Es el primer sábado de enero en Villa Gesell pero a decir de lo que se observa en la Avenida 3 parece un martes de septiembre. En una situación normal, una medianoche del primer fin de semana de la temporada de verano esta célebre calle en su tramo peatonal debería estar colmada de turistas, músicas expandiendo el bullicio desde las puertas de los bares, payasos a la gorra y todo tipo de artesanos. La pandemia, sin embargo, modificó la expectativa y, a diferencia de lo que se ve en Pinamar, Villa Gesell está quieta.
Entre el Covid-19 y el crimen del joven Fernando Báez Sosa, a poco de cumplirse un año del asesinato a manos de un grupo de rugbiers de Zárate, este balneario inventado por el alemán Carlos Gesell 90 años atrás vive un presente extraño.
No hay boliches y los bares abiertos son muy pocos. En el plano teórico, es un atentado contra la esencia de Villa Gesell, configurada por la presencia de los jóvenes (en la zona céntrica) y la vida familiar (en las periferias del norte y del sur). Pero las autoridades municipales decidieron tomar medidas mucho menos flexibles que las de su vecina Pinamar.
Mientras en la ciudad que gobierna Martín Yeza (Juntos por el Cambio) los permisos a restaurantes, bares y actividad en la playa es amplia, en el balneario donde manda el kirchnerista Gustavo Barrera las restricciones son variadas y bastante rígidas.
La decisión más innovadora es la señalización de las playas. Además de las banderas para saber si el mar está peligroso o tranquilo, este verano se agregó en cada parador un nuevo mástil que exhibe una señal para saber si la capacidad de la playa está colmada o todavía se puede entrar.
Una bandera roja para el “no” y una verde para el “sí”, el modo analógico, y también su versión digital: un link para acceder a una página donde se puede ver el mapa de la costa gesellina -Villa Gesell, Mar de las Pampas, Las Gaviotas y Mar Azul- y saber a cuál playa se puede entrar y en cuál ya no hay distancia social posible. En cada una de las bajadas a lo largo de los casi 20 kilómetros de costa aparece la señal positiva o negativa. “Bandera verde es playa con espacio. Bandera roja, playa saturada”, explicaron desde el Municipio.
Pero este verano hay tan poca gente que hasta ahora sólo el sábado las autoridades tuvieron que enarbolar la bandera roja del “no” en la playa a la altura de la bajada de la calle 105, epicentro de la reunión de los jóvenes y a la vez el sector de playa más angosto de toda la franja costera.
“Este fin de semana se activó por primera vez la bandera roja en la playa 105 como medida preventiva para que no ingrese más gente. SI bien la capacidad no estaba colmada, se derivaron a los turistas a las playas aledañas”, explicaron fuentes del Municipio. Además de las banderas, cada bajada a la playa tiene un cartel donde se explica el significado de los colores, se especifica la distancia social sugerida en la arena y un código QR para mirar online la ocupación de la costa.
El Municipio bajó un instructivo para los balnearios y los veraneantes que indica que el uso de barbijo o tapaboca es obligatorio al ingresar a las playas y cada vez que la persona transite dentro del arenal. “Dentro de su carpa o sombrilla podrá permanecer sin barbijo; se debe mantener la distancia de seguridad interpersonal de 1,5 metros dentro y fuera del agua, y el mismo distanciamiento entre los elementos personales de cada grupo”, entre otras medidas.
“Más que por el caso Báez Sosa los jóvenes no vinieron en las cantidades de siempre este verano por el COVID-19. Desde el principio se decidió que no iban a abrir los boliches y los bares cierran a las 4.30, así que este enero los chicos se fueron a Pinamar. Y también pasa que muchos jóvenes que van a Pinamar con sus padres en un verano normal salen a la noche a los boliches de Gesell, pero este año no es así”, comentó a Infobae Mauricio Andersen, secretario de Seguridad, un domingo de madrugada mientras supervisaba los controles nocturnos.
Así como Gesell “innovó” el toque de queda al principio de la pandemia para su población estable y la prohibición de ir a la playa con bebidas alcohólicas en 2020, este enero, el Municipio directamente clausuró el acceso a la arena entre las 22 y las 6 para evitar las fiestas clandestinas o improvisadas en la playa. Con el fin de garantizar esa restricción, cuatro cuatriciclos y un UTV de la Unidad de Policía Motorizada de la Policía Bonaerense circulan permanente e “invitan” a los jóvenes que encuentran en falta a salir de la playa por prevención. Desde el 25 de diciembre, según informaron fuentes del municipio, desactivaron siete fiestas en casas particulares, aunque la mayoría fueron casos de residentes gesellinos y no turistas.
Este verano el Ministerio de Seguridad envió 650 agentes a Villa Gesell. Igual que en Pinamar, por primera vez mandaron más personal de la Unidad Táctica (UTOI) que agentes de otras comisarías o egresados de la escuela Vucetich (que justamente por la pandemia no hubo el año pasado).
“Los chicos se lo toman a bien, hay buena predisposición. Es sano lo de los pibes”, comentó Andersen. En el Municipio de Villa Gesell están satisfechos con las medidas. Mientras Pinamar registra 200 casos activos, aquí se cuentan apenas 35. Desde el inicio de la pandemia, Gesell tuvo 556 infecciones y 10 fallecidos.
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