Adrián Ezequiel Bracamonte es transgénero. Tiene 40 años y a pesar de que nació mujer se siente varón desde que tiene uso de razón. Nunca llegó a percibirse como una lesbiana pero tampoco sabía qué hacer con su identidad sexual. Pero todo cambió cuando el reality Gran Hermano decidió incorporar por primera vez a un participante trans y visibilizar a través de su historia la dura realidad que atraviesan estas personas.
“En ese entonces yo tenía 33 años y solo había experimentado discriminación y falta de trabajo. Era frustrante tener que presentar un CV y ver la cara que ponían cuando observaban que en el nombre no tenía nada que ver con mi cara. Pasé momentos terribles”, admitió Adrián a Infobae, quien ya había comenzado a lucir y vestirse como varón.
A pesar de ser uno de los primeros en conseguir el nuevo DNI con su cambio de género, en 2011, no le resultó fácil insertarse en el mercado laboral. Hizo todo tipo de changas e incursionó como albañil, jardinero, personal de limpieza y auxiliar de cocina.
En este último rubro fue donde más cómodo se sintió y tras adquirir experiencia en distintos restaurantes de “Caminito”, en La Boca, la pandemia frustró sus ilusiones y volvió a quedar desocupado.
“Lamentablemente mi condición sexual hizo que siempre me pagaran menos y en negro. A pesar de desempeñarme como cocinero, en mi último trabajo me abonaban un sueldo como auxiliar de cocina. Nunca recibí lo que me correspondía”, se indignó.
Pero su suerte cambió el 28 de enero cuando recibió un mail de la empresa “CSI Control y Seguridad Inteligente”, que lo convocó para una selección masiva de personal en el Estadio Malvinas Argentinas. Se trata de la primera firma privada del país que incorporará a personas trans a su staff de vigiladores privados.
“Una amiga me pasó el dato del flyer que había publicado CSI en distintos grupos de Facebook de la comunidad trans, donde compartimos propuestas laborales. Cuando leí que los únicos requisitos eran tener el secundario completo y más de 21 años me entusiasmé y no dudé en aplicar”, relató a Adrián, quien menos de una semana después fue llamado para tener una entrevista presencial.
“Fue una charla a corazón abierto donde me hicieron sentir muy cómodos. Fueron muy respetuosos conmigo al escuchar mi historia”, recordó en alusión a la reunión que mantuvo con Eduardo Sempé y Leonardo López, los dueños de la empresa, quienes se encuentran tramitando todos los permisos para sumarlo a CSI.
“Es el primer trabajo en blanco conseguí en mis 40 años de vida”, se enorgulleció Adrián, agradecido por esta nueva oportunidad de dedicarse a tareas de seguridad privada en eventos masivos, bares y discotecas.
“Somos conscientes de que la población trans ha sido históricamente excluida y discriminada en el mundo laboral, y como empresa buscamos revertir esta situación. Queremos promover y acompañar la inclusión y que todas las personas, independientemente de su identidad de género, ya sean travestis o transexuales, accedan a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo”, remarcó a Infobae Eduardo Sempé, uno de los socios fundadores de CSI.
Y agregó: “La realidad de las personas trans en nuestro país es muy dolorosa. Las historias que nos cuentan en las entrevistas son muy fuertes y movilizantes. Personas en su gran mayoría relegadas y discriminadas, pero con una fuerza increíble para seguir adelante y encontrar igualdad de oportunidades en nuestra sociedad. Es ahí donde nosotros queremos contribuir y ojalá muchas más empresas se sumen también en este camino”.
De las 150 personas que se presentaron, unas 50 quedaron seleccionadas y está previsto que haya una nueva convocatoria a nivel nacional. “Fue la primera entrevista en la que me pude sentir aliviado, mostrándome sin caretas y sin ocultar nada. Antes de la mastectomía yo era un chico que agachaba la cabeza y lo único que hacía era trabajar y decir a todo que sí”, recordó Adrián, a diferencia de ahora que se siente más conforme y seguro con su nueva apariencia.
Adrián se hizo la mastectomía bilateral (la cirugía para extirparse las mamas) hace un año y anteriormente había comenzado con el tratamiento con testosterona para generar, entre otras características, vello facial y corporal, lograr que se engrose la voz y que se retire la menstruación.
A diferencia de muchos de sus pares, que sufrieron la discriminación hasta dentro de su propio hogar, su familia lo apoyó desde el comienzo y logró formar pareja hace 15 años. Incluso, se convirtió en “papá del corazón” del hijo de su mujer, a quien conoció cuando tenía 6 años y prácticamente se crió con él. “Mi hijo fue quien me dio fuerzas para salir adelante, para salir a pelearla. Todo lo que hago es por él. Hoy ya tiene 21 años y nunca le faltó nada gracias a mi sacrificio”, aseveró.
A pesar de la sanción de la Ley Diana Sacayán, que propone instituir el cupo laboral travesti trans del 1% en la administración pública nacional para personas travestis, transexuales, transgéneros y masculinidades trans, la expectativa dista mucho de la realidad. “La militancia me robó el corazón porque más allá de todas las luchas de las que formé parte para que se respetaran nuestros derechos siento que todo sigue igual, que seguimos sin ser tenidos en cuenta”, se lamentó Adrián, quien actualmente vive de un emprendimiento gastronómico propio que montó junto a su mujer.
Es que por la crisis económico que acrecentó la pandemia, cerró el restaurante donde trabajaba como cocinero y se puso a amasar y a preparar tortas en su casa para vender a través de una página de Facebook llamada “Comán Che”. “Ahora estamos subsistiendo gracias a eso, pero no tenemos un ingreso fijo. Por suerte nos está yendo bastante bien pero yo estoy muy ilusionado con lo de empezar a trabajar en la empresa de seguridad. Eso es algo que me gané yo solo, por mi perseverancia y donde voy a poder mostrarme como soy”, aseguró entusiasmado frente al nuevo desafío que lo espera por delante.
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