
“La felicidad es como esos palacios de cuentos de hadas cuyas puertas están custodiadas por dragones: hay que luchar para conquistarla”, escribió Alexander Dumas.
Aquí no hay seres mitológicos que resguardan sus puertas, sin embargo tanto el interior como el exterior del Palacio Augusto parecen salidos de una historia de ficción.
Hace dos décadas que Augusto Maluccio (38), sigue construyendo el sueño familiar. No se cansa de aclarar: “No es un castillo, es un palacio que lleva mi nombre porque así lo quiso mi padre”, le cuenta a Infobae. Además de llamar la atención por su arquitectura singular que rompe con la estética de los chalets de la Costa Atlántica, su ubicación es perfecta: se erige sobre la calle Martín Pescador entre Sirena, y Avenida del Libertador de Pinamar. Claro que tiene vista al mar.
Por su majestuosidad hay muchos mitos alrededor de esta edificación. “La gente suele pensar que es de un empresario adinerado, nunca imaginan que es mío ya que me ven sucio poniendo algún cristal o terminando algún detalle”, agrega. Además Augusto vive adentro de su obra.

“En 1998, cuando tenía 17 años, mi papá José Maluccio, ingeniero civil, italiano, comenzó con este proyecto. Una obra arquitectónica que aún no está terminada, inspirada en los grandes palacios renacentistas venecianos. Cada año, te diría que cada mes, algo le agregamos para poder finalizarlo. No tengo apuro. En el proceso está el disfrute de cada accesorio agregado “, le reconoce a Infobae, el heredero y hoy dueño de la casa más llamativa del balneario.

La residencia está inspirada en tres palacios venecianos: el Ducale, el Ca’ d’Oro y el Cavalli. Lugares que los Maluccio no conocieron personalmente, aunque se enamoraron de sus historias y estética.
En temporada alta -sobre todo previo a la pandemia- vienen de todas partes a curiosear. “Los visitantes me piden entrar, sacar fotos y me hacen miles de preguntas. Inclusive tengo una página de Facebook y una cuenta de Instagram donde comparto todos las novedades del Palacio, porque muchos me lo piden. Tal vez sea eso lo que más me entusiasma: ver lo que despierta en los visitantes”, confiesa Maluccio.
Cuando en 2006, José le hizo el traspaso de mando a su hijo “el Palacio no era más que una gran estructura de hormigón con dos dormitorios, un baño y una especie de garage. Lo primero que hice fue construir las paredes: tenía que colocar ladrillos, realizar revoques y revestir las fachadas exteriores. En ese entonces pensaba que era una tarea imposible de llevar a cabo”, recuerda.

Una década más tarde, la escenografía es totalmente distinta. A simple vista la obra completa es impactante. La superficie del terreno: 1000 metros cuadrados, en un pulmón de manzana repleto de eucaliptos y una pendiente de 100 metros. Edificados hasta el momento: más de 600 metros cubiertos. El objetivo final, es que tenga 1000 metros cubiertos, contando todos sus miradores, las terrazas y las torres. " Le falta un…. para concluirla, pero no tiene apuro, es como una gigante escultura, vamos paso por paso”.
Un palacio lleno de secretos... inconclusos
El Palacio Augusto tiene tres niveles. En la planta baja, se encuentra un amplio espacio de recepción, living y comedor. Más abajo -si se toma como referencia la fachada- hay una bodega y sótano que conecta hacia el jardín con pérgola y fuente de agua. Más arriba, la pileta con terraza. En el último nivel de donde se ven los hermosos pinos y el mar, las fastuosas suites todas ambientadas con antigüedades restauradas por su dueño.

Lo distintivo del palacete según su creador son los minuciosos detalles hechos a mano -rosetas, columnas- “todos diseñados y hechos en cemento por mí: arcos de época, miradores, los grandes balcones, torres y ornamentos, son una verdadera expresión del arte gótico con influencias árabes”. Augusto asegura que nunca tuvo ayuda de albañiles o maestros mayores de obra.
En su interior resguarda antigüedades que el joven dueño se encarga de salir a buscar: canillas de bronce, arañas de cristales, mobiliario de época , porcelana francesa y obras de arte italianas que le dan magia al lugar.

Una vida dedicada a la obra
Desde que heredó el la ejecución de la construcción, Augusto le dedica en promedio 9 a 10 horas a su pasión. Este 2020, en medio de la pandemia no paró. Estuvo 100 por ciento abocado a poder avanzar con su proyecto. “Me instalé solo para terminar con los cerramientos del tercer piso que fue lo que hice durante este año. Adquirí ventanas que pertenecieron a importantes residencias. Desde la fachada se nota la diferencia”.
-¿Cómo financiás el proyecto?
-Del ahorro de mi trabajo. No necesito demasiado más para vivir en Pinamar. Solo tengo los gastos materiales y mi mano de obra. Cuando puedo alquilo a turistas el subsuelo.
-¿Pensás abrirla al público?
-Por ahora es de uso exclusivo privado, tal vez algún día lo usaré para eventos o algún alojamiento esporádico. Pensá que estoy acá desde los 17 años, es mi hogar.
-¿Estás cansado de que te pregunten cuándo estará terminado?
-El tema es que cada vez surgen nuevas ideas, lo cual hace que esto nunca esté listo.
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