Corría 1977 cuando el empresario ítalo francés Luchino Revelli-Beaumont presidía la filial de Fiat en Francia. Reportaba de modo directo a Umberto Agnelli, que había estado sentado en la sede central de la Fiat en Turín y en ese momento era senador nacional de su Italia natal. El clan Agnelli, además, era el sponsor y accionista principal de la Juventus.
Revelli-Beaumont, reportando a Agnelli, había hecho grandes negocios con la Unión Soviética por sus buenos vínculos con el Partido Comunista Italiano, había solucionado problemas con el Chile presidido por el socialista Salvador Allende y tuvo en sus manos la negociación con un emisario del jefe del ERP Mario Roberto Santucho para negociar la liberación del presidente de la Fiat argentina, Oberdan Sallustro. Negociación que fracasó porque cuando irrumpió la policía donde tenían escondido a Sallustro, uno de sus captores mató al empresario.
El clan Agnelli no cambió sus planes respecto de sus operaciones en la Argentina y fue un sponsor principal de la vuelta de Juan Perón a nuestro país. El artífice fue nada menos que Revelli-Beaumont, quien desde dos años atrás hablaba con los emisarios del ex presidente exiliado. Ese “embajador itinerante de la Fiat” jugó un rol central en el armado del vuelo de Alitalia que depositó al líder del Justicialismo de vuelta a su tierra tras 18 años de exilio.
-Mi padre ayudó a Perón a organizar el viaje de vuelta a Argentina. El avión lo pagó la Fiat. Por lo menos en parte – le dijo Laura, la hija de Revelli-Beaumont, a la periodista Alejandra Dandán en una entrevista de 2006.
El artífice de la colaboración de la Fiat y Revelli-Beaumont con el retorno de Perón a la Argentina fue un hombre cercano al líder justicialista en el exilio, que ya había cumplido varias misiones – muchas veces contradictorias – por orden del general. Su nombre era Héctor Orlando Villalón, a quien todos le decían “El Pájaro”.
Por el papel desempeñado, Revelli-Beaumont fue nombrado por Agnelli al frente de Fiat Argentina desde 1973 y 1976 durante los años turbulentos del tercer gobierno peronista. El ejecutivo salió indemne y viajó a un destino que no prometía turbulencias.
Secuestro en Francia
Mientras la Argentina era gobernada por la dictadura más sangrienta, el empresario de la Fiat fue premiado con estar al frente de las operaciones en Francia. Un destino de apariencia serena y candorosa.
Sin embargo, en plena primavera de 1977, cuando la capital francesa celebra la floración de las rosas, un grupo comando logró interponerse en el auto de Revelli-Beaumont, en el oeste parisino, muy cerca de Roland Garros.
Con el jefe de la Fiat capturado, los secuestradores recorrieron 25 kilómetros hacia el sur de París hasta Verrires Le Buisson, un bucólico pueblo de 15 mil habitantes y lo metieron en el sótano de una casona del 1800. Desde teléfonos públicos se comunicaron con la Fiat y con la esposa del empresario, radicada en Ginebra, Suiza.
Una jubilación anticipada
-Queremos treinta millones de dólares.
Para despistar sobre su origen, los secuestradores emitieron un comunicado, reproducido en Le Monde y en otros medios, que tenía la melodía de las gloriosas jornadas de la Revolución Francesa de julio de 1789.
Comenzaba así: “A los obreros europeos, nord-europeos y japoneses, a sus hijos, a nuestros pueblos del Tercer Mundo, a nuestros camaradas”.
Tras dos meses y 27 días, con 58 años de edad, Revelli-Beaumont recuperó la libertad. Oficialmente, la Fiat había pagado menos del 10 por ciento de la pretensión de los captores: dos millones de dólares. Pero algún secreto había porque tras su cautiverio, ya que el empresario fue jubilado y un informe médico lo declaró “insano en un 100 por ciento”.
Si eso puede resultar una intriga difícil de interpretar, un dato resulta incontrastable: Umberto Agnelli, su ex jefe al que había reportado muchas actividades sensibles no lo vería nunca más. La Fiat no pagó siquiera la atención médica de su ex ejecutivo pese que los psiquiatras decían que estaba “insano”.
Una redada en Madrid
Siete de los secuestradores –seis de ellos argentinos- fueron detenidos poco después en España. Todos invocaron un móvil político antidictatorial en el secuestro de Revelli-Beaumont, razón por la cual la Audiencia Nacional de España no acordó las extradiciones a Francia y los liberó en julio de 1977.
