El país era un caos de violencia y muerte. La fecha de la asunción de Juan Domingo Perón a su tercera presidencia se acercaba y la cuestión de la seguridad se tornó prioritaria. Por eso se inclinó por nombrar a Vicente Damasco -un coronel del arma de caballería que en 1973 era el jefe del Regimiento de Granaderos- como director del operativo de la asunción presidencial. Todo terminó según lo planeado, y el propio Perón quedó tan conforme que, con el correr de las semanas, le asignó a este oficial de 48 años tareas de mayor responsabilidad.
Cuando Perón regresó al país, le preguntaron cuáles eran sus proyectos, y respondió: “Primero voy a desatar el paquete a ver qué me dejaron”.
Pero el anciano Presidente, del que pocos sabían que hacía menos de dos años había sufrido un infarto en su exilio español y que padecía otras dolencias que lo convertían en un paciente de alto riesgo, perseguía seguramente lo que sentía como su última aspiración: la de transformarse en el único árbitro, en el garante de paz y unión y en el responsable del despegue del país. Para eso se necesitaban ideas, un proyecto que fuera lo más abarcativo posible. Esa fue la génesis del Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, que muchos popularizaron como el testamento político del líder justicialista, en el que el propio Damasco tendría un papel importante. Sería el redactor del plan.
El 15 de febrero de 1974 Damasco asumió en un cargo creado a su medida, el de Secretario de Gobierno de la Presidencia, y retuvo la Secretaría Militar en el gobierno. Una de sus principales funciones sería la de asistir al presidente en la formulación del Modelo Argentino.
El plan de Perón se apoyaba en el Pacto Social, una suerte de acuerdo entre el Estado, los trabajadores y los empresarios para discutir -pasaron ya más de 45 años- la distribución del ingreso; el Plan Trienal, que cubrirían los años 74-77 y una reforma constitucional con elecciones en septiembre a constituyentes y jura de la nueva carta magna el 25 de mayo de 1975.
En una primera instancia, Perón le pidió a Damasco que trabajase en proyectos tendientes a lograr una mayor eficiencia en la administración. Como el Presidente había elegido la residencia de Olivos como lugar de trabajo para estar mejor controlado por el equipo de médicos, Damasco concurría habitualmente a una oficina que le habían armado, y entre febrero y marzo de 1974 incluso los fines de semana. Junto con un reducido equipo, escuchaban al anciano general, tomaban nota de lo que decía y hasta lo grababan.
Ideas, no soluciones
En ese Modelo Argentino -que se aclaró que eran lineamientos generales y no soluciones definitivas- Perón abogaba que fuera “verdaderamente nacional”, en los que todos aportasen ideas a través de un Consejo para el Proyecto Nacional. “Nuestra patria necesita imperiosamente una ideología creativa y nacional”, escribió.
¿Por cuál modelo inclinarse? En el capítulo de Ideología y Doctrinas Nacionales, se lee que “el mundo nos ha ofrecido dos posibilidades extremas: el capitalismo y el comunismo. Interpreto que ambos carecen de los valores sustanciales que permitan concebirlos como únicas alternativas histórico-políticas. Paralelamente, la concepción cristiana presenta otra posibilidad, impregnada de una profunda riqueza espiritual, pero sin una versión política suficiente para el ejercicio efectivo del gobierno. Servir al liberalismo o al comunismo implica servir al neocolonialismo. Hay que decidirse por la liberación”. Llamaba a luchar contra los imperialismos y se mostró partidario del Tercer Mundo y de la Tercera Posición.
Parte del contenido de este Modelo fue adelantado en el mensaje que Perón brindó a la asamblea legislativa el 1 de mayo de 1974. Ese día afirmó que la situación del país era “milagrosa”, gracias a la reconstrucción nacional y adelantó que la violencia sería superada. En ese documento, definía al justicialismo como “nacional, social y cristiano”.
