Cuando las vacunas sobran: por qué inocularon a tres periodistas, tres dirigentes sociales y una diputada en un hospital de Tartagal

El hecho causó controversias en la provincia de Salta. En el Hospital Juan Domingo Perón aplicaron la Sputnik V en personas que no pertenecen al personal de salud y que no son población de riesgo. ¿Qué pasa cuando una dosis de la vacuna sobra?

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En el Hospital Juan Domingo Perón de Tartagal ya se aplicaron cerca de 1.400 dosis de la Sputnik V
En el Hospital Juan Domingo Perón de Tartagal ya se aplicaron cerca de 1.400 dosis de la Sputnik V

Las primeras vacunas contra el coronavirus llegaron al país el jueves 24 de diciembre, horas antes de la Nochebuena. Las 300.000 dosis de la Sputnik V arribaron en un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas. Cinco días después, el martes 29 de diciembre, comenzó la fase de ejecución del Plan Operativo de Vacunación desde las nueve de la mañana y en simultáneo en todo el país. El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, lo calificó de “epopeya” y presumió haber dado inicio a “la campaña de vacunación más grande de la Argentina, con equidad e igualdad de derechos”.

A Salta llegaron 4.050 dosis. A Tartagal, situada en el noreste de la provincia y ciudad cabecera del Departamento General José de San Martín, le correspondieron 450, de acuerdo a la confirmación de la licenciada Carla Vesprini, responsable del operativo de vacunación provincial. La mayoría fueron almacenadas en el Hospital Juan Domingo Perón, que invirtió en la compra de congeladores especiales para el resguardo de las dosis. Las restantes fueron derivadas a las áreas operativas de Mosconi, Aguaray, Pocitos, Santa Victoria, Altos las Tierras, Morillos, La Unión, Rivadavia e Iruya.

Ese martes del lanzamiento de la campaña de vacunación surgió un imprevisto en el hospital cabecera de Tartagal. La prioridad de aplicación la tenían la guardia de atención y los terapistas, el personal de salud que trabaja en la terapia intensiva, la primera línea de batalla contra el virus. Fueron elegidos los voluntarios dispuestos a inocularse la primera dosis de la Sputnik V. Pero hubo quienes, a último momento, se negaron. Dudaron, no quisieron, la desestimaron. La vacuna, además de gratuita e independientemente del antecedente de haber padecido coronavirus, es voluntaria: se la da el que quiere. El rechazo, aunque inoportuno, era legítimo.

El gobierno nacional estableció un orden de prioridades. “Algunos grupos tendrán prioridad sobre otros de acuerdo con la exposición a la enfermedad, por las funciones estratégicas que tengan o por los riesgos que presenten”, explican desde un documento oficial. La clasificación comprende siete sectores de la población. En orden: personal de establecimientos de salud públicos y privados según su nivel de exposición; adultos mayores de 70 años y quienes viven en establecimientos geriátricos; adultos mayores de 60 años; personal de las Fuerzas Armadas, de seguridad y de servicios penitenciarios; adultos de entre 18 y 59 años que presentan factores de riesgo; personal docente y no docente de los niveles educativos inicial, primaria y secundaria; por último, poblaciones estratégicas desde la visión de cada jurisdicción, como habitantes de barrios populares, personas en situación de calle, pueblos originarios, personas privadas de libertad, migrantes.

Una imagen del vacunatorio del hospital cabecera de Tartagal durante el 29 de diciembre de 2020, el día que comenzó la campaña de vacunación en todo el país
Una imagen del vacunatorio del hospital cabecera de Tartagal durante el 29 de diciembre de 2020, el día que comenzó la campaña de vacunación en todo el país

El esquema de prioridades, advierten, puede modificarse por tres factores: nueva evidencia científica, la situación epidemiológica o la disponibilidad de dosis. El protocolo de vacunación de la Sputnik V es específico. No es una vacuna convencional, de “heladera”. Supone un cuidado particular. Debe permanecer en un freezer a menos 18 grados centígrados y descongelarse de manera natural durante siete minutos. Gustavo Rodríguez, licenciado en Enfermería y encargado de la vacunación en el Hospital Fiorito de Avellaneda, contó cómo sigue el proceso: “Hay que tratar de moverla un poco, no agitarla para que no se estropee el contenido. Durante este proceso tiene que cambiar de color: de blanco lechoso a cristalino. Es cuando se homogeneizan los componentes”. Consumido ese batido suave que pretende uniformar la dosis, la vacuna tiene una vida útil de treinta minutos. Vencido ese plazo, se pierde la cadena de frío.