Pero otro implicado argentino fue detenido ese mismo mes, también con antecedentes en el peronismo de derecha. Era Héctor Villalón, el hombre que había puesto en contacto a Revelli-Beaumont con Perón, quien se presentaba por entonces como hombre de negocios con residencias en Francia, España y Suiza.
Existían, de hecho, intercambios de llamadas telefónicas con los secuestradores en Zurich y Ginebra. Finalmente, Villalón fue puesto en libertad. En 1980, sin embargo, “la justicia de París condenó en contumacia a cadena perpetua a los siete liberados de España”, relató el periodista Walter Goobar.
Acusado por la hija
La hija del ejecutivo, Laura Revelli-Beaumont acusó a Villalón, antiguo amigo de su padre, de ser el cerebro del secuestro:
-Ni el gobierno italiano ni el francés querían que el dinero para liberar a mi papá fuera pagado en su suelo. Villalón fue tan inteligente que planificó y mostró todo como un secuestro político. El secuestro era una idea criminal porque Villalón quería crear un banco. Y esto explica la locura de la suma del dinero que nos pidieron: ¡30 millones de dólares en 1977! – dijo en la entrevista con Dandán en 2006, al reabrirse la causa.
En la edición del 28 de diciembre de 2007, el diario parisino Le Monde se ocupó del tema.
Revelli-Beaumont, después de 30 años de hermetismo, se sentaba en un restorán con un periodista de ese matutino. El encuentro fue en Courmayeur, una localidad alpina italiana lindante con Francia y Suiza. Tras tres décadas en Ginebra y sin hablar, el empresario con 88 años había dado el visto bueno para que su hija Laura iniciara una acción penal contra el Estado francés por “faltas graves”.
Según Le Monde el giro había comenzado en enero de 2006 cuando Juan Gasparini, periodista de investigación argentino radicado en Ginebra, contara con documentación probatoria de que Héctor Villalón era nada menos que “el cerebro” del secuestro de su amigo.
“Riquísimo empresario argentino –dice Le Monde- que siempre mezcló política con negocios, Villalón, que hoy tiene 77 años, pasa sus días tranquilamente en San Pablo, Brasil”.
Villalón había sido arrestado en julio de 1977, a partir de seguimientos telefónicos comunicados por Suiza (a la Justicia francesa), el país donde fue pagada la liberación del empresario. Él había recibido llamadas de los secuestradores a su domicilio en París.
El artículo –basado en el diálogo con el propio Revelli- Beaumont- dice que Villalón pretendía que esas comunicaciones eran para poder intermediar con María Elda, la esposa del secuestrado. Sin embargo, la Justicia francesa nunca citó a María Elda para verificar o desmentir la coartada del “Pájaro” Villalón.
En febrero de 2007, ante la deserción de la justicia francesa, la propia esposa del empresario hizo en Ginebra una declaración en la que certificó que Villalón nunca fue intermediario de nada.
Perón y Villalón
Héctor “el Pájaro” Villalón había sido uno de los integrantes del círculo más íntimo de Perón, junto con José López Rega y el empresario Héctor Antonio, al tiempo que no cesaba de desarrollar sus negocios en Europa. Además de manejar la concesión de la venta de tabacos cubanos que Fidel Castro le había cedido a Perón a principios de los ’60, había creado una asesoría de empresas en Madrid y otras dos compañías radicadas en Ginebra.
Debido a esas actividades, Villalón había trabado amistad con Revelli-Beaumont.
En febrero de 1973, cuando un mes antes de las elecciones en Argentina, el dictador Alejandro Lanusse viajó a Madrid y se entrevistó con Francisco Franco, Villalón ofició de vocero de Perón para criticar ese viaje:
-La visita de Lanusse a Madrid está llena de imprudencias. La primera de esas imprudencias es haber venido a firmar acuerdos sin haber consultado a los candidatos a la presidencia por los sectores mayoritarios, que son el doctor Cámpora y el doctor Balbín. Esto no podía hacerse sin consultar por las implicancias posteriores en cualquier relación internacional – dijo ante los micrófonos de los periodistas que viajaban con la comitiva de Lanusse.
Se lo entendió como un mensaje de Perón.
De Perón a Massera
Juan Domingo Perón murió el 1° de julio de 1974 y el gobierno de su viuda, Isabelita, lo sobrevivió menos de dos años. Héctor Villalón, mientras tanto, seguía haciendo negocios en Europa –varias fuentes coinciden en señalar que su fortuna creció sideralmente mediante una estafa al gobierno cubano con la concesión del tabaco– y también se dedicaba a profundizar vínculos políticos internacionales que muy pronto le serían útiles.
En 1975, Envar El Kadri, amenazado por la Triple A había partido al exilio en Damasco, donde un hermano de su padre le había dado albergue. El choque cultural era muy fuerte y se decidió a viajar a Madrid donde, por lo menos, hablaría en su propio idioma.
