El principio de la historia data de hace más de 2.400 años. El rey Asuero, soberano del Imperio Persa, festejó sus tres años de gobierno con un gran banquete. De la celebración participaron muchos judíos, honrados por la invitación, pero su esposa Vashtí se rehusó a cumplir con la petición real. El rey, entonces, la condenó a muerte. Sus asesores seleccionaron entre las jóvenes del reino a la bella Esther como su nueva soberana. Ella, por consejo de su tío Mordejai, asesor del rey y gran sabio judío, ocultó su origen. Ella sería pieza clave en la celebración moderna del Purim.
Pero eso sería siglos después. Mordejai, en aquel entonces, descubrió una conspiración para matar al rey Asuero. La denuncia ante las autoridades del palacio cosechó reconocimiento y distinción para el asesor. El ministro Hamán, quien gozaba de plenos poderes, quedó contrariado por la actitud de Mordejai. “Predispuso al rey en su contra y en la de su pueblo, logrando que el monarca firmara un decreto que ordenaba el exterminio de todos los judíos, apoderándose de sus riquezas”, reza el relato de la Organización Judía Mundial Menora, cuyo presidente es el Gran Rabino de la Comunidad Sefaradí de Buenos Aires, Isaac Sacca.
Pero la reina Esther, consultada por Asuero, pidió como deseo que le fuera perdonada la vida de su pueblo, su vida. Y señaló a Hamán como su potencial asesino. “Fue así que el rey ordenó utilizar la horca -preparada originalmente para Mordejai- para ejecutar al malvado Hamán. A Mordejai le fue concedido el puesto de Hamán y redactó un nuevo decreto que facultaba a los judíos portar armas y defenderse de sus enemigos”, describe el el relato. Así, en tierras persas, los judíos descargaron su felicidad el día 14 de Adar y el día siguiente, en la ciudad de Shushán, festejaron la salvación del pueblo hebreo.
La historia de Purim es cinematográfica. “Conmemoramos el acontecimiento histórico que fue la salvación de un decreto perverso para exterminar al pueblo hebreo iniciado por un ministro de la corte del emperador Asuero porque se enemistó con alguien que era de religión judía. No era suficiente vengarse contra él solamente, sino también decidió vengarse contra todo su pueblo”, relató el rabino Sacca.
Agregó: “Los acontecimientos que se relatan en el Rollo de Esther, en la Biblia, cuentan todo el desarrollo de esta historia y cómo al final las ideas y el plan cruel de Hamán fue desbaratado, él fue destituido de su cargo y los hebreos fueron aceptados como ciudadanos del Imperio Persa al igual que los demás ciudadanos de todas las religiones, y vivieron en paz. Este es el acontecimiento central que conmemoramos: la salvación como pueblo de un eventual exterminio”.
El rabino dijo que la historia esconde en su profundidad distintas capas: cada capa descubre un mensaje. Reflexiona sobre la tendencia del ser humano al reduccionismo, a los atajos históricos y las generalizaciones. “Decir ‘tengo problema con un judío’ no es tener un problema todos los judíos, ‘tengo un problema con un musulmán’ no con todos los musulmanes, lo mismo con un cristiano, un argentino, un americano. Ese fue el primer gran error de Hamán el ministro”. Dijo que todos los seres humanos tienen resabios de Hamán: “Podemos en algún momento de exacerbación, cuando bajamos la guardia, caer en este error, en el vicio de generalizar por el color, por la religión, por la nacionalidad, por el grupo, y no juzgar el bien o el mal en sí mismo”.
La segunda capa de entendimiento es la festividad de Purim que prepara para la Edad Moderna: “Es una fiesta de hace 2.500 años pero es la última prácticamente que nos prepara para la vida en la sociedad grande. Para los problemas que vamos a tener en la sociedad grande, cuando el mundo deja de estar compuesto por aldeas y se transforme en países con grandes cantidades de personas, ahí cuando vamos a tener problemas de reduccionismo, de la generalización, la necesidad de simplificar las cosas fáciles para que podamos entender más el mundo”.
Purim, que este año comenzó con la puesta de sol del jueves 25 de febrero y que termina la tarde del viernes 26, es conocido como el carnaval judío. “Es la festividad más alegre en el calendario hebreo primero porque en las prácticas se manifiesta mucho la felicidad, el festejo -calificó el gran rabino-. Tiene que ver con una sensación de felicidad impetuosa, que surge con mucha fuerza. ¿Cuándo uno tiene una experiencia muy muy feliz? Cuando las expectativas son pesimistas, cuando uno espera lo peor. Cuando uno ve que los acontecimientos nos conducen hacia lo peor y de repente notamos que el desenlace fue positivo, salvador, que todo lo que ocurrió en el transcurso del relato al final era bueno. La sorpresa hace que la felicidad sea todavía más fuerte. No es lo mismo una felicidad que uno ya va vislumbrando con el tiempo que una felicidad que surge espontáneamente cuando uno no se la esperaba”.
El cambio drástico del suceso generó una felicidad inesperada. “En Purim se dio vuelta todo. Ese es un mensaje interesante para todas aquellas personas que a veces estamos pasando por situaciones angustiantes y pensamos que todo es malo. La historia de Purim nos da una esperanza, una alegría: todo puede cambiarse y volcarse para bien”, expresó el rabino.
La Organización Judía Mundial Menora ensaya, a través de un comunicado, una lectura coyuntural del hecho histórico: “En tiempos como los actuales, el liderazgo positivo de Esther emerge como un faro para una nueva generación de mujeres, que buscan defender los derechos de las minorías oprimidas. Es un ejemplo de valentía y lucha. Representa a todas aquellas mujeres que persiguen ideales nobles y están dispuestas a sacrificar sus comodidades en pos del bienestar social, la justicia, la libertad y la paz”.
El Purim se celebra fundamentalmente con la lectura del Rollo de Esther, advierte Isaac Sacca. Es menester entender primero lo que pasó e incorporar las moralejas de la historia: “el mal no triunfa”, “no hay que generalizar”, “a veces las cosas pueden mejorar”. La celebración es con comida “porque la salvación fue la salvación del cuerpo”. La condena de Hamán era el exterminio físico. “Cómo físicamente se salvó el cuerpo, el festejo de Purim es mimar un poco al cuerpo. Se festeja con un banquete, con comida y con bebida. A diferencia de Janucá, que es una salvación cultural de la ideología hebrea, amenazada por los antiguos griegos. No hay festejo de comida, hay festejo de encendido de luces porque ahí lo que se salvó fue el espíritu”, explicó.
Se instaló una costumbre popular que la ley no especifica. El uso del disfraz no es una obligación de la festividad. Su explicación más criteriosa es la que aboga el rabino. En Purim se estimula la entrega de dinero o dádivas para democratizar el festejo: “Los sabios recomendaron que se usen en las fiestas caretas y disfraces para aquellas personas que deben pedir dinero no pasen vergüenza. Todos se disfrazaban, los que tenían dinero y los que no. De modo que no se sabe exactamente quién era el que pedía. Así también se lo empezó a asociar con el carnaval, que coincide en estas fechas, pero en realidad no existe tal asociación”.
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