Entre árboles y peces, un plan diferente en la casa de té que le rinde culto a la intimidad en Mar del Plata

En la Cabaña del Bosque, situada en el medio de una reserva natural, las creaciones gastronómicas familiares son la excusa perfecta para salir de la rutina del mar y vivir una experiencia opuesta

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La Casa del Bosque está
La Casa del Bosque está ubicada en el medio de una reserva natural

Las visitas a la Cabaña del Bosque se convirtieron en una experiencia de culto en Mar del Plata. La gente que llega hasta allí posiblemente reincide en su vivencia o bien arriba bajo una letal recomendación de satisfacción. Sonia De Francisco, su dueña, lo explica mejor: “Nosotros contamos con una gran ventaja. La persona que nos conoce sabe a lo que viene. Y aquellos que nos descubren por primera vez, también”.

No es una simple casa de té, aunque esta tres palabras son parte de su slogan desde hace 36 años. Aquí no hay gritos ni apuros. Las cosas se viven a su debido tiempo. Ya desde su ubicación (Don Arturo y Los Cedros), todo es diferente: la Cabaña del Bosque se sitúa en el corazón de una reserva natural y su fachada ni siquiera se distingue desde la avenida que da ingreso al pulmón verde de la ciudad.

“Nuestra capacidad está sobredimensionada: tenemos mucha más demanda de la que podemos atender. Cuando abrimos estábamos muy lejos del centro. Y hoy también. Pero en aquel entonces, cuando se parceló el bosque se unió a la costa. Esa resolución implicó que a la gente le encantara venir”, revela Sonia en diálogo con Infobae.

El lugar convive con la
El lugar convive con la naturaleza: las mesas y sillas rodean un estanque con agua y peces

En este sitio -que abre a las 9 y cierra a las 21- el turista se encuentra con un menú en el que únicamente hay desayuno o merienda. Y una experiencia que comienza cuando se traspasa el arco de la reserva forestal y se transitan los 400 metros hasta su ingreso. Un portón de madera anuncia la casa de té. A sus costados, el verde follaje envuelve el camino hacia la escalera y también esconde un estanque con peces, mesas y sillas alrededor. Árboles, pájaros, plantas, naturaleza: una conjunción que por un momento permite olvidar que a pocos kilómetros existe un mar.

Infobae es testigo de una situación que dibuja grafica la Casa del Bosque: una pareja llega pasadas las 17 y se encuentra con más personas en el exterior. Todos aguardan. “¿Cuánto tenemos de espera?”, preguntan. Sol, encargada del ingreso, responde: “Casi una hora”. La respuesta final viene con sonrisa incluida: “Dale, nos quedamos por acá”.

“La gente llega a esperar hasta una hora y media. Yo siento que este lugar es exitoso porque la gente quiere al lugar. Esta propuesta de encontrarse con uno, de estar en paz. Es una experiencia que va más allá de lo gastronómico, porque siempre pusimos primero la acción y dejamos que lo gastronómico se diera por añadidura”, cuenta la dueña, quien maneja el comercio junto a su hermana y su sobrina.

En el sitio se cumple
En el sitio se cumple el distanciamiento social y todas las medidas sanitarias recomendadas

En la entrevista Sonia dibuja el fenómeno: “Nos hemos ocupado de que acá se sientan en sus casas. Ofrecemos un servicio lento y vamos a seguir siendo lentos siempre. ¿Por qué lo hacemos? Porque este no es el café que te tomás en la oficina o la medialuna que comés a las apuradas. La gente tiene que llegar, sentarse, disfrutar. Yo siempre digo: ¿para qué vamos a poner todo esto si no lo van a ver? La gente lo tiene que sentir. Por eso gusta ver que están leyendo, distendidos, hablando. Que no estén con el celular”.

En cuanto al contexto pandémico hubo una readecuación que permitió volcar al público en la parte externa y acomodar las mesas en las plantas baja y alta. A cada comensal se le toma la temperatura en el ingreso, se le coloca alcohol en gel en las manos y se lo sitúa en mesas que están espaciadas y cumplen correctamente con el distanciamiento recomendado.

Estamos con la mitad de nuestra capacidad. En cuanto a los números de esta temporada puedo decir que me impacta un poco menos, porque acá se ve movimiento. La demanda es muy importante y no hemos perdido contacto en la pandemia a pesar de no abrir. Pero la situación dramática que vive todo el sector también nos afecta”, dice Sonia.

Menús, precios y elaboraciones

La dueña de la Casa del Bosque mueve platos, empaqueta una porción de torta y saluda a quienes llegan y se van. “Me encanta que me pidan recomendaciones porque me da la posibilidad de que les cuente. Por ejemplo les digo que aprovechen las frutas de estación y las elaboraciones que hicimos con ellas. Pero me mido y por eso digo que no tengo que estar, porque me excedo. Me encanta que me busquen, que me escriba. El primer día que abrimos vino un matrimonio -que nosotros le decimos ‘chocolate’, porque siempre toman ‘chocolate’- y nos trajeron un regalo a cada uno. Esas cosas, que piensen en nosotros, tienen un valor inmenso”, cuenta.

En la carta se destacan por excelencia las diversas infusiones de té. Las opciones nacionales oscilan entre los $220 y los $350. Las seis propuestas incluidas en el listado “Tea Blends Tealosophy” cuestan $490. Algunas se ofrecen frías y son ideales para compartir. Los tés fríos, por su parte, se ofrecen en cinco variedades y oscilan entre los $360 y $500.

Las infusiones de té son
Las infusiones de té son un clásico de la Casa del Bosque

El café común tiene un valor de $220 y el chocolate con crema (el más costoso de la gama) sale $370. Los precios de los cafés y los chocolates varían entre esos montos. El lugar también ofrece jugos, bebidas frías y batidos.

Entre lo dulce y lo salado se contemplan varias opciones. La medialuna cuesta $60. Las medialunas con jamón y queso $400 (vienen tres unidades), los scons con jalea y crema (cuatro unidades) $360. El clásico tostado de jamón y queso con pan de campo posee un valor de $500. El tamaño es considerado. La porción tostadas de pan de campo (con manteca y mermelada) están al mismo precios.

Toda la pastelería se elabora
Toda la pastelería se elabora a mano en la cocina del lugar

En la Casa del Bosque sobresalen las porciones de torta. Son abundantes y cuestan $380. También los panecillos caseros rellenos (cinco unidades) por $500.

Toda la elaboración, menos los productos aptos para celíacos, se hacen en el lugar. Ofrecemos una pastelería como la que se puede comer en una casa. Una torta que podría hacer cualquier abuela: el mismo sabor, rico y concentrado. Si tuviese que hacer una recomendación sería el pan, porque no tenemos amasadora y lo hacemos a mano”, completa Sonia.

Fotos: Christian Heit

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