La Sputnik V viene en un frasco multidosis: caben cinco en un mismo envase. “Cuando juntás las personas a vacunar se hacen los trámites administrativos y se descongela el frasco: hay un tiempo máximo de treinta minutos para aplicar las vacunas. Tenemos que ser cuidadosos con los tiempos porque luego de ese tiempo la vacuna queda inactiva”, insistió Carla Vesprini en diálogo con medios locales. La funcionaria contó que ese día hubo personas dispuestas a vacunarse y personas que no: “Tuvimos colegas que vinieron, preguntaron, se les informó y decidieron colocarse la dosis y otros compañeros que dijeron no”.

Las razones fueron variadas. Vesprini relató uno de los argumentos que recibió: “Escuchamos que no se puede tomar alcohol si te vacunás y ahora llega la fiesta de Año Nuevo, queremos brindar y pasar un buen momento”. También le dijeron tener miedo por los efectos adversos y por la efectividad de la vacuna rusa. Por entonces, la Sputnik V carecía de un reporte científico internacional que avalara los ensayos de la tercera fase –el 2 de febrero la prestigiosa revista The Lancet indicó que el desarrollo del instituto Gamaleya tiene una eficacia del 91,6% y no produce efectos adversos graves– y desde algunos sectores cuestionaban su utilidad y la aprobación de la ANMAT, anticipada a las publicaciones científicas.

"Cada frasco de la vacuna Sputnik V sirve para cinco aplicaciones, una vez abierto no se puede guardar. Hay que aplicar todas las dosis", explicó el gerente del hospital, Juan Ramón López
"Cada frasco de la vacuna Sputnik V sirve para cinco aplicaciones, una vez abierto no se puede guardar. Hay que aplicar todas las dosis", explicó el gerente del hospital, Juan Ramón López

Fue muy estigmatizada la vacuna. Se decían muchos efectos adversos. Entonces hubo quienes decidieron no darse la vacuna en ese momento”, expresó Vesprini. Los voluntarios elegidos coincidían con las aplicaciones disponibles. El rechazo espontáneo y la media hora de utilidad de la vacuna engendró una controversia. El médico Juan Ramón López, gerente general del Hospital Presidente Juan Domingo Perón desde el 23 de enero del 2020, explicó: “Una vez abierto el frasco no se puede guardar, hay que aplicar todas las dosis”.

“En los primeros días cuando seleccionábamos a cinco agentes de salud para vacunarse, tres se la colocaban sin problema y dos literalmente se iban de la fila por temor”, graficó. Vesprini dijo que en ese momento y ante esa eventualidad era necesario tomar una determinación rápida y simple: “La vacuna no se puede tirar. No se puede desperdiciar. Preguntamos quién se quería poner la vacuna de ese frasco que ya estaba abierto. Había periodistas haciendo reportajes. Creemos que se tomó la mejor decisión: darle la vacuna a la gente que estaba ahí”.

Hugo Marcelo Torres tiene 55 años y es un hombre sano sin ninguna enfermedad preexistente. No trabaja en terapia intensiva ni en una guardia de COVID-19. Es periodista de la radio FM Ciudad y de una agencia de publicidad. Lo vacunaron el martes 29 de diciembre cuando una dosis de una ampolla abierta había quedado vacante. Lo reconoció en sus redes sociales: “Yo también recibí la Sputnik V. Fue porque el primer día de la campaña en Tartagal muchos trabajadores de la salud no quisieron recibir su vacuna y una vez salida de la ‘congelación’ se iba a desperdiciar”.

