El domingo 10 de octubre de 1965 Isabel Perón, 34 años, previa escala en Paraguay, llegó a Ezeiza en un vuelo procedente de España. A su esposo se le había ocurrido que su presencia sería útil para contrarrestar al líder sindical Augusto Vandor, quien apoyaba a Alberto Serú García como candidato a gobernador de Mendoza, en las elecciones que se celebrarían en abril del año siguiente, y brindarle su apoyo a Ernesto Corvalán Nanclares. Este no sería electo, pero sacaría más votos que el candidato del líder sindical.
Cuatro años antes, un sargento primero de la Policía Federal solicitó la baja. Se llamaba José López Rega, su madre había muerto cuando lo dio a luz, un 17 de octubre de 1916 y era un fanático del esoterismo. Como la tercera esposa de Perón.
Llegó a jugar en la tercera de River Plate, por un tiempo trabajó en una tintorería, vendía fantasías que él mismo hacía, hasta que en diciembre de 1944 ingresó a la fuerza, como un recurso para tener un trabajo fijo.
El año anterior se había casado con Josefa Maseda, dos años mayor que él. Y como fue destinado a custodiar el Palacio Unzué, usado por Juan Perón y su esposa mientras fue presidente, conoció a Evita. El vigilaba la puerta que daba a la calle Agüero. También comenzó a tomar clases de canto y tuvo oportunidad de cantar en un programa de Radio Mitre.
Ya retirado publicó, en noviembre de 1962, el libro “Astrología esotérica. Secretos develados”, en la editorial que él dio en llamar Rosa de Libres. En la década del 60, se había acercado a Anael, una logia con contenido ideológico y con elementos espiritistas, dirigida por el juez Julio César Urien.
En Suministros Gráficos, la imprenta donde editaba sus trabajos esotéricos, también imprimió panfletos del peronismo, que por ese tiempo se movía en la clandestinidad. Así lo conoció a Bernardo Alberte, un ex mayor del Ejército, que llegaría a ser delegado de Perón. Cuando López Rega se enteró que Isabel Perón iría a su casa en Yerbal, en Caballito, le pidió que lo invitase.
Y así López Rega conoció a Isabel. “Nuestra misión es traer a Perón a la Argentina”, le dijo. La entusiasmó cuando le aseguró que la imbuiría con el espíritu de Evita. “Yo soy el pararrayos que detiene todos los males enviados contra la salud del general”, le dijo enigmático. Y la conquistó.
La Astroagenda
Curiosamente, en 1965 editó la “Astro Agenda. Primera agenda astrológica”. Además de “Astrología esotérica”, también había publicado “Conocimientos espirituales”, que para ese año ya estaba agotada.
En la “Astro Agenda” de 1965, López Rega la presentó como un humilde aporte para la solución de los problemas del hombre común. “…ocurre que estás solo dentro del envase humano que nos del resto de la creación; también puede ser que te halles con el ánimo contristado porque algún problema parece no tener solución, o la indecisión de una fuerte responsabilidad te acompleja…”
En esta agenda, cada día del año contiene el santoral, la posición de los planetas, las horas favorables del día para la suerte y dinero; el amor; el trabajo y la mente, y unas seis o siete líneas con consejos, como los que usualmente aparecen en los horóscopos. Según se advierte en su primera página, fue “calculada científicamente por el astrólogo Señor José López Rega”.
El que llegaría a ser ministro de Bienestar Social escribió: “¡Desde las calladas letras de esta humilde Astroagenda, te digo, alza tu barbilla, eleva tu pecho, echa los hombros para atrás, siéntete personaje por fuera, y poco a poco por dentro lograrás serlo! ¡Respira fuerte y profundo y ya mismo habrás notado cómo tu problema ha perdido fuerza, puesto que ya interesado en este escrito lo has dejado de alimentar! ¡Un PROBLEMA pierde su fuerza si solamente se le otorga el justo mérito que tiene! ¡Pero siempre fuera de tu persona, nunca dentro!”
En sus primeras páginas, se ofrece listados de las comisarías de la ciudad de Buenos Aires, de los registros civiles, los correos, bancos, hospitales, juzgados de paz letrados, cines, teatros, iglesias, entre otros.
Incluye diversas tablas, para hacer multiplicaciones; calendario permanente, una clave interpretativa de las posiciones lunares y un modesto traductor a algunos idiomas de palabras básicas como los días de la semana o los colores.
Para el día que Isabel Perón había llegado al país, en la agenda puede leerse que el sol era el regente del día. Y pronostica: “Todo cuanto se encuentre dentro de las esferas oficiales, se verá obstruido. Dificultades para el comercio con objetos de arte. Conviene no discutir ni entablar pleitos. En la salud, molestias circulatorias y reumatismo”.
Y para el 17 de octubre, una fecha tan sensible para el peronismo, pronosticó: “Día de coraje, atrevimiento y energía emprendedora. Ayuda de amigos en cuestiones de ideales”.
En las últimas páginas de la agenda, había un “esbozo literario”, titulado “Los miedos humanos”, extraído del libro “Alpha y Omega”, cuyo autor era el propio ex policía.
López Rega le pidió a Alberte ser el custodio de Isabel, mientras permaneciese en el país. El ex militar accedió. El propio López se las arregló para convencer a la esposa de Perón de ser su secretario en Madrid. Llegó a España el 11 de julio de 1966. Primero alquiló un departamento, y cuando se hicieron más que habituales sus visitas a la residencia de Puerta de Hierro, logró hacerse nombrar empleado en la casa y pasó a vivir con los Perón.
Lo conocían como “Lopecito”, y para sus enemigos sería “el brujo”. Si bien Perón no lo tomaba demasiado en serio, lo que vino después demostró que López Rega tenía sus planes. Fuera de cualquier agenda astrológica.
Seguí leyendo: