Una joven ata el tapabocas en su muñeca izquierda y corre más de 10 metros para abrazar a un cuatro amigos que recién llega al lugar. Se saludan con besos. Hay sonrisas, bailan y gritan. El ritual continúa con el resto de sus amigas y permanece en una ronda de charla sin barbijos ni distancias lógicas. La secuencia se repite en otro grupo a los pocos minutos.
Es el primer sábado de la temporada 2021 y la noche en Playa Grande se exhibe ideal: la temperatura es alta, casi que no hay viento. “Una de las cuatro o cinco noches que vas a ver así en Mar del Plata durante enero. Acordate”, dice un hombre que cuida los vehículos en la zona.
El exclusivo corredor nocturno, ubicado a pocos metros del mar y con una pasarela gastronómica requerida por los turistas, agrupa a cientos de jóvenes que buscan -pasadas la 1 de la mañana- su rato de diversión. En Antares todos están sentados y la distancia entre las mesas es razonable. Lo mismo ocurre en Zwan, en donde el público bebe y escucha música en la parte externa.
La continuidad del paseo permite observar que el amontonamiento está más allá. Y que en todo ese camino al aire libre se reproduce un comportamiento: pocos jóvenes usan barbijo y muchos de ellos ni siquiera lo llevan a la vista. La desidia a cumplir con un requisito básico de cuidado es extrema; y mientras se ostenta el contacto físico, la presencia del viento escasea.
La imagen más caótica se presenta en la puerta de Bruto, un mítico bar marplatense que en un sábado ideal -y normal- de cualquier otra temporada sin coronavirus puede llega a albergar cerca de mil personas. En su parte interna, Infobae constata que el trabajo de la seguridad del lugar funciona: se respeta el distanciamiento y, salvo excepciones, los grupos bailan alrededor de sus mesas. La danza es en las burbujas.
El descontrol se exhibe en el ingreso. “Está cortado, perdoname pero no puedo hacer nada”, le grita un miembro de seguridad a un joven que busca saber cómo entrar. El escenario es contundente: la capacidad está al tope y el amontonamiento en la entrada se vuelve innecesario cuando se contempla que la mayoría de las personas no lleva tapabocas y los diálogos entre ellos son demasiado cercanos.
Lo mismo ocurre en la parte externa del bar y sucede también en Santa, local gastronómico lindero a Bruto. La ocupación de las mesas es completa y en una simple observación se ve cómo las mujeres y los hombres que están en ellas caminan o se trasladan por ese espacio sin ningún tipo de precaución.
“Para nosotros es muy difícil manejar esta situación ante la semejante cantidad de público. La gente deja de lado la utilización del barbijo y cuesta que cumplan con el distanciamiento. Llega un momento en que no podemos hacer nada porque no controlamos los espacios comunes. Lo que pasa fuera de Bruto es público. Hay un operativo enorme, una presencia policial tremenda, pero vemos que el respeto de la gente hacia las normas es obsoleto”, explica a Infobae Federico Goransky, dueño de Bruto.
Este proceder llevó a que durante el domingo, la Secretaría de Seguridad de Mar del Plata labrara actas en todos los bares y restaurantes de este corredor nocturno. Todos los actores fueron intimados en el Juzgado de Faltas. La noticia fue confirmada por Horacio García, titular de la cartera, a este medio: “Tiene carácter de vulneración al Código municipal”.
“Hay que trabajar más, el camino es estar controlando, cuando corresponde sancionar también. Inspección General tiene el trabajo de inspeccionar todo: bares, restaurantes, boliches. Ayer fue el primer sábado grande que generó Mar del Plata en temporada. Por supuesto que hay cosas para mejorar”, indica García.
En su explicación, agrega: “Primero advertimos y luego se avanza con una infracción. Si es recalcitrante y reincide, una clausura preventiva. Este fue el primer sábado que también los empresarios de la noche tuvieron un movimiento real. Los fines de semana son muy magros, hay que redoblar el control, la persuasión y la sanción”.
Goransky, por su parte, sostiene: “Estamos trabajando al 30%. El sábado habían 360 personas. Nosotros cuando cerramos le explicamos a la gente que no va a ingresar más nadie. Pero ellos deciden quedarse, no los podemos echar de la zona”.
“El día crítico es el sábado, un poco el viernes pero no como ayer. Nosotros estamos para seguir laburando y ver cómo mejorar y que sea lo más ameno posible. El distanciamiento se empieza a romper cuando la gente que está adentro quiere salir a fumar o a tomar aire. Nosotros dedicamos a nuestra gente de seguridad para explicarles los riesgos. Hoy por hoy son moderadores, porque la gente está tranquila, pero les decimos que es importante que utilicen el barbijo y se cuiden”, remarca el empresario.
“El Estado tiene que mejorar e intensificar los controles. Si vos ponés una barra, un tipo con una boletera, otro pasando música, pero sin gente, no tenés fiesta clandestina, tenés actos preparatorios. Eso se consuma con la presencia de la gente, por eso hablamos de la responsabilidad individual”, explica García.
El sábado por la noche y durante la madrugada del domingo fueron desarticuladas 30 fiestas clandestinas. En una de ellas participaban más de 100 personas en la playa. Estos encuentros ilegales fueron desactivados con la presencia de la Subsecretaría de Inspección General del municipio. Allí verificaron que no cumplían los protocolos ni las restricciones vigentes por el COVID-19. Estas se suman a otras 26 desarticuladas desde los festejos de Año Nuevo, en donde en total participaron más de 1.000 jóvenes.
En cuanto a la poco uso de mascarillas, el secretario de Seguridad añade: “El encierro prolongado genera una identificación con el barbijo, siempre hay que echarle la culpa a alguien y ven al barbijo como un elemento no querido. Sobre todo la juventud que sale de noche”.
García concluye en que “cuando uno escucha números que se manejan realmente llama la atención y hay que ser sumamente persuasivos para que todos comprendan. Como primer sábado de la temporada creo el resultado fue aceptable. Se respetó en líneas generales el distanciamiento. No hay que olvidar que son 43 kilómetros de costa. La situación es inatajable, hacemos lo que podemos en lugares emblemáticos para marcar los posicionamientos. Pero esto va a naufragar si no colabora el ciudadano”.
Fotos: Christian Heit
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