Ayer por la noche, en la esquina donde estaba ubicada la embajada de Israel que sufrió el ataque terrorista el 17 de marzo de 1992, una de las muestras que recordaba y homenajeaba lo sucedido aquel día fue profanada.
Dicho recordatorio, emplazado en la intersección de Arroyo y Suipacha, albergaba la réplica de un candelabro que fue encontrado intacto entre los escombros tras el atentado. El vidrio fue destruido y el candelabro sustraído del lugar en el que estaba ubicado.
A partir de lo acontecido, la plaza contará con vigilancia policial las 24 horas y permanecerá cerrada durante la noche.
La réplica robada fue parte de una campaña de memoria del atentado, acompañada por escombros y objetos rescatados tras el suceso. El más significativo era este candelabro que representaba a una imponente menoráh (candelabro de 6 brazos), que fue encontrada intacta luego de la explosión. La figura original se encuentra en el ingreso de la nueva sede diplomática.
“En conmemoración de los 27 años del atentado a nuestra embajada, inauguramos en Diputados una instalación con objetos y escombros que nos recuerdan lo cerca que vimos al terrorismo. Agradecemos a los Diputados presentes por su compromiso con la memoria”, comunicó la embajada de Israel en Argentina en 2019. La muestra luego fue trasladada a dicha plaza.
En la parte inferior, el candelabro lleva inscripta una frase que fue inmortalizada por las autoridades judías para describir la magnitud del suceso: “Y le contarás a tu hijo que al terrorismo lo vimos así de cerca”.
La leyenda fue colocada en diferentes lugares de la ciudad de Buenos Aires. En cada cartel se colocó la misma fotografía en la que es posible sentirse presente en una escena que muestra al edificio de la embajada destruido instantes después del estallido. En dicha imagen se exhibe el humo saliente, los escombros y la desesperación de quienes intentaban ingresar para socorrer.
Aquella tarde de hace casi 29 años se produjo el primer atentado terrorista internacional en la Argentina. Una camioneta Ford F-100 conducida por un atacante suicida y repleta de explosivos químicos volaron la entrada de la embajada, ocasionando 22 muertes y 242 personas heridas.
El impacto no sólo destruyó por completo la sede diplomática, sino que dañó de forma considerable una iglesia y una escuela cercanas. Entre los fallecidos –además de argentinos e israelíes– hubo ciudadanos bolivianos, un uruguayo y otro italiano. También unas ancianas alojadas en un geriátrico ubicado enfrente de la sede diplomática, ocasionales peatones y hasta un sacerdote.
Según los testimonios de los sobrevivientes y quienes estuvieron al momento del atentado, fue innumerable la cantidad de personas que se sumaron al salvamento y la asistencia a los heridos, con la remoción de los escombros y el traslado de víctimas a hospitales y centros de salud, entre tantas otras acciones. A su vez, cientos de profesionales de la medicina y la emergencia se pusieron a disposición de la forma que merecía semejante tragedia.
Por ese hecho, la Corte Suprema pidió –recién en octubre de 2005– la captura internacional del agente de Hezbollah Hussein Mohamad Ibrahim Suleiman, que hasta el momento sigue vigente y nunca se concretó. Está acusado de haber ingresado al país, a principios de 1992, los explosivos que fueron utilizados en el coche-bomba que detonó frente a la sede diplomática israelí.
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