En 2003, Diego Maradona vivía una nueva resurrección en La Habana, Cuba. Hacía tres meses Claudia Villafañe le había pedido el divorcio y él luchaba contra sus fantasmas.
A 6.900 kilómetros, en Moreno, Argentina, ocurría un hecho que marcaría la vida de una niña de 13 años llamada Rocío Oliva. Participaba del cumpleaños de una prima en un local infantil cuando vio cómo su padre era asesinados de dos balazos.
Poco más de nueve años después, las vidas de Diego y Rocío se cruzaron. La relación duró seis años y estuvo signada por la pasión y las peleas.
El hecho tráfico que marcó a Rocío ocurrió el 15 de junio en el salón de fiestas “Caramelo”; en la venida presidente Perón y French, en Moreno. Se celebraban los cuatro años de una primita de Rocío cuando en un momento hubo una discusión entre los asistentes al cumpleaños con los dueños del local que baleó a tres personas: a Juan José Oliva, el padre de Rocío, a un tío y al encargado de poner música infantil, que intentó interceder al grito de “están locos, es un cumpleaños infantil”.
El padre de la ex pareja de Diego fue asesinados de dos balazos. El tío recibió dos tiros en la ingle y el disck jockey un balazo en la rodilla.
“Cuando llegó la hora de terminar la reunión le ofrecimos al dueño del local pagarle más para que nos permita quedarnos una hora y media más porque la fiesta estaba hermosa. Y ahí fue cuando uno de los hijos del dueño del local, después de exigir que nos fuéramos, sacó un revolver y empezó a tirarnos”, dijo por entonces el tío de Oliva.
Rocío contó el hecho varias veces, con dificultad porque es una tragedia que la acompañará siempre. En Instagram postea fotos con su padre. En una de ellas hizo un fotomontaje: aparece con su edad actual y al lado su padre debajo la leyenda: “La flor más dulce de mi jardín”. También lo homenajéo en el día que su padre, asesinado a los 36, hubiese cumplido años. “Hoy cumpliría años el hombre de mi vida. Te amo papito hermoso y te voy a amar toda mi vida”. Pero la foto más impactante es una en la que se la ve al lado de su padre en el cumpleaños del día del asesinato. Oliva escribe al pie de la foto: “Esta nena soy yo con mi papá en el salón de fiesta donde lo mataron a las pocas horas de la foto”.
¿Cuál fue la reacción de Maradona cuando Rocío le contó la historia? Se mostró conmovido, pero ella le recriminó, en su momento, que le pidió ayuda para resolver el caso y él se comprometió y no cumplió.
“A él no le importó mucho poder ayudarme con eso. Me acuerdo de que en un momento me habían hecho escribir una carta, porque le dijo él a su abogado ‘dale una mano a Rocío’. Y yo puse todas las fichas en eso, pero no pasó nada”, dijo la futbolista y panelista de Polémica en el bar.
El relato de ese día funesto, en palabras de Rocío, es este:
“Era el cumpleaños de mi primita Ayelén. La semana anterior mi tío había hecho otro festejo ahí y a las diez los encargados les dijeron que se había terminado el horario. Mi tío le dijo si podían quedarse hasta las doce porque la estaban pasando bien, había canchas de fútbol, estaban bailando. Y le cobraron una cifra para que pudieran quedarse hasta las doce. En el cumple de mi primita pasó lo mismo. El mismo hombre dijo ‘se terminó’. Mi tío le dijo si podían hacer lo mismo que la semana anterior. Que le cobre por quedarse dos horas más. El hombre dijo que sólo si pagaba el triple. Me tío le dijo que era un exceso e intentó negociar. ‘Si no me pagas, se van a hora’, le dijo. De repente bajó su hermano. Le dijo: ‘¿No te quieren pagar? Entonces matalo’. El otro sacó un revólver y le disparó dos veces a mi tío, en un testículo y en el cinturón, por suerte sino lo mataba. El disck jockey los quiso frenar porque era una locura. Había niños y niñas en el lugar. Y le tiraron en la rodilla. Todo esto era en la puerta. Mi papá, que medía uno ochenta, se metió entre los autos y le quiso dar una trompada al uno de ellos, pero le dispara en el estómago. Era la última bala que le quedaba. Mi papá cayó al píso. Yo vi todo. Los dos huyeron, el que no disparó tenía una escopeta con la que nos apuntaba. Mi papá lo corrió para salvar a la gente, eso no me lo olvido más”.
