Las provocaciones de Montoneros y las dudas sobre Cámpora: cómo decidió Perón volver a ser presidente y alejar a ambos del poder

Frente a las declaraciones de Galimberti y Abal Medina en representación de la Tendencia y la posición tibia de Cámpora con ellos, Perón comenzó en Madrid a definir la orientación de su partido y preparar su asunción presidencial. Los mensajes que envió con instrucciones y la orden al entonces mandatario para que “coloque las cosas en su sitio”

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Abal Medina, Cámpora y Perón,
Abal Medina, Cámpora y Perón, actores centrales del quiebre entre el General y Montoneros

El 12 de abril de 1973, según cuenta el periodista Osvaldo Tcherkaski en la tapa de La Opinión, Juan Domingo Perón cenó en París con Magdalena Díaz Bialet y su esposo Mario Cámpora. El sobrino del Presidente electo, a quien Isabelita trataba entre sus íntimos como El Monje Negro, era un reconocido diplomático que había ocupado (y ocuparía años más tarde) destinos de primera línea. Ceremonioso, afable en su trato, detallista en cada una de sus tareas, Mario había cambiado la reposada –aunque no menos intensa– vida internacional del Palacio San Martín por las vivencias de la política interna. En ese encuentro entre el matrimonio Perón y los Cámpora, Mario intentó convencer a Perón que viajara a Buenos Aires el día que su Tío asumiera como Presidente de la Nación. La cena se hizo larga y mientras Perón hablaba, Magdalena tuvo un mal presentimiento. Especialmente cuando escuchó opinar a José López Rega sobre el Presidente electo: “El doctor Cámpora cree que el poder es de él, pero el poder no es de él”. Al finalizar la cena, en el momento de acompañar al matrimonio Perón hacia la salida, el general lo miró a Mario y le dijo: “No voy a ir, para no robarle el show al doctor Cámpora… yo iré después y entonces el balcón será para mí.”

A su vuelta a Buenos Aires, Mario Cámpora le dijo al Presidente electo: “Héctor, el General me ha dicho que no va a estar acá el 25 de mayo… y por la metáfora que ha usado y por todo lo que ha dicho yo tengo la impresión de que quiere ser presidente”.

La decisión de Juan Perón de desplazar a Cámpora de la Presidencia de la Nación, si se hacían las elecciones nacionales, y el Delegado se imponía, curiosamente, se tomó en el hotel Guaraní de Asunción del Paraguay, en el mismo momento y lugar donde el General lo designó candidato presidencial. No hay prueba escrita, la confirmación me la hizo Héctor Villalón. De lo que sí existe prueba material es sobre la incerteza de Juan Domingo Perón por Cámpora en esos días. En febrero de 1973, antes de las elecciones del domingo 11 de marzo, un grupo de periodistas hacían guardia en la puerta de la casa de Perón en Puerta de Hierro. De pronto se asomó el empleado José Miguel Vanni, y dirigiéndose al grupo, preguntó de viva voz: “¿Esta Conti?” Se trataba de Jorge Conti, el enviado especial de Canal 11 a Madrid. Al identificarse, Vanni le dijo:

--”Conti, el General quiere verlo. Sólo vos pibe, sin cámara ni fotógrafo.”

Vanni lo acompañó hasta el escritorio de la casa y mientras caminaban le comentó: “El General quiere hacerle un comentario”. Al llegar, Perón lo estaba esperando. Lo saludó y entró inmediatamente en tema: exhibiendo una carta manuscrita de Marcelo Sánchez Sorondo, el candidato a senador del FREJULI por la Capital Federal, puesto por Juan Manuel Abal Medina, le relató parte del texto donde Sánchez Sorondo sostenía que la designación de Cámpora como candidato presidencial era un gran acierto, porque resulta una revelación de buen político. Seguidamente, mientras le brotaba una leve sonrisa, el General afirmó: “Este hombre Marcelo Sánchez Sorondo en primer lugar no es peronista y en segundo lugar no tiene idea de los hombres y mujeres con que cuenta el peronismo”. Conti aprovechó un instante de silencio para preguntarle: “¿General, me autoriza a difundir lo conversado?” y Perón asintió. Sin cámara y sin fotógrafo, Conti tenía su primicia exclusiva para Canal 11. Se paró frente a la pared que circundaba la quinta 17 de Octubre y empezó a grabar, al mismo tiempo que sus colegas escuchaban lo que había sido su diálogo con el dueño de casa.

