Meta clara, objetivo seguro. Todo lo que se propone lo logra. Imparable, así es Lucas Telleria, más conocido como Lucas Sawyer (27), apellido que se puso durante su infancia en La Matanza luego de ver el film de terror Masacre de Texas. “Me sentí identificado con la familia Sawyer, porque siempre fue el rebelde de la familia, el extrovertido, el que hizo lo que quiso escapando a la norma”, le cuenta a Infobae. Y esta vez vuelve hacerlo. Desde el inicio de la cuarentena entrena más de seis horas diarias en sus rollers “para unir el continente americano de sur a norte”, destaca.
Multideportista y con habilidades de supervivencia desarrolladas, Lucas se pone a prueba a menudo. El 14 de enero de 2020 se calzó los patines en la puerta de su casa en La Matanza y marchó rumbo a Colombia. En total tenía previsto hacer 7.000 kilómetros en 70 días. Sin plata y con una mochila de 30 kilos, durmiendo en la calle o estaciones de servicio. Pero solo pudo hacer 1.600 kilómetros debido a la irrupción de la pandemia. ”Por eso, esta es mi revancha”, dice.
Desde marzo de 2020: jamás dejó de rodar
“Nunca pude parar de patinar. Lo hacía en una ruta cerca de La Matanza después de haber pedido permiso a las autoridades, y con todas las precauciones de distanciamiento social y barbijo…”, relata. En estos meses hizo 15.000 kilómetros con la meta clara en mente.
Esta nueva travesía 2021, que aún no tiene fecha concreta de inicio, es más ambiciosa que la primera. El punto de partida será en Bahía Lapataia, Tierra del Fuego, luego llegará a Buenos Aires y continuará por la ruta 9 hasta Salta. La siguiente parada será cruzar por el Paso de Jama hacia el desierto de Atacama en Chile. Una vez que atraviese semejante aridez patinará por la costa pacífica a Cartagena de Indias. El punto clave es ingresar a Panamá: será en kayak o por la selva. Ya en Panamá rodará HACIA los Estados Unidos, Canadá y ahí finalmente su última parada: Alaska
-¿Cuál es el tramo más desafiante?
Todo es un reto. Las bajas temperaturas de Tierra del Fuego, la cordillera por la altura. el desierto tampoco es fácil. Hay que ser cauteloso para no poner el cuerpo en riesgo y poder alcanzar la meta.
El objetivo es conectar Tierra del Fuego con Alaska en 340 días. “Será la carrera más larga de la historia en patines”, sueña. Para lograrlo, esta vez, estará acompañado de un equipo que lo escoltara en auto. Allí llevará los insumos necesarios para cada tramo, como ruedas off road, para la lluvia, nieve e hielo, porque lo espera un escenario áspero y versátil.
Tiene habilidades avanzadas: en línea recta puede superar los 30 kilómetros por hora; en bajada, alcanza los 100. Dueño de una resistencia sorprendente, puede recorrer entre 150 a 200 kilómetros por día. “Si todo sale bien, esta vez, voy a intentar patinar 600 kilómetros de corrido, permaneciendo entre 24 y 36 horas despierto, con una exigencia mayor por las condiciones climáticas extremas”, agrega.
-¿Qué sentís cuando patinas?
-Amor. Alegría pura. Es una adrenalina como cuando vi nacer a mi hija, Amara. (3). No te puedo explicar con grandes palabras lo que vivencio. Creo que me voy a morir sobre ruedas.
-¿Solo te sacas los patines cuando te vas a dormir?
-Te diría que me he dormido con los patines puertos. Casi no camino... solo patino.
Un superhumano autodidacta
Lucas se crió en Gran Buenos Aires, hijo de una familia tipo. En su casa nadie es deportista. Por motivación propia empezó a probar distintas disciplinas desde los cuatro años. “Encontré unos patines de mi mamá en un baúl antiguo, me los probé, me resbalé y me rompí los dientes. Después hice todo lo que te imagines: fútbol, natación, taekwondo, participé de carreras de montaña y otras competencias extremas... cualquier rutina física me atrae. Es un estilo de vida”, reconoce.
-¿Le tenés miedo a algo?
-A mis malas decisiones, por eso soy extremadamente cauteloso. No puedo ni rasparme un dedo porque me perjudica.
En 2013 Lucas permaneció 36 días en coma. Durante un torneo de Taekwondo recibió un golpe en la cabeza que lo llevó a perder el conocimiento. Estuvo más de un mes internado, y debió hacer rehabilitación por otros tres meses. Sin embargo no desistió de su pasión. Volvió al ring, y rápidamente se puso en forma. “Llegué a entrenar con selección metropolitana argentina, hasta que una derrota insuperable me llevó a una depresión deportiva. Abandoné todo y me fui de mochilero por Latinoamérica casi cuatro años. Ahí viví en la calle, en la favela de San Pablo... estuve en lugares oscuros”, recuerda.
Con un instinto de superación constante conoció a la madre de su hija y en 2017 nació Amara (3). “El amor de mi vida”, no se cansa de repetir.
Hoy se siente imparable. “No podía seguir así, entonces me volví a conectar con los patines. En 2020 no pude cumplir mi meta, ahora lo voy hacer como sea. Sé que es un proyecto muy ambicioso, pero me vengo preparando para eso. Este viaje es distinto a todo porque compito conmigo mismo. Quiero demostrarle al mundo que soy el atleta superhumano de más alto rendimiento que existe”.
Para colaborar con el proyecto de Lucas Sawyer se pueden contactar por las redes: @Lucaspatinadorextremo o patinadorextremo.
(Si tenés una historia de vida para compartir, podés escribirme @camilahotano o cotano@infobae.com)
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