En ese entonces, Rocío, de doce años, fue entrevistada por un móvil de televisión.
“Una fiesta en Moreno derivó en un asesinato”, tituló La Nación. El de Clarín fue más contundente: “Fiesta trágica: más testimonios señalan al hijo de un político”.
Juan José Oliva murió en el hospital. Tanto ella como los medios señalaron al presunto homicida como el hijo de un política de peso de Moreno. “Fue horrible. Vi caer a mi papá. Y le guardaba la billetera en la carterita. Los asesinos pasaron por al lado mío. Le apuntaron a los nenes, a los bebés. Las madres los revoleaban como pelotas para salvarlos, fue horrible todo. Me dijeron que mi papá tenía una entre diez posibilidades de salvarse. Cuando lo llevaban al hospital, decía que no se hicieran problemas”.
“Estuvo dos meses preso. Tenía arreglos con la policía y todo gracias a su padre. Nosotros hicimos misas, marchas, pero todo quedó en la nada. Se hizo un juicio, pero compraron testigos, el fiscal era primo de ellos, nosotros no teníamos abogado, no lo podíamos pagar y fueron absueltos. Uno era el instigador y el otro el asesino. Yo le imploré a la jueza que me dejara declarar, había visto todo, pero me dijo que no porque era menor”, recordó Rocío cuando en uno de sus almuerzos Mirtha Legrand le preguntó sobre el tema.
En una entrevista con Clarín, contó que repitió séptimo grado por el crimen de su padre. A los dos días del hecho volvió a la escuela. “Se habían cambiado muchas compañeras y yo no quería que nadie pensara que estaba triste. Mi papá falleció y, más allá de que yo estaba shockeada porque fue de un día para el otro, creo que a los dos días empecé a ir a la escuela de nuevo. Y todos sabían que éramos súper unidos con mi viejo. Me iba a buscar, yo salía corriendo y lo besaba, lo abrazaba, me le subía... y mis compañeras vieron la tragedia en la tele. Cuando volví a la escuela, entonces, estaba todo el recreo mirándome. Y yo no quería que eso pase”.
El asesino dijo que fue legítima defensa, pero ninguno de los familiares de Oliva estaba armado.
Su padre, el hombre con peso fuerte en la política de entonces (que fue abogado del cacique del juego clandestino) ensució a la familia de Rocío: “Algunos estuvieron en la cárcel y en el tráfico de drogas, mis hijos se defendieron”. No se lo nombra en esta nota por cuestiones legales: en la causa no hay sospechosos ni imputados.
Rocío se mostró varias veces dispuesta a luchar para que se hiciera justicia. Es más: en marzo de 2020, siete ocho antes de la muerte de Diego, publicó en Instagram una foto con las abogadas Ana Rosenfeld y Florencia Arieto, en la que les pide que la ayuden a terminar con la impunidad en el caso. Y escribió: “Mientras tenga vida voy a buscar justicia por mi papá”.
Rocío tiene una Biblia con una foto de su padre entre las páginas. La lee y pide que él descanse en paz. Dice que le habla, que lo siente cerca. Eso la hace sentir bien. También recuerda que una vez la presencia de su padre muerto, al pie de la cama, llenó de una luz radiante su habitación. Empezó a llorar y vino su madre a calmarla. Hoy, emocionada, revela: “Aún no sé si fue un sueño o algo más”.
Rocío tampoco puede olvidar que al otro día de la muerte de su padre era el Día del Padre. El no quería regalos porque la situación económica de la familia no era la mejor. Pero ella y su madre le dejaron el regalo abajo de la cama. Pero su padre nunca llegó a recibirlo.
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