Marcelo Torres es periodista y estaba cubriendo el primer día de la campaña de vacunación: se aplicó la Sputnik V porque los médicos que se la iban a aplicar se negaron a último momento
Marcelo Torres es periodista y estaba cubriendo el primer día de la campaña de vacunación: se aplicó la Sputnik V porque los médicos que se la iban a aplicar se negaron a último momento

“Fuimos a cubrir el comienzo de la campaña. Estaba con mi equipo de filmación haciendo entrevistas. Era simple testigo de lo que estaba pasando. Hasta que en un momento determinado empezaron a desertar los que se tenían que vacunar porque esgrimían no estar seguros. Muchos habían dicho que sí al principio. Ahí vi que la gente del vacunatorio salió a buscar otros médicos que se quieran vacunar. Me ofrecieron y acepté. El personal hizo todo lo que tenía que hacer”, valoró.

López también admitió y defendió el procedimiento: “Se había descongelado un frasco de vacuna y había personal de salud que no quería vacunarse. Había periodistas ahí cubriendo el comienzo de la campaña de vacunación. Les preguntaron si se querían vacunar para no tener que tirarlas. Prefiero que me critiquen por haber vacunado a periodistas que por haber tirado vacunas”. Ese martes 29 de diciembre también se vacunó otro periodista y una productora que no son población de riesgo ni personal de salud, pero que estaban ahí, cerca de donde había vacunas contra el coronavirus sin receptor disponible.

No hay nada escrito sobre qué hay que hacer con las vacunas que sobran”, dijo el gerente del hospital. En efecto, no hay un protocolo establecido y firmado por el Ministerio de Salud que indique cómo proceder ante una dosis excedente. En algunas jurisdicciones y centros de salud, no se abre la ampolla hasta que haya cinco personas dispuestas a vacunarse. En Tartagal, esta fase no se cumplió y el rechazo de los profesionales sucedió en los treinta minutos de vida útil del frasco multidosis.

Marcelo dijo que los responsables de la vacunación buscaron a otros médicos antes de ofrecerle la vacuna a él: "Hicieron todo lo que tenían que hacer"
Marcelo dijo que los responsables de la vacunación buscaron a otros médicos antes de ofrecerle la vacuna a él: "Hicieron todo lo que tenían que hacer"

A mediados de enero, en el segundo envío de vacunas a Tartagal, se repitió el escenario y la polémica. Hubo dosis sobrantes y, esta vez, la vacuna se aplicó en tres dirigentes sociales, tres mujeres que no son población de riesgo que concurrían asiduamente al establecimiento. El propio López lo confirmó: en el hospital cabecera de Tartagal se dieron 788 primeras dosis y más de 600 segundas dosis, se vacunó a todo el personal médico del nosocomio, a tres periodistas, a tres dirigentes sociales y a la diputada provincial Gladys Paredes, hoy en licencia pero con más de tres décadas como médica pediatra.

López explicó cómo fue que la funcionaria recibió la vacuna: “Cuando vino a aplicarse, las chicas encargadas de vacunación le dijeron que no podían suministrársela porque, si bien ella era personal médico, actualmente no está trabajando, pero de todos modos la doctora argumentó que había sido autorizada en Salta. Suponemos que en el Ministerio de Salud pidió ser vacunada por lo que finalmente el personal accedió a proporcionársela”.

Por estas irregularidades en la aplicación de las vacunas, el ministro de Salud de la provincia, Juan José Esteban, le pidió la renuncia a Juan López, gerente del Hospital Perón. “Sí, me pidió la renuncia pero lo viene haciendo desde que asumió. Quiero que sepa que no pienso renunciar”, contestó, y reforzó su defensa con preguntas retóricas: “Si no tengo personal de salud para vacunar... ¿Qué hago? ¿Devuelvo la vacuna? ¿La llevo, la traigo, hago que pierda su cadena de frío?”.

Mañana viernes llegará a Salta el ministro de Salud de la Nación Ginés González García. Se reunirá con su par provincial. En Tartagal, después de una serie de imprevistos que llevó a vacunar a personas fuera del rango de prioridades, sostienen un concepto unánime: es mejor una vacuna aprovechada que una vacuna desperdiciada.

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