Luego de las elecciones nacionales del 11 de marzo de 1973, el 9 de abril, a través de la cadena nacional, Cámpora expresó que “aquellos sectores que asumen reivindicaciones alegando representar intereses del pueblo y de la Nación, deben comprender que, habiéndose pronunciado el pueblo argentino, son inadmisibles las actitudes que pretenden subrogar su voluntad (…) Me propongo gobernar para todos sin excepción.” La respuesta del PRT-ERP no tardaría mucho en llegar: “El gobierno que el Dr. Cámpora presidirá representa la voluntad popular. Respetuosos de esa voluntad, nuestra organización no atacará al nuevo gobierno, mientras éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla. Nuestra organización seguirá combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias, pero no dirigirá sus ataques contra las instituciones gubernamentales, ni contra ningún miembro del gobierno del Presidente Cámpora”.

El domingo 15 de abril se realizó la “segunda vuelta” (ballotage) en quince distritos electorales donde el peronismo no había alcanzado un resultado convalidante. En la Capital Federal, Fernando de la Rúa se impuso a Marcelo Sánchez Sorondo; Carlos Juárez (considerado un “neoperonista”) y Felipe Sapag ganaron las gobernaciones de Santiago del Estero y Neuquén. Así las cosas, el Frejuli se quedó con 20 de las 22 gobernaciones que tenía la Argentina. Y en el Parlamento su mayoría era abrumadora: en el Senado alcanzó 45 bancas y en Diputados 145 escaños. El partido que lo seguía era el radicalismo. No alcanzó ninguna gobernación pero tenía 12 senadores y 51 diputados. Francisco Manrique, con su Alianza Popular Federalista, tenía 5 senadores y 20 diputados.

Perón en su casa de
Perón en su casa de Puerta de Hierro frente a su máquina de télex

Ese día, según los cronistas de la época, Perón se lo pasó al lado del télex en su casa en Puerta de Hierro. Hacía pocas horas que había finalizado su visita a París y consideraba que “desde el 25 de mayo el centro político de las relaciones internacionales del justicialismo” sería la capital francesa, porque “los contactos logrados por Perón en esa ciudad posibilitan una amplia gama de relaciones con los gobiernos europeos, los países alineados con la Unión Soviética y los estados socialistas de Asia y África. Las especulaciones periodísticas giraban en torno a quién sería el hombre del peronismo en París. Se destacaba que no podría ser elegido un extrapartidario y los observadores más sagaces indicaban que habría de ser alguno de los dirigentes que han convivido con Perón en Madrid que mantienen su amistad y que por ende conocen su ‘modus operandi’ en estas cuestiones.” Más que una noticia parecía una “operación de prensa” más: Perón aparecía como manejando las relaciones exteriores con países centrales mientras Cámpora y su gobierno eran alejados del centro de las decisiones.

Mensaje de télex: llamado de
Mensaje de télex: llamado de atención a Perón sobre las declaraciones de Galimberti y otros.

El miércoles 18, por boca de Rodolfo Galimberti, se presentó al periodismo el documento titulado “Compromiso de la juventud peronista con el pueblo de la Patria”. Estaba rodeado por los jefes de las siete regionales de la “Tendencia” y sus legisladores nacionales electos (un senador y ocho diputados). Bajo la consigna “por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista”, el documento de diez puntos comenzaba por “la libertad incondicional y sin discriminaciones de todos los compañeros presos políticos, gremiales y conexos”. Luego exigía la “supresión de todos los tribunales especiales, derogación de toda la legislación represiva, revisión de todos los fallos dictados por la Cámara Federal en lo Penal (fuero antisubversivo), y la declaración ‘en comisión’ de todos los funcionarios y magistrados designados a espaldas del pueblo por los gobiernos antipopulares e ilegítimos que se sucedieron desde 1955”. El documento trazaba una línea de confrontación con la ortodoxia peronista y con el pensamiento de Perón que comenzaba a trascender desde Madrid. El punto 6º consideraba: “Impulsar el cumplimiento y la profundización del programa del FREJULI, atendiendo especialmente las propuestas programáticas surgidas del seno de la clase trabajadora en La Falda, Huerta Grande, y el programa del 1º de mayo de 1968 de la CGT de los argentinos”.

-Preguntado por los periodistas Galimberti dijo que el texto “lo hemos conversado toda la tarde con el doctor Cámpora”.

-Entonces ¿el presidente electo lo avala?

-“Sí. El presidente electo más que avalarlo lo cumplirá…es un documento de la juventud peronista que todo el Movimiento Peronista hace suyo”, agregó Abal Medina, secretario general del Movimiento Nacional Peronista. ¿Qué opinaría al respecto la Confederación General del Trabajo (José Rucci) y las 62 Organizaciones (Lorenzo Miguel) sobre la referencia a la CGT de los argentinos y otros programas de clara tendencia izquierdista? Haciendo malabares, Galimberti explicó: “Nosotros rescatamos la historia del movimiento obrero en su conjunto desde 1955 hasta la fecha. En esta oportunidad, tomamos esa ‘porción’…no tomamos esos puntos programáticos para contraponerlos con otros”.