Ante la grieta existente entonces, en el capítulo de los objetivos advertía: “O profundizamos las coincidencias para emprender la formidable empresa de edificar una gran nación, o continuamos paralizados en una absurda intolerancia que nos conducirá a una definitiva frustración”.
Este documento -que se ocupaba de cuestiones de índole política, económica, institucional y social- fue puesto en conocimiento del gabinete nacional el 31 de mayo de ese año y se decidió su publicación en junio, inclusive en otros idiomas. El agravamiento de la salud del presidente frenó todo.
Perón indicó que “hay que trabajar con los pueblos, no con los gobiernos”; a éstos últimos les exigía una “elevada eficiencia”.
En el apartado dedicado a la economía, aseguró que “sabemos combatir establemente un mal como la inflación: ello se consigue sólo cuando hay capacidad política para usar el remedio natural dado por una política de precios e ingresos”.
La culpa es de los medios
La manipulación de los medios durante su gobierno la sufriría Perón en carne propia cuando fue derrocado en 1955. Durante mucho tiempo hasta estuvo prohibido nombrarlo, por ejemplo. Así escribió que “los medios de comunicación son vehículos de penetración cultural (…) La opinión pública del país está lo suficientemente preparada para criticar las informaciones que recibe. En algunos sectores sociales se pensó que esa opinión había sido confundida con información tendenciosa; pero no fue así. A pesar de que prácticamente los dos tercios de la opinión ciudadana soportó décadas de prédica destructiva, mantuvo una monolítica unidad de convicción (…) No es posible ‘vender’ ideas al pueblo. Menos aun cuando, como en nuestro caso, se concentra en él una incontenible sed de verdad”.
Hay críticas por la ausencia de una política de ciencia y tecnología, y una preocupación por la polución, el sobrecultivo, la deforestación y el tratamiento de la basura. “Hay una marcha suicida por la contaminación del medio ambiente”.
La familia es lo primero
“En el Modelo Argentino -puede leerse- nuestra sociedad futura debe responder con absoluta plenitud al concepto de comunidad organizada. El matrimonio es la única base posible de constitución y funcionamiento equilibrado y perdurable de la familia. No olvidemos que la familia es, en última instancia, el tránsito espiritual imprescindible entre lo individual y lo comunitario. Una doble permeabilidad se verifica entre familia y comunidad nacional: por una parte, ésta inserta sus valores e ideales en el seno familiar; por otra, la familia difunde en la comunidad una corriente de amor que es el fundamento imprescindible de la justicia social”.
Establece que “nuestra forma de gobierno deberá ser: representativa, republicana, federal y social. Social, por su naturaleza, por sus objetivos y por su desenvolvimiento; libre de preconcepciones dogmáticas y de extremismos. Social, en fin, en un sentido intrínsecamente cristiano”.
Mediación con guerrilleros
Damasco, que también fue el responsable de colocar el doble vidrio blindado al histórico balcón de la Casa Rosada, también fue requerido por el presidente para que mediase con las organizaciones armadas. Los montoneros le reclamaban a Perón el regreso del programa del 11 de marzo de 1973 y la expulsión de los que reprimían a “militantes populares”. Perón le encomendó que llevase un mensaje de “paciencia y paz”, cosa que hizo en un asado que el coronel organizó. El ataque del ERP a la unidad del Ejército de Azul el 19 de enero de 1974 aceleró la ruptura con Montoneros, que tres meses antes había asesinado a José Rucci, el secretario general de la CGT.
El Modelo fue publicado, en una edición rudimentaria, el 8 de enero de 1976. Pasó a la historia como el testamento político del fundador del justicialismo y tras su muerte quedaría como un compendio de ideas. Había otras urgencias. En una entrevista emitida el 3 de septiembre de 1973 por Canal 13, Perón les confesó a los periodistas Sergio Villarruel, Jacobo Timerman y Roberto Maidana que ya había desatado algo de ese paquete que le habían dejado y que, haciendo una analogía sobre cómo se reconstruyeron los países europeos al fin de la Segunda Guerra, afirmó que “este es un país que será gobernado en emergencia”. Vaya si la había.
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