticias. Nos cruzábamos en el ancho hall de entrada, compartíamos el ascensor, nos veíamos en la discoteca que estaba a cargo de su amiga Nelly Boga, la esposa de mi operador Frank Boga. Virginia supo que aquel joven locutor admiraba a su marido.

Hoy que un inesperado accidente informativo lo permite, aprovecho para honrar a Carlos Ginés. Aquel “Levántese contento” de la radio amable y bienintencionada sigue vigente. Y podría ser una buena vacuna para la pandemia del desánimo y la desconfianza.

Seguí leyendo:

Guardar