Patricia Bullrich camina con pasos seguros hacia el mar; se trata de una mujer decidida hasta cuando está en modo playero. Se saca las sandalias, que son sostenidas por Guillermo, su fiel y silencioso compañero desde hace 23 años. Y enfila derecho hacia la orilla. “Está linda el agua”, expresa. Pero enseguida sale. Por lo visto, Bullrich prefiere la arena, la arena política, está claro. Y en ese sentido, Pinamar le sienta bien, porque aquí veranea un grueso número de votantes de Juntos por el Cambio. “En realidad a mí me gusta más el campo, me aburre la rutina de todos los días de ir a la playa, pero un día así de soleado Pinamar es espectacular. Además el cariño de la gente es muy lindo, se ve que algo bueno hice en mi gestión”; dice la ex Ministra de Seguridad, minutos antes de la presentación de su libro “Guerra sin Cuartel” (Editorial Sudamericana), en el Balneario Marbella.
-¿Se trata de un libro de investigación o de anécdotas?
-El libro es una manera de expresar abiertamente, y anecdótica, momentos de mi gestión. Cuando dejé el cargo, hice un informe de gestión, claro. Pero esto es algo mucho más dinámico. Y pone en valor las cosas que hicimos y que el Gobierno desarmó, como fue el tema de las pistolas taser que las terminaron usando para cualquier cosa. Hoy existe un protocolo de uso de armas de fuego que deja muy desamparada a la gente, y a los policías. Hay una realidad: en Argentina, las fuerzas de seguridad se sienten inseguras de lo que puede pasar. Cuando las fuerzas de seguridad no saben si su desempeño les va a traer problemas, actúan con miedo e inseguridad.
-Aquí se dice que los policías que estaban disuadiendo en cuatris a los jóvenes (amontonados en una playa pública) los mandaron enseguida de regreso a Buenos Aires.
-Bueno, eso es lo que pasa cuando el poder político lee el diario o mira la televisión y no le gusta la repercusión que tomó un tema. Entonces no bancan al mismo policía al que antes le habían dado una orden. Entonces, el resto de la fuerza se va a paralizar. Esa es la lógica que impera. Por supuesto que lo que debería preguntarse el poder político es si fue correcto el operativo y el despliegue policial
-Muchas veces las fuerzas policiales intervienen para frenar excesos que justifican su accionar. Y otras veces, también, se les va la mano.
-Acá hubo muchos excesos del poder político. Si el poder político dice: “hay toque de queda”, chau. Como en Santiago del Estero que no podés salir después de las seis de la tarde durante ocho meses. Si te dicen que en Clorinda no podés entrar ni salir durante ocho meses, bueno, no hay más que agregar. Los políticos se empoderaron sobre la libertad y la vida de la gente. Es muy negativo que pase eso.
-El “toque de queda” sanitario a cierta gente le remite a la época de la dictadura militar. ¿En su caso cómo analiza la implementación de las restricciones?
-El toque de queda es una forma de estado de sitio, que coarta las libertades de la gente y solo lo puede resolver el Congreso en situaciones “excepcionalísimas”. Además nosotros ya habíamos entrado en otra etapa, que era la etapa del distanciamiento social. Acusan a la gente de haberse relajado, hablan de excesos en Navidad y Año Nuevo. Ahora bien, antes de eso el Gobierno mismo dio la idea de que la cuarentena había terminado, con el Funeral de Maradona, con las Marchas Pro y Contra Aborto. ¿O no es así? Dieron la idea de que habíamos superado todo esto. Pero después quisieron revertirla, culpando a los jóvenes de los problemas.
-Entonces, banca a los pibes...
-Y sí, a los jóvenes los han tomado como chivos expiatorios. Yo le mandé un mensaje al Presidente. Y le dije públicamente: “Piense antes de sacar las fuerzas de seguridad donde hay muchos jóvenes. Pienselo tres veces, porque los chicos se juntan y empiezan a querer oponerse, a rebelarse. Entonces, es peligroso”. Además, no es que sean jóvenes organizados, son chicos que han estado todo el año con un estado mental muy deteriorado. Ha sido tan prolongada la cuarentena, tan larga la soledad, que provocó sentimientos muy negativos en la juventud.
-¿Qué le pareció el operativo montado desde el jueves en la playa de Pinamar con controles donde se revisan las heladeras, los equipos de música?
-Yo no entiendo porqué se prohíben los equipos de música, No entiendo esas cosas. Me parecen ridículas. En serio, es ridículo no poder escuchar música en la playa. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué no se puede? ¿Por qué la gente no se puede poner a bailar? Se hace con distancia y listo. Lo mismo que cuando la gente se mete al mar o toma sol debajo de una sombrilla. Hay cosas ridículas, totalmente estúpidas. En esta cuarentena, el Presidente ha tenido medidas muy contradictorias y negativas. El único sentido que tienen es jorobar a la gente. Insisto con esto, explicame: ¿Qué tiene de malo eso de escuchar música?
-Bueno, se adujo que la música estaba muy fuerte, que propiciaba un ambiente de descontrol...
-Bueno, hagamos un ejercicio: podés caminar desde San Clemente hasta Mar del Plata y vas a ver que el 98% de la gente no tiene ningún descontrol, está sentada en la playa con su familia o son grupos de chicos que disfrutan. Está bien, es cierto que hay situaciones que pueden ser un descontrol. Tal es el caso de un boliche o de una fiesta clandestina. Pero andate al punto de conflicto. Y hacé prevención, contención. No le impidas a todo el mundo por igual.