En la capital española se encontró con Villalón, a quien ni veía desde que había armado aquella confusa historia de guerrilla peronista en 1963. El Kadri lo vio igual a sí mismo: hablaba hasta por los codos, le contó que pronto iba a ir a ver a su amigo (el almirante Emilio) Massera para llevarle una caja de puros que le había mandado su amigo Fidel Castro y buscar juntos la forma de apoyar a Isabelita, y al final le prometió buscarle un trabajo.
Como 12 años antes en Montevideo, esa vez en Madrid volvió a mentirle descaradamente.
En lo que no le mintió fue sobre su amistad con Massera. Después de perpetrado el golpe del 24 de marzo de 1976, Massera realizó una gira por Medio Oriente y Europa.
En Paris, Correo Argentino, un periódico dirigido por los argentinos Gustavo Roca y Eduardo Luis Duhalde que denunciaba las atrocidades de la dictadura, reveló los contactos de Massera con Villalón y otros dirigentes peronistas.
La nota se titulaba “Cómo se negocia la resistencia obrera y la sangre derramada” y decía: “De regreso de su viaje a Arabia Saudita, el Almirante Massera concurrió a Madrid y París donde se entrevistó con notorios peronistas que estaban reunidos en sendos cónclaves. Entre ellos, Héctor Villalón, Casildo Herreras, Sobrino Aranda, Díaz Ortiz, Vitar, junto a otros insospechados concurrentes”.
¿Agente de la CIA?
Cuando la Justicia española decidió reabrir la causa por el secuestro Revelli-Beaumont por considerar que no se había tratado de un crimen político, Héctor Villalón estaba viviendo en Brasil, sin que existiera la posibilidad de extraditarlo.
En esos casi veinte años transcurridos desde el secuestro, había demostrado ser un jugador de primera línea en los oscuros vericuetos de la política y el espionaje internacional.
Tras la caída del Sha Reza Pahlevi en Irán, los “guardianes de la revolución” del nuevo régimen islámico conducido por el ayatolah Jomeini tomaron la embajada de los Estados Unidos en Teherán, a cuyo personal mantuvieron cautivo durante más de un año.
El periodista Walter Goobar relató que “durante esa larga crisis, Villalón se convirtió en el principal mediador entre los negociadores de ambos países, al punto que se lo considera autor del borrador de la carta mediante en la que el presidente Jimmy Carter, en 1980, se disculpa ante el ayatolah Jomeini. Los rehenes fueron liberados a cambio de armas. Ese mismo año estalló la que iba a ser una cruenta guerra que se extendió por espacio de ocho años entre Irak e Irán, guerra que le permitió a Villalón hacerse inmensamente rico al asociarse con la CIA en el Irangate. En 1991 una investigación del Senado norteamericano concluyó que Villalón estaba vinculado a la CIA en las operaciones ilegales de armas para Irak, algo que por supuesto el aludido no acepta”.
Goobar, que por entonces trabajaba en Suecia, denunció a Villalón cuando este viajó a ese país y se entrevistó con el primer ministro Olof Palme como enviado de Jomeini. Al día siguiente del encuentro publicó en el diario Aftonbladet la historia de Villalón, acompañada de la foto del pedido de captura de interpol.
El Pájaro voló raudo de Estocolmo.
Las offshore del Pájaro
La política de alto nivel –pero en las sombras– y el espionaje fueron dos de las fuentes mediante las cuales Héctor Villalón amasó una fortuna en constante crecimiento.
Una investigación hecha pública por el periodista Juan Salinas asegura que entre 1979 y 1998, El Pájaro figuró en por lo menos siete empresas radicadas en el paraíso fiscal de Panamá: Sociedad Nacional de Hidrocarburos de Panamá SA, Petrotécnica International Inc, Techno Holding Inc, International Consultant Ltd Inc, TelCel de Panamá SA, Telelatina International Wireless Inc y PCN Panamá SA.
Para 2016 esas siete sociedades offshore continuaban en actividad y Villalón figuraba como uno de sus miembros.
Paradero desconocido
Par entonces se le había perdido el rastro. La última información que se tiene de él data de 2007, viviendo en Arizona, Estados Unidos, sin que jamás se hiciera efectiva la orden de captura librada por Interpol.
Ese año viajó brevemente a la Argentina para -egún sus propios dichos– asesorar al falso ingeniero Juan Carlos Blumberg que se había anotado como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Después de eso, su paradero es un misterio. Si sigue con vida, en octubre pasado cumplió 90 años.
Seguí leyendo: