En algún lugar de Armenia, en una cueva entre montañas, diríase escondido, rodeado de verde y de viñas, de piedras y de sol, alguien halló en el 2011 el rastro de la primera producción de vino de la historia. No es solo una pieza inerte, un pedazo de vasija, sino todo un sistema productivo: semillas de uva, restos de uva seca, una prensa de vino y hasta una pileta de barro que podría haber sido utilizada para la fermentación.
A veces cuesta conmoverse con un objeto, pero las mitologías muchas veces se forjan sobre piedras: los rastros encontrados por investigadores de la Universidad de California se remontan al 4.100 antes de Cristo. Es decir, tienen más de seis mil años.
Ese es, según los hallazgos existentes, el lugar más antiguo del mundo donde se hizo vino. Durante mucho tiempo sin embargo esa tradición se perdió: la uva en Armenia se utilizaba para hacer brandy, pero no vino.
Pero aquella cueva no es la única proeza de esta historia. Se dijo hasta el hartazgo que al destino le gustan las simetrías, y no parece ser mentira: unos años antes de ese descubrimiento, consciente de la tradición armenia en la producción de vino, el empresario argentino de origen armenio Eduardo Eurnekian quiso hacer ahí mismo, en su tierra ancestral, un emprendimiento vitivinícola. Lo primero fue comprar un campo con tierra de calidad. Lo hizo en el 2004: dos mil hectáreas.
“Veía que en Armenia se producía uva de calidad y que estaban tenía todas las condiciones naturales para hacer buen vino, entonces se decidió a hacerlo”, cuenta Juliana del Águila Eurnekian, sobrina nieta de Eduardo y responsable de las bodegas del grupo (en Argentina tienen Bodegas del Fin del Mundo).
En el año 2010 hicieron, en una instalación prestada, el primer vino de su colección. Lo llamaron Karas (que significa ánfora, casualmente, uno de los elementos encontrados en el 2011 en la cueva). Dos años después construyeron finalmente una bodega propia entre montañas. Es una bodega con doble propósito: recuperar aquella tradición ancestral -seis mil años para desenterrar, nada menos- y generar una industria nueva en su tierra. Dicho más fácil generar trabajo.
“Mis bis abuelos llegaron a la argentina a principio de siglo XX escapando del genocidio armenio. Eduardo y mi abuelo siempre que podían viajaban a Armenia y trataban de ayudar. Siempre tuvo el espíritu de colaborar para que Armenia creciera, porque es un país muy golpeado. Lo primero fue ganar la concesión del aeropuerto y hacer uno nuevo que sea una gran puerta de entrada. Y después siguió pensando cómo hacer para que el país se siguiera desarrollando. Por eso la pata agrícola es tan importante, porque todavía tiene mucho por crecer en ese aspecto el país. Después compró un banco, que es uno de los líderes de Armenia, y siguió apostando. Continuamos, más bien, porque es una cuestión familiar. Tiene que ver con nuestra sangre y nuestro sentido de comunidad, explica Juliana.
En los primeros años se emplearon en la construcción, planeamiento y realización de la bódega a más de mil personas, todas familias armenias. Hoy tienen 200 empleados (el 50% mujeres), 400 hectáreas de vid plantadas, y una capacidad de producción de dos millones de litros de vino anuales. No solo se consigue en Armenia: como buen orgullo patrio, se encargaron de exportarlo al mundo: se vende en Rusia, Estados Unidos, algunos países de Europa y Argentina. ¿Uva emblema? Areni, algo así como el Malbec armenio.
Por este tipo de emprendimientos es que Eduardo Eurnekian fue declarado Héroe Nacional de Armenia en el 2017. Pero su amor a su patria está dividido en dos: también en la Argentina se pueden encontrar -silenciosas- muchas de sus obras.
La más emblemática acaso sea su trabajo por los Héroes de Malvinas. No solo es el responsable de la creación del Cementerio de Darwin (“El descanso final de los que murieron defendiendo su bandera”, definió el gran periodista Alfredo Serra), para lo cual contrató al constructor Hermenegildo Ocampo Chaparro; sino que también se hizo cargo de la construcción de un monumento donde grabar cada uno de los nombres de aquellos soldados.
No quedó ahí. Años después, cuando comenzó el proceso por reconocer los cuerpos de los soldados no identificados, fue Eurnekian quien financió todos los viajes y gastos de los familiares que llegaron de todo el país a Buenos Aires primero y a Malvinas después para poder llorar a sus hijos -al fin- en la tumba recién identificada.
“Todos los Armenios de la diáspora sentimos este llamado de nuestra tierra, pero también sentimos el amor por nuestra casa. Y Argentina es nuestra casa”, dice Juliana intentando explicar las obras de su tío abuelo.
Por estas obras, hasta la mismísima Reina Isabel II de Inglaterra lo condecoró: le otorgó la Orden del Imperio Británico. Los motivos: “Por sus servicios a las relaciones entre el Reino Unido y la Argentina”. Se la entregó Mark Kent, el embajador británico en la Argentina. La Orden del Imperio Británico es una orden de caballería fundada por el rey Jorge V a comienzos del siglo XX y la otorga la corona inglesa dos o tres veces por año a militares o civiles.
Otra obra acaso desconocida: en el 2016 se creó la orquesta juvenil de Aeropuertos Argentina 2000. Su holding de empresas, Grupo América, maneja más de 50 aeropuertos en el mundo, el de la Argentina entre ellos (por algo lo llaman “el señor de los aeropuertos”). La orquesta se creó para ofrecer becas artísticas a los 41 integrantes, todos provenientes de barrios y zonas vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano.
“Para muchos de estos chicos la exposición a la música significó una iluminación y hubo muchos que quedaron completamente prendidos. Esos son lo que hoy son parte de este proyecto. Es una carrera larga, de muy largo aliento y hay que estudiar mucho”, dijo Néstor Tedesco, violonchelista del Teatro Colón desde hace más de 30 años y director de la orquesta, luego de un concierto que ofrecieron en plena cuarentena.
Toda su mirada es hacia sus dos patrias, explican quienes lo conocen. Dos patrias como quien tiene dos casas amadas.
No es elegante hablar de la filantropia. Para muchos, el bien y el mal se dirimen en silencio. Tal vez sea por eso que no fue posible conversar con Eurnekian para esta nota. Él elige hacerlo en silencio.
Queda tal vez una obra por mencionar, no concluida aún: el monumento -uno más, de los muchos que florecerán al calor de este verano- al futbolista más extraordinario que conoció el planeta tierra. Los mitos se forjan en hierro o piedra. Y en tiempos modernos, parece que también por medio de impresiones 3D.
Según adelantaron desde Aeropuertos Argentina 2000, la estatua de Maradona será realizada con una serie de impresiones 3-D que mostrarán al Diez en sus días de gloria. Pretenden terminarla antes de que se vaya el año, y es en respuesta a una vieja promesa que le hizo el mismo Eurnekian a Diego luego de que en una charla sobre la escultura, el ídolo le dijera: “Me gustaría que esté en el aeropuerto de Ezeiza para que me vean todos los que llegan al país”.
Queda dicho: los destinos de quienes lleguen a la Argentina, como los destinos de quienes lleguen a Armenia, ya fueron secretamente marcados.
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