El 25 de mayo de 1958 se inauguraba en Villa Carlos Paz el reloj Cu Cú, el emblema turístico más importante de la ciudad y una de las fotos ineludibles para todos los turistas que llegan a las sierras de Córdoba en cada temporada.
Apenas dos años más tarde, llegaba al lugar Domingo Falcón y se sentaba en la plaza para ofrecerle a los paseantes: “La foto con el Cu Cú”.
Hoy, con 81 años, Domingo sigue allí en la plazoleta del reloj invitando a los visitantes a tomarse una foto para llevarselá impresa. “Recuerdo de Villa Carlos Paz”, señala el cartel que prolijamente su ayudante coloca delante de los sonrientes turistas en cada toma.
Falcón no es sólo el fotógrafo del Cu Cú. A su tarea, se le sumó la de ser custodio del vieja máquina interna que contiene el reloj, que pesa 120 kilos y tiene un péndulo de 2,80 metros de largo, además de ser el cuidador del reconocido pájaro cantor.
“El reloj está todo hecho a mano, cada vez que hay que arreglar una pieza hay que hacerla. Es una verdadera reliquia”, se ufana Falcón.
La historia del Cu Cú, está atada a la de la Alemania nazi de la post guerra. Un grupo de ingenieros llegados a la Argentina de la post guerra ávida de la tecnología alemana, se instalaron en Córdoba para el desarrollo del I Ae. 27 Puqui (Flecha en mapuche), el primer avión a reacción en fabricarse en Latinoamérica y apenas el 9° en todo el mundo.
En sus tiempos libres, los ingenieros residentes en Carlos Paz: Carlos Juan Plok, Juergen Naumman y Carlos Wedemeyer habían montado una fábrica de relojes Cu Cú, tradicionales en la selva bávara, disponibles para el hogar.
En mancomunión con los vecinos que buscaban tener un atractivo extra al paisaje que ofrecían las sierras, en 1956, los propietarios de la fábrica decidieron donar el gigantesco Cu Cú para la comunidad de la ciudad. La construcción tardó casi 3 años.
De los robos al cambio de sexo, las peripecias del Cu Cú
Falcón, en sus 61 años como custodio del pájaro y su maquinaria ha sido testigo de numerosos vandalismos. “Muchas veces lo hemos tenido que arreglar porque lo agarraban a pedradas, también se lo robaron tres veces”, cuenta.
En el último robo, tras encontrarlo maltrecho tirado a la vera del Lago San Roque, los restauradores decidieron pintarlo con los colores que corresponden al ejemplar femenino de la raza. Desde entonces, el Cu Cú es la “Cucusa”, como le pusieron en Carlos Paz.
Hoy, el Cu Cú, en cada salida lleva puesto un barbijo. “Porque estamos en pandemia”, aclara Falcón y detalla: “Tiene su vida propia, en los mundiales le ponemos una camiseta de la selección argentina y hasta en alguna oportunidad, Iliana Calabró le dio de comer su famoso tiramisú”.
Sobreviviendo a la era digital
“Hay gente que viene y me dice: Hace 20 años usted me sacó una foto aquí, ahora vengo con mis hijos o con mis sobrinos, y quiero la misma foto”, cuenta Falcón. Según su relato han pasado novios, quinceañeras y otras tantas historias entre los pedidos de fotos frente al famoso pájaro germano cordobés.
“Esta es la época más dura”, asegura el fotógrafo con resignación. “No sólo que la gente no tiene plata, sino que se sacan las ‘selfies’ o cualquier foto con lo que tengan en la mano. No priorizan la calidad del recuerdo”, se queja el fotógrafo.
La lucha con los celulares es desigual y el trabajo para Domingo es cada vez más escaso. “Pero no importa, sigo viniendo todos los días, porque es mi forma de vida, acá estoy yo, siempre”, señala.
El pájaro Cu Cú sale 7 veces a las 19:00hs y la gente apenas logra posar para tomar un par de fotos o algún video. Tras la salida, poco elegante del pájaro, muchos quedan felices, otros decepcionados, pero todos se llevan la foto.
“Siempre fue así, pero la gente no deja de venir. Nadie se va de Carlos Paz sin una foto con el Cu Cú”, sentencia Falcón y continúa ofrciendo: “A la foto, a la foto. La foto con el Cu Cú, vamos!”.
Video: Mario Sar
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