Parecían inspiradas en un cuento de Walt Disney y bien pudieron haber sido el refugio de alguna protagonista de los cuentos de hadas. Quienes las visitaron, desde los años 50, se imaginaban a la propia Blancanieves durmiendo en su interior.
Esas viviendas que por 40 años engalanaron la Avenida General Paz —que comenzó a tomar forma en 1887, cuando se estableció el límite entre la Capital Federal y la provincia de Buenos de Aires, y que fue inaugurada en 1941— fueron construidas como viviendas para los jardineros responsables de cuidar el corredor parquizado con grandes árboles que bordeaban la avenida, también derribados en 1994 cuando comenzó la ampliación de carriles por las exigencias del transito, y bellos jardines.
Las casitas de ensueño eran dieciséis, de estilo alpino, con dos ambientes, estructura de ladrillos y madera y techos de tejas. “La primera estaba ubicada lindante con la Avenida del Libertador y luego se sucedían una cada kilómetro y medio, quedando la última casi sobre el Puente de la Noria”, recuerda a Infobae el arquitecto e investigador de Patrimonio Cultural, Jorge Luchetti.
Nostálgica, la historiadora y vecina de la casita ubicada sobre Av. Gral Paz y Santo Tomé, Susana Boragno agrega: “Todos los fines de semana íbamos a jugar a los jardines de las casitas. Los grandes llevaban el mate y los más chicos jugábamos hasta el cansancio, pero no nos dimos cuenta cuando comenzaron a demolerlas... Un día nos dimos cuenta de que ya no estaban”.
La añoranza de sus vecinos y habitantes hace que no se las olvide: fueron el escenario favorito para fotografiar a las quinceañeras y recién casados, fueron testigos de nuevos romances y primeras citas, y de fines de semana de juegos infantiles. En su honor escribieron poemas y versos, algunos haciéndolas hablar en primera persona.
“¡Oh, bella casita de mi infancia! Estabas a la altura de la calle Santo Tomé; yo te miraba y te admiraba mientras me hamacaba... Subía al tobogán o jugaba en el subibaja. Eras un atractivo irresistible para novias y novios que se fotografiaron en tus jardines floridos...”. Susana Boragno (historiadora)
Los primeros cimientos de la Avenida General Paz y la historias de las casitas que aún permanecen en la memoria
En 1887 comenzó a construirse la Avenida General Paz: era un bulevar de 100 metros de ancho con dos fragmentos de seis metros por cada lado, divididos por bellos canteros floridos y jardines. Ese proyecto original respondió a las necesidades de modernización y progreso surgidos durante la intendencia de Torcuato de Alvear, deseoso de “darle forma de ciudad a la vieja aldea”.
La construcción de la avenida fue un proyecto del ingeniero Pascual Palazzo y se realizó entre junio de 1937 y los primeros días de julio de 1941. “Se le dio especial atención a la forestación de la vía, para lo cual intervino la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Entre las dos calzadas se construyó un camino para jinetes y ciclistas”, recuerda el arquitecto Jorge Luchetti sobre el camino inaugurado con el nombre de Avenida Parque General Paz.
Con los años, ese camino casi rural que los vecinos recorrían en bicicletas o lo caminaban de lado a lado se convirtió en una de las vías más utilizadas por los automovilistas que ya comenzaban a multiplicarse sobre el cinturón que rodea a la Capital Federal con una extensión de 24,3 kilómetros: desde la Avenida Leopoldo Lugones, en cercanías del Río de la Plata, hasta Puente de la Noria, sobre el Riachuelo.
En su inicio, se edificaron unos 25 puentes de hormigón armado (algunos revestidos en piedra Mar del Plata), pasos ferroviarios y los cruces con las grandes arterias. Y en medio de tanto metal y cemento se destacaba el pulmón verde en medio de la ciudad.
El proyecto de forestación fue magnífico: se hizo a lo largo de los 24 kilómetros de su recorrido con un millón de árboles de distintas especies, la mayor parte autóctonos. Eso hizo que la Avenida se convierta en una prolongación de los jardines y bosques del parque Tres de Febrero y la unión entre los paseos del barrio de Palermo y el futuro parque 17 de Octubre.
Tanta belleza en la incipiente cuidad requería cuidados cotidianos: había que contratar guarda parques que se hicieran cargo de mantener la belleza de la zona parquizada y darles un lugar para vivir, las casitas.
“El proyecto de las casitas no estaba en la propuesta inicial de la General Paz, que es de fines de la década del ’30. Fue Luis M. Campos Urquiza, director de Paseos en 1950, quien puso de manifiesto el conjunto de ideas que habían comenzado a cobrar relevancia en las vísperas de la década del ’40 y que sentaron las bases de muchos proyectos ubicados en esos bordes valorados por su continuidad con los territorios extraurbanos y que fueron tomando forma entre 1950 y 1970″, revela la historiadora e investigadora de la Avenida General Paz, Valeria Gruschetsky y agrega: “En el caso puntual del embellecimiento y parquización de la Avenida, una de las medidas con mayor visibilidad para los usuarios y para los vecinos, pero no de gran relevancia en términos de planificación urbana, fue la construcción de las ‘casas para cuidadores jardineros’ a lo largo de toda su traza”.