-Usted es frontal, ¿no tiene miedo de que le pase algo?-¿Cómo se lleva con la gente?
-Viví los cuatro años de Ministra de Seguridad con muchas restricciones. Me pusieron custodia, tenía camioneta, moto y la verdad es que Frederic (actual ministra de Seguridad) me dejó la custodia. Pero yo la llamé en junio y le dije: “No, no la quiero más”. Y muchas veces me preguntan: ¿Vas sola? “Sí, voy sola”. Tengo mucho feeling con la gente. Aunque siempre aparece alguno que otro que puede decirme: “¡ehhhh, vos sos...!”
-¿Sos una facha le dicen?
-(Sonríe) Y...alguna vez sí...Pero yo no me enojo. Les guiño un ojo y, con los dedos, le hago la “V” a los kirchneristas. Pero bueno, igual por suerte, me cruzo con gente que me reconoce. Me dicen: “Te veo como la Merkel de Argentina”. ¿Si me gusta la comparación con la cancillera de Alemania? ¡Si, por supuesto que me gusta esa definición! Porque Merkel es una persona firme, y abierta, no es obcecada. Yo creo que esa es la forma correcta. Hay que ser firmes y saber escuchar mucho, ser abiertos a las ideas. Porque la obcecación es muy negativa. No es ser inteligente.
-¿Hay gente tibia dentro de Cambiemos?
-Hay momentos de firmeza y momentos en donde hay que tratar de entender la idea del otro. Como le dije a un turista hace un rato: “Ojo que yo no soy una pecho frio”. El tema es que Argentina trabaja con dos sistemas muy distintos. Y hay una fuerza política que quiere cambiar el sistema. Entonces eso no hay que permitirlo de ninguna manera. Si te toman el tiempo, te pasan por delante.
-El votante promedio de Juntos por el Cambio le pedía a Larreta que reaccionara mucho antes cuando el Presidente y el Gobernador habían empezado a criticarlo en las conferencias de prensa del COVID-19...¿Usted también se hubiera quedado así en el molde o habría contestado?
-Precisamente, ese tema lo charlé con él. En realidad, yo hubiera puesto otro énfasis para defenderme. De hecho, después lo tuvo que poner a la fuerza porque el Presidente terminó no reconociendo ningún tipo de diálogo y pegándole duro a la Ciudad. A mi ningún presidente me pasa por delante.
-La sangre tira...
-Y sí, uno no se puede dejar manejar. A mí me pasó con Moyano, con las Fuerzas, con el caso Maldonado. En varias oportunidades, me dije: “Si en este momento aflojo la cincha (Nder: fajas que sujetan la silla del caballo), me llevan a mí y a la política que represento”.
-Alguna vez dijo que soñaba con ser Presidenta de la Nación... ¿Sigue pensando en eso? ¿Se siente capacitada para una candidatura así?
-Si, yo estudié mucho. Siento y sueño con ser presidenta del país. Pero en este momento creo que tendría que ser un sueño colectivo. Es decir, que Juntos por el Cambio vuelva a gobernar. Es que si pusiese mis ganas por encima del conjunto estaría trabajando mal. Lo más importante ahora es que lleguemos a la Presidencia.
-¿Macri sigue teniendo el poder en Juntos por el Cambio?
-Macri es una persona muy importante en JXC y en el Pro. Hoy JxC tiene que tener el mejor equipo para el partido que vamos a jugar (se refiere a las Legislativas de agosto y octubre) El equipo no es uno, son once y hay once más en el plantel. Vidal, Pichetto, Carrió, yo... (Justo aparece el bailarín Maximiliano Guerra, que se acerca a saludar, la nueva cara en el armado)
-Bueno, entonces este libro es una excusa ideal para arrancar la campaña si es que quiere ser candidata a Diputada.
-Es así, voy a hacer campaña con el libro por todos lados. Es una buena forma de introducir mi pensamiento. En cuatro años un cambio se puede hacer. Y en ese sentido podés mostrarle a la gente en un libro agradable y legible -no como otros libros de polìticos- que sí se puede transformar la realidad.
-Hay una frase que se repite siempre en los bares. Y hace referencia a que “el peronismo garantiza gobernabilidad” ¿Es así? ¿Tienen astucia para gobernar a pesar de la crisis económica, la pandemia...?
-El peronismo garantiza la gobernabilidad de la decadencia. Saber gobernar es que el país esté mejor, que la gente viva bien, que tenga casa y sus necesidades cubiertas. Los peronistas garantizan la gobernabilidad de la extorsión, como lo que hace Insfrán (Nder: gobernador de Formosa). Yo creo que no saben liderar. Saben gobernar para los privilegios de ellos. No para las necesidades de la gente.
-Muchos opositores reconocen a Cristina Kirchner como una mujer inteligente. A pesar de las distancias ideológicas... ¿le ve aptitudes?
- La veo como una mujer potente. La inteligencia tiene que significar que la Argentina salga para adelante. Y la Argentina con Cristina fue para atrás. Así que en eso no fue inteligente.
-Hay una expresión que se puso de moda que se denomina falacia ad hóminem... Se da cuando se ataca a la persona en lugar de debatir ideas argumentando... En su caso, le han pegado duro en redes tratándola de alcohólica... ¿Ese tipo de acusaciones le duelen, le afectan en algo?
-Lo que dicen eso son personas que no tienen argumentos. Yo siento que no hay que criticar a las personas por su vida, sino por sus ideas. Esas cosas igual ya no me embroncan. Ya estoy vieja para eso.
Seguí leyendo: