La casa más antigua de Florida, en el partido de Vicente López, está en venta, aseguran los vecinos. Sin embargo, desde Libra, la inmobiliaria de Martínez que estaba a cargo de la operación, le dijeron a Infobae que “el propietario desistió de la venta y actualmente la vivienda se retiró de nuestro listado”. Por el momento, retiraron los carteles que la ofrecían y la quitaron de las listas de los sitios online de venta de inmuebles.
Hasta la semana pasada, quien deseara ser el propietario de la mansión ubicada en la calle Francisco Beiró 975, que tiene construidos 600 m² en un terreno de 3.650 m², debía poner sobre la mesa USD 3 millones. Al cambio oficial de hoy, unos 265.064.992 pesos argentinos. Tamaña cifra, sin embargo, era una oferta: en algún momento –según informó la periodista Graciela Moreno en BAE– cuando la inmobiliaria Landing la tuvo a la venta en su catálogo, su cotización alcanzó los USD 4.300.000.
La casona, cuyo dueño actual es Alejandro Benavídez, se encuentra en un estado más próximo a la demolición que a ser habitada. Por eso los vecinos temen que la echen abajo para construir torres de edificios.
Su rica historia es mucho más luminosa que su presente y se emparenta con los inicios de la localidad. Emilio Noguier, un magnate del siglo XIX, creó la Compañía de Ferrocarriles Pobladores con el objetivo de trazar un ramal hacia la zona del Tigre. Por dificultades financieras, le vendió la concesión a The Buenos Aires and Rosario Railway Co. Ltd. pero se quedó con las tierras lindantes.
En 1891, la compañía británica creó la estación Florida. Y Noguier comenzó a vender las tierras que la rodeaban. Vicente Ferrer Demaría, uno de los encargados del antiguo edificio Bon Marché –hoy conocido como Galerías Pacífico– compró el lote donde se asienta la mansión. Ferrer era administrador de un complejo que incluía por entonces al Museo Nacional de Bellas Artes, la Academia Nacional de Bellas Artes, la Colmena Artística y el Ateneo, entre otras instituciones culturales.
La construcción de la casa –que consta de 21 ambientes: 6 dormitorios, 5 baños, 1 toilette, 4 cocheras y está orientada hacia el norte– no comenzó hasta 1906, cuando Ferrer se ubicó en la zona después de dejar Bon Marché agobiado por deudas.
La mansión –que no fue terminada hasta la segunda década del siglo XX– poseía en su enorme parque un molino –el primero de la zona–, mulas, caballos, ovejas y vacas, además de una huerta propia.
Ferrer Demaría, nacido en Buenos Aires el 8 de septiembre de 1866, se casó el 1° de abril de 1887 con Rosa Gay, italiana, nacida en el año 1868. Ferrer bautizó a la mansión como Villa Rosa precisamente en honor a su esposa. Por el mismo motivo, en sus jardines se lucían unos 5 mil rosales. El matrimonio tuvo dos hijos, Vicente Armando –nacido en 1887– y Susana Angélica, en 1891.
Según escribió el artista plástico Alfredo Benavídez Bedoya (nieto de Susana Angélica, fallecido en 2019 y autor de varios blogs sobre Villa Rosa y las familias patricias emparentadas con sus dueños), su abuela “era hermosa, cortejada por poetas. Ella misma se dedicó a las letras, estudió y se tituló en la primera promoción de mujeres de la carrera de Profesora de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires”.
Añade Benavídez Bedoya: “Mi abuela conoció a los Borges en 1911, porque su hermano, el capitán de fragata Vicente Ferrer, era oficial del comandante Francisco Borges. Fue cuando Jorge Luis pasó el verano en la isla Martín García. Como seguramente toda la familia, aunque hayan sido unos pocos días, incluido el galán poeta (se refiere al tío de Borges, Álvaro Melián Lafinur) que en 1913 le dedicó a mi abuela el siguiente poema inflamado de deseo:
A Susana Ferrer.
Rosa roja que su grana
ostenta al sol en la aurora,
golondrina viajadora
que emprende su vuelo, ufana.
Así tú, dulce Susana
surges a la vida, airosa,
y así, por buena y hermosa.
En un sendero triunfal,
has de ir hacia el ideal
¡que sueña tu alma radiosa!”.
Por esta relación es que muchos arriesgan que Jorge Luis Borges pasó algún verano de su juventud en la casona de Florida, aunque nadie lo puede comprobar fehacientemente.
No obstante las intenciones de Lafinur, Susana Ferrer Gay se casó a los 32 años con Alfredo Lucio Benavídez Racedo, que tenía 47. A los 35, tuvieron a su hijo Alfredo. Cuando el creador de la casa falleció, los tres se quedaron a vivir allí.
Alfredo, por su parte, fue un conocido yrigoyenista y ocupó cargos administrativos en la Aduana. Cuando sobrevino el golpe de Estado de Uriburu en 1930, fue detenido y enviado al Penal de Ushuaia, de donde regresó al año y medio pero resentido de su diabetes. Poco tiempo después, falleció.
Mientras tanto, el hijo mayor del matrimonio, Vicente Armando, siguió la carrera de las armas. Combatió en la Primera Guerra Mundial para los Estados Unidos y estudió en el Naval Submarine School de New London en Connecticut. Cuando regresó al país como teniente de navío, fue enviado a Europa para comprar como chatarra de guerra el material militar de Alemania. Entre las adquisiciones estuvieron los primeros submarinos que tuvo nuestra marina. Vicente Armando Ferrer Gay fue uno de los impulsores de Mar del Plata como base del submarinismo de guerra argentino.
Toda esa historia contiene el caserón de Florida. En algún momento, se pensó que la Municipalidad de Vicente López –cuyo intendente es Jorge Macri– podría hacerse cargo de la casa. Sin embargo, el precio fue considerado excesivo. El tiempo, ese villano, sigue su marcha. Y la mansión de los Ferrer –la casa más antigua de la zona– se marchita sin remedio.
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