Una virgen, un caballito de mar, un par de lobos marinos y dos delfines. Es posible que cada persona que haya visitado al menos una vez la Costa Atlántica los haya visto. Expuestos sobre la vidriera, en estantes espejados, con el precio escrito en fibrón negro, sobre el fondo naranja, se convirtieron en un clásico que sobrevive al paso del tiempo a pesar de que pocos sepan cómo llamarlos.
“¿Funciona bien el cosito que sirve para saber el clima?”, le pregunta una mujer al vendedor del local Espejos, ubicado sobre la mítica peatonal San Martín de Mar del Plata. Que funcione bien, a su criterio, es que su color sea capaz de predecir cómo estará el tiempo ese día. Si es azul, hay promesa de playa. Si es violeta, la inestabilidad acecha. Y si es rosa, mejor descolgar la ropa y salir con paraguas.
Durante la recorrida que Infobae realizó por la concurrida calle céntrica todos los adornos resplandecieron azules. El cielo en un tono más calmo buscó darles la razón. Creer o reventar. “Son el adorno más vendido por lejos”, contó Marcela, dueña de un local de recuerdos de Mar del Plata. También dijo que “el caballito de mar y los delfines son los que más se llevan”.
Sobre las estanterías los dueños de los locales no explican qué son ni para qué sirven. Y mientras para algunos es el “adorno del tiempo”, otros prefieren hablar de ellos a través de sus recuerdos: “El caballito de mar que tenía mi abuela en la cocina” o “el lobo marino que mi mamá dejaba en el muele para saber si iba a llover”.
Eduardo, propietario de un comercio de recuerdos y accesorios, revela a Infobae una situación que se repite en todos los locales que ofrecen estos adornos en la peatonal San Martín: “Se venden muchísimo por dos cuestiones: representan un clásico de Mar del Plata y se consiguen a buenos precios. Por eso los ves tan expuestos. La gente los compra, nunca dejaron de venderse”.
La meteoróloga Cindy González, miembro del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) argentino, redactó un artículo llamado “Pronóstico casero”, en el cual detalló la eficacia del fenómeno, señalando que las respuestas a estos interrogantes sólo se encuentran en la química.
“Algunas sustancias reaccionan de forma reversible ante algunos estímulos físicos o químicos modificando alguna de sus propiedades. Los que producen cambios de color como respuesta a algún estímulo externo se llaman materiales ‘cromoactivos’”, indicó.
En cuanto a los precios, la oscilación va desde los $100 hasta los $300 dependiendo el tamaño, la figura y si en la misma viene incrustado algún coral o caracol.
“Estas figuras se recubren en uno de sus lados por una capita de gel de sílice, una sustancia higroscópica que tiene una gran afinidad por el agua, tanto que es capaz de absorber la humedad del ambiente”, explicó la meteoróloga.
Y continuó: “Los gránulos que componen este gel son incoloros pero se les incorpora una sal de cobalto que varía de color en función que el gel de sílice este mas o menos humedecido. Si apenas está seco o apenas absorbió agua es de color azul, pero a medida que se humedece cambia su estructura cristalina y evoluciona a colores violetas y rosas”, agregó.
“Los cambios en el tiempo muchas veces están asociados a cambios en la humedad del aire. Por ejemplo, un aumento en la humedad ambiente suele ser indicativo de precipitaciones, y es por eso que estas figuras se venden como pronosticadores del tiempo”, completó la meteoróloga.
Romina, encargada de otro de los comercios marplatenses dedicados al mismo rubro, permitió fotografiar las vidrieras y sentenció: “No hay demasiados misterios en cuanto a lo que es el producto. Por eso ponemos el precio en la vidriera, porque entendemos que si la gente ve que es económico, entra a comprarlos seguro”.
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