Las declaraciones generaron un gran descontento dentro y fuera del peronismo. La ortodoxia, el sector mayoritario del partido, se consideraba destratada y, para peor, la Tendencia anunciaba que el documento iba a ser asumido por el aparato partidario. El sindicalismo, la “columna vertebral”, ni siquiera había sido consultado y el radicalismo, por su parte, entendía que estas y otras declaraciones no tenían nada en común con lo que Perón había analizado y acordado con ellos. En un télex recibido en la “Quinta 17 de Octubre”, el doctor Francisco L. Sánchez Jáuregui, le aconsejaba a Perón algún “gesto, una palabra, porque de lo contrario mucho me temo que la UCR reaccionará y demostrará públicamente a esos dirigentes y como lógica consecuencia el diálogo entre ambas fuerzas...radicalismo y peronismo—quedará interrumpido.” La primera reacción de Perón fue reenviar el texto al propio Cámpora.

En esas horas, más exactamente el 16 de abril de 1973, Jorge Antonio le escribió a Perón una carta en clara coincidencia con Sánchez Jáuregui y opina que:

Párrafo de la carta de
Párrafo de la carta de Jorge Antonio

Tras esta inusitada presentación en sociedad, cuarenta y ocho horas más tarde, el 20 de abril durante un acto en el Sindicato del Calzado, Galimberti avanzó unos pasos más. Propuso la constitución de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y la creación de una “milicia de la juventud argentina para la reconstrucción nacional” y, seguidamente, anunció que la Juventud Peronista obrera (JTP), secundaria (UES) y universitaria (JUP) asumiría “una conducción con niveles propios y una conducción también propia”. Y para darle mayor firmeza a lo que se estaba afirmando, Abal Medina –que lo acompañaba – adelantó que cuando en la campaña se sostenía que “la sangre derramada no será negociada, quiere decir que el 25 de mayo van a estar todos los compañeros presos en la calle, junto al pueblo”.

Frente a la conducta ecléctica de Héctor Cámpora, Perón le envió un télex llamándole la atención sobre el malestar generado por las declaraciones de Galimberti y otros y convocándolo a “mantener el orden” y poner “las cosas en su sitio”.

El domingo 22, Galimberti volvió a hablar desde San Juan. Al referirse a las “milicias populares”, el lenguaraz señaló que éstas iban a participar en todo el proceso de liberación, “desde el trabajo voluntario hasta el control de la gestión de gobierno”. Y en cuanto a si las milicias debían a estar armadas, respondió: “Por ahora francamente no sabemos cuáles van a ser las características del proceso. La mayor o menor violencia que oponga el régimen y la oligarquía a las medidas revolucionarias que va a proponer el gobierno del Frente determinará la mayor o menor violencia con que se verá precisado a responder el pueblo para continuar avanzando en el proceso revolucionario.”

Vía télex, Perón le llama
Vía télex, Perón le llama la atención a Héctor Cámpora.

El 24 de abril, frente al escándalo desatado por Rodolfo Galimberti, el Presidente electo habló con el periodismo cuando salió del hotel Crillón, tras reunirse con los senadores nacionales electos, y sin rechazarlas dijo: “En la juventud peronista está radicado el dinamismo del Movimiento. Todo es aceptable en la búsqueda de la liberación para romper las cadenas de dependencia. En cuanto a Galimberti no tengo noticias que viaje conmigo a Madrid, pero si piensa hacerlo me sentiré muy cómodo.”

Cámpora imaginaba viajar a Madrid el miércoles 25, pero recién lo hizo el jueves 26, porque pensó reencontrarse con el General revestido con todas las plenipotencias de gran parte de la dirigencia política argentina. El día anterior, en el hotel Crillón, Cámpora recibió a los dirigentes de La Hora del Pueblo. La crónica periodística no pudo evitar la pregunta al presidente electo de Manuel Johnson Rawson Paz sobre el exabrupto de Galimberti, y Cámpora intentó acotar las palabras del joven dirigente al decir que “estoy dispuesto a dar seguridades de que ciertos desvaríos y excesos juveniles van a ser sofocados” y aseguró que “la democracia imperará en todos los niveles”. Nada de lo que dijo se cumplió. Después, intentó ser amable con el presidente de la Unión Cívica Radical y de su boca salió una frase poco feliz, cuando dijo que era “el vencedor espiritual de los comicios del 11 de marzo” y tras charlar “como viejos amigos” todos se retiraron. Mientras en el Crillón se intentaba dar un ejemplo de convivencia, a pocas cuadras de distancia, los generales con destino en la Capital Federal y Gran Buenos Aires consideraban si era oportuno que “no se entregue el gobierno”, según lo comentaba en su tapa La Opinión del 27 de abril.

El paso siguiente de Perón fue dar a conocimiento un documento titulado “Instrucciones del Comando Superior” en el que advierte que nada debe cambiarse en el orden interno partidario hasta el 25 de Mayo y que “nadie” que no sea él “está autorizado para tomar medidas de cambio ya sea en la organización como en la designación de hombres que han de encargarse de la conducción y encuadramiento de las fuerzas peronistas.” A continuación señala con especial énfasis que “las intervenciones de personas extrañas al peronismo son inadmisibles”. ¿Lo decía por Marcelo Sánchez Sorondo o por los Montoneros, a quienes comenzaba a considerar “infiltrados”?

Parte del documento enviado por
Parte del documento enviado por Perón a Cámpora en respuesta a las extemporáneas declaraciones avaladas por la Tendencia.

Hacia el final del documento Perón dice: “No es posible ni aceptable que personas incapacitadas o interesadas en la preeminencia de círculos, puedan malograr lo que tanto nos ha costado alcanzar: la pacificación política y la posibilidad de una cooperación indispensable para el futuro.”

El 28 de abril, Abal Medina y Galimberti fueron sometidos en la quinta “17 de Octubre” al escarnio por una suerte de tribunal popular integrado por dirigentes del peronismo, mientras “el viejo de mierda” (agravio con el que lo trataba Montoneros en la intimidad) asentía en silencio. Entre los presentes estaba el sindicalista Alberto Campos, más tarde intendente de San Martín, asesinado por un comando montonero el 17 de diciembre de 1975. Durante la cita madrileña se habló de todo: el desatino de anunciar “milicias populares”, la infiltración izquierdista del que era víctima el Movimiento, las designaciones de algunos candidatos perdidosos (caso Santiago del Estero) y la relación con el radicalismo. La sentencia fue inapelable. Rodolfo Galimberti fue expulsado como representante de la juventud y Abal Medina comenzaba a recorrer el camino de su declinación política dentro del peronismo. Leyendo los diarios de la época ya nadie se podía hacer el distraído. Todo lo que salía de la quinta de Puerta de Hierro era condenatorio para “la Tendencia”. Perón dejó en claro quién mandaba y dijo que “el futuro era de la juventud pero no el presente (…) Y las ‘circunstancias’ que rodean el alejamiento de Rodolfo Galimberti son, indudablemente, significativas. Perón ha confirmado, al producirlo, la absoluta autoridad que ejerce sobre el partido. Cámpora será, como Pellegrini o José Evaristo Uriburu, un presidente ‘sin’ poder partidario y ‘con` el apoyo partidario de ese nuevo Roca que es Perón. Al mismo tiempo, las Fuerzas Armadas revalidaron su existencia política en una abierta oposición al “galimbertismo” que precipitó, en buena medida, la decisión de Perón. Tendremos tres poderes: el Poder Ejecutivo de Cámpora, el poder partidario de Perón y el poder militar que renace de sus cenizas”, observó Mariano Grondona en La Opinión. Al lúcido profesor sólo le hubiera faltado decir, para ser una obra brillante de anticipación, que los tres poderes se iban a unir en una sola persona en no más de 4 meses.

Perón no estaba de acuerdo con todo lo que salía de las bocas de los dirigentes juveniles de la “Tendencia” (ligada a Montoneros) y se expresaba con frases cortas y, especialmente, por trascendidos en los diarios. En eso, los “enviados especiales” de los medios destacados en Madrid, oficiaron de traductores de su pensamiento. En la tapa de La Nación del lunes 30 de abril, Perón y su gente de confianza se encargaron de opinar lo que pensaban sobre todo lo que estaba ocurriendo en Buenos Aires. A través de la agencia italiana ANSA, una fuente anónima adelantó que “la de Rodolfo Galimberti es la primera cabeza que cae en pos de la gran pacificación nacional argentina…otras cabezas van a caer o ya han caído aunque no oficialmente, en clara alusión –comenta el matutino—al joven secretario Juan Manuel Abal Medina, a quien se considera vinculado con el frustrado candidato a senador Marcelo Sánchez Sorondo (nacionalista católico).” En la página 10 del mismo diario se cuenta que Perón habría dicho que el anuncio de “milicias populares” era un “gratuito acto de provocación”, que había “enturbiado” innecesariamente el clima político argentino, en circunstancias en que Perón propugna un gobierno de “unión nacional”. El mismo día que se publicaban los resultados de la “cumbre” de Madrid, el terrorismo va a producir otro asesinato conmocionante. Se concretaba la “Operación Mercurio” y el ERP-22 asesinaba al contralmirante Hermes Quijada, ex titular del Estado Mayor Conjunto de las FFAA.

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