Esos cuidadores “se ocupaban de regar y cortar el césped, de plantar y limpiar el sector a su cargo todos los días de semana, entre las 6:00 y 14:30; y en las horas libres y los fines de semana se dedicaban a mantener la casa que habitaban con sus familias y el predio circundante, donde se decía que predominaban las rosas y los pensamientos. De esta forma la Dirección de Paseos se aseguraba que cada jardinero se ocupase de 6 de las 98 hectáreas parquizadas que comprendían toda la Avenida General Paz, entre el Río de la Plata y Puente La Noria”, comparte la historiadora Gruschetsky.
Aquel proyecto de parquización también abarcaba “pantallas arbóreas especialmente ubicadas para evitar la contaminación sonora provocada por los vehículos. Se pensó en separar las calzadas y para ello plantaron arbustos de una cierta altura con el objetivo de tapar las luces de los faros de los vehículos que circulaban en sentido contrario”, agrega el arquitecto Jorge Luchetti, estudiosos de la historia del Patrimonio Cultural.
La traza arbolada de la General Paz que gracias a esas viviendas tuvieron su propia característica, pronto fue adoptada por los vecinos. “El arquitecto Juan Molina y Vedia, quien trabajó en sus comienzos con el arquitecto Ernesto Vautier, decía que el área parquizada de la Avenida era un jardín botánico extraordinario, de una gran magnitud y de acceso público y gratuito. Generaciones enteras hicieron uso de él, un espacio de la más alta calidad artística y técnica, y lo recuerda como un lugar en el que los chicos del barrio se reunían a remontar barriletes”, cuenta Gruschetsky.
También en 1950 iniciaron los trabajos de plantación, jardinería, instalación de cañerías de riego y construyeron plazas de juegos. El paisajista Eugenio Bauret, de la Dirección de Paseos de la Municipalidad, estuvo a cargo de la fiscalización.
Con los años, el incremento de vehículos hizo que, en nombre del progreso, la arteria concebida como “avenida parque” sufriera la transformación más traumática y que le quitó identidad. En 1994, cuando pasó a tener seis carriles centrales y dos colectoras, se convirtió en una autopista con puentes extendidos, otros reemplazados y perdió su gran valor: talaron los árboles y derribaron las casitas.
“La demolición tiene que ver con que esto se transformó en una gran autopista y ese espacio de parquización se fue achicando. La General Paz original tenía dos carriles por mano y desde la década del 60′ comenzó el proceso de ampliación. El de mediados de los noventa agregó carriles por mano, en algunos tramos. Actualmente tiene seis. La avenida es una obra vial y lo que se prioriza es lo vial: la idea es que pasen los autos y circulen, por eso las derribaron”, afirma Gruschetsky .
Pese a los años, el recuerdo de esas casitas sigue despertando nostalgias: “Cuando yo era chica íbamos a comprar a Villa Herminia, cruzando la General Paz del lado de Ciudadela, y se podía cruzar perfectamente la General Paz, pero con los años no. Ya para los 70′s era imposible y todos los vecinos lo evitaban, por eso cuando se hizo el proyecto de ampliación de la avenida cayó bien porque, además, estaba rota y ya nos parecía angosta”, recuerda la historiadora y ex vecina de las casitas, Susana Boragno.
Consternada por esos recuerdos, agrega: “Nadie se dio cuenta de las casitas cuando, en 1993, se aprobó el proyecto de ampliación y tampoco cuando se demolieron. Es una lastima que no haya una en pie, al menos”.
“Miles de historias de hadas y duendes cruzaban nuestras mentes infantiles mientras nos hamacábamos, era la ilusión de ver aparecer a Blancanieves y los siete enanitos. Pero hoy nada queda de estos lindos recuerdos. La General Paz se disfrutó mucho. Sólo los vecinos de los tantos barrios que contenían a la Avenida sabemos de esto” Susana Boragno (Historiadora)
También afligido por el recuerdo, el arquitecto Luchetti dice que aunque vivía a 15 cuadras de la General Paz, en el barrio porteño de Coghlan, las veía cuando transitaba esa avenida y lamenta que además de derribarlas hayan sacado el pulmón verde.
“Para mi fue una demolición lamentable. A diferencia de otros países, con esa ampliación no se conservó la zona verde, que era el objetivo del proyecto original. En ese tiempo también se amplió la Panamericana, no recuerdo cuál se amplió primero, pero se quitaron muchos árboles. Creo que debieron buscar otra solución porque si en todo el mundo se intenta que haya menos automóviles en la ciudad nosotros agrandamos las vías, las avenidas, derribando todo lo que hay alrededor, simplemente para que ingresen más autos. Es un error bastante grande el que seguimos cometiendo”, finaliza Luchetti.
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