Ayer por la noche, una pareja ingresó pasadas las 23.30 al clásico restaurante Montecatini de Mar del Plata. En la puerta, la recepcionista les tomó la temperatura con un termómetro infrarrojo y luego colocó abundante alcohol en sus manos. “Elijan la mesa que quieran”, les dijo. Pero agregó: “Ah, miren que el servicio es hasta las 0.30. A la 1 cerramos”.
La escena se repitió en cada zona abocada a la gastronomía de La Feliz. Los bares y restaurantes iniciaron su servicio de manera normal y debieron interrumpirlo antes de lo acostumbrado.
En la puerta de los comercios, todos los clientes fueron advertidos del decreto que estableció los criterios de restricción nocturna para controlar la subida de casos de COVID-19. El mismo fue acatado por la provincia de Buenos Aires y, en consenso con los intendentes de la Costa Atlántica, decidió suspender desde ayer las actividades de 1 a 6 de la madrugada en 118 municipios.
En Mar del Plata, sobre la calle Olavarría, la escena fue inusual. Pasadas las 23, el corredor gastronómico que aglutina cervecerías, hamburgueserías, heladerías, pizzerías y otros comercios vio disminuido su aforo habitual dado un factor que se esperaba para el final para la jornada: una intensa e incesante lluvia, la cual le puso fin a la noche mucho antes de que entraran a regir las normas establecidas.
Las mesas y sillas ubicadas en el exterior de los locales fueron apiladas desde temprano. El tránsito se volvió fluido y los jóvenes que permanecieron hasta el cierre hicieron una parada técnica bajo algún techo de resguardo. Para Micaela, Jessica y Romina, tres amigas marplatenses, “la medida no perjudica a los turistas y sí a los gastronómicos, quienes invirtieron mucho dinero para ampliar sus locales y tienen que aceptar una decisión injusta”.
“Trabajo en una esquina céntrica de la ciudad y veo todos los días como pasa mucha gente sin barbijo o lo lleva mal puesto, y los agentes de control que están ahí no dicen nada. Yo acepto este horario y no voy a hacer nada después. No pienso ser parte de una fiesta clandestina. Pero no dejo de ver mal lo que están haciendo”, remarcó Micaela a Infobae.
La postura es similar a la de dos amigas bahienses que viajaron para vacacionar durante una semana y se toparon en su primera noche con esta restricción. “Pensamos igual, no vamos a meternos a una fiesta en la casa de alguien que no conocemos o con gente que no sabemos dónde anduvo. Nos volvemos a casa y listo. Habrá que aceptarlo así”, sostuvieron.
Por la tarde se esperaba que cerca del horario de cierre circulara por la zona la patrulla municipal junto a la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI). Sin embargo, todo transcurrió de manera pacífica y ningún efectivo policial transitó la zona cuando el reloj merodeaba la 1.
“El cierre fue consensuado entre todos. Si bien hace algunos días nos mantuvimos firmes en no aceptarlo, hoy preferimos hacerlo y discutir qué hacer las próximas noches”, reveló a este medio el dueño de una de las cervecerías más concurridas de Olavarría.
Hoy a las 11, los gastronómicos se reunirán en la cervecería Ogham para definir cuáles serán los pasos a seguir. Infobae supo que el pensamiento general es el de continuar cerrando a la 1 y no ejercer un movimiento de protesta a 48 horas de que el decreto haya entrado en vigencia.
Los empresarios del sector piensan que mostrarse flexibles forjará una convivencia más amena que en el futuro los beneficiará. “Yo creo que si hacemos las cosas bien en unas semanas volvemos a los horarios habituales. Me parece que todos están buscando el mal menor. Si hacemos una huelga y nos mantenemos abiertos corremos dos riesgos: que nos multen y que las medidas se vuelvan más restrictivas. Y lo que necesitamos es trabajar”, expresó Marcelo, dueño de una reconocida heladería.
Desde el municipio es sabido el respaldo hacia a los gastronómicos. Desde allí sostienen que los controles para mejorar la situación sanitaria no deben repercutir negativamente en el trabajo de los comerciantes y sí ser parte de las actividades cotidianas.
“Lo venimos diciendo hace meses: es salud con trabajo. Sabemos que necesitamos cuidarnos. También sabemos que vivimos en una ciudad que tiene las tasas más altas de desempleo del país. ¿Cómo conjugamos estas urgencias? Como siempre lo hicimos, siendo previsores y con sentido común”, redactó hace dos días Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón, en su cuenta de Twitter.
“Desde hace semanas que venimos diciendo que las actividades reguladas no son el problema: con protocolos, control y cuidado la posibilidad de contagiarse es baja. El problema está en la clandestinidad, en las fiestas sin controles ni regulaciones”, continuó.
En cuanto a esta iniciativa, apuntada contra todas las actividades comerciales, gastronómicas, artísticas y recreativas, Montenegro manifestó: “Como hicimos siempre, planteamos nuestra posición pero vamos a aceptar las medidas que se toman”.
Fotos: Christian Heit
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