“La belleza no se mide ni se pesa, la belleza se demuestra”, es el lema de la bandera que lleva la joven cordobesa Alina Akselrad -de tan solo 22 años-, recientemente coronada Miss Universo Argentina 2020. Desde afuera esa frase podría resultar contradictoria, ya que en sus orígenes, para ingresar al certamen de reinas internacionales -que nació en 1954- se debía respetar estereotipos irreales.
El culto a la mujer, que tiene siglos de historia, puede ser una de las razones por la que los concursos de belleza femeninos continúan existiendo. Hoy, el mundo de los reinados es otro, y se busca una representación femenina lejana de aquellas imágenes idealizadas. Alina tiene precisamente, como misión, reforzar ese mensaje. “Los certámenes son la plataforma que elijo para defender la autoestima de la mujer, estimular el espíritu solidario, promocionar turísticamente mi Argentina y para alzar mi voz y demostrar que la belleza no se mide ni se pesa”, le dice a Infobae muy convencida.
Alina nació en Córdoba capital, es la hermana del medio. La mayor es médica, y la menor está terminando la secundaria. Estudió Locución junto a su madre, y conduce el programa radial “Reinas de la vida”, donde busca empoderar a la mujer brindándole herramientas para construir su autoestima, ya sea a través de cursos sobre la violencia de género, oratoria y economía, y distinguiendo a niñas que son un ejemplo por su lucha cotidiana.
También tiene un proyecto solidario llamado “Tacos y palabra de poder”. Este le valió ganar el concurso internacional. Corona en mano, ahora le queda un intenso año de trabajo representando a la Argentina.
Su tiempo lo divide también dentro del negocio familiar, como administradora de propiedades. Justamente el domingo 13 de diciembre, cuando se confirmó su coronación, salía de trabajar después de una larga jornada. “Estaba volviendo a casa en el auto cuando recibí el llamado de un número desconocido. Atendí porque pensé que era alguien interesado en un departamento”, relata. Pero no, del otro lado la llamaba Osmel Sousa (el organizador venezolano) y le comunicaba su triunfo. “La emoción no la pude contener, y la compartí en familia con mi madre y abuela”, cuenta.
Reina de vida, una reconstrucción vital
Los reinados forman parte de la filosofía de una preparación constante a nivel académico y social. “No se trata de ser linda, desfilar bien en la pasarela y llevar un lindo vestido, es mucho más lo que sucede abajo. Y quiero involucrarme como agente de este cambio”, reconoce.
Su camino a la corona se inició cuando acababa de cumplir 16 años, primero en las fiestas locales. La primera victoria fue como reina regional de la Asociación Civil del Vaso de Leche, que trabaja para erradicar la desnutrición infantil. Luego, llegaron otros reconocimientos, como el de Reina Nacional de la actividad Frutihortícola en Colonia Caroya en 2016, Miss Sudamérica en el 2017 y finalmente Miss Mundo Turismo en 2018.
La difícil relación con su imagen
Durante muchos años, desde los 6 a los 14 vivió con sobrepeso y sufrió discriminación. “Vivimos aún en una sociedad donde el aspecto físico está relacionado con la felicidad y el éxito. Eso es lo que, suponen algunos, nos hace sentir bien. Durante años no me veía así, estaba acomplejada e incómoda”, admite.
-¿Llegaste a sufrir bullying?
-No era consciente en el momento, pero mirando atrás percibo que siempre las lindas y flacas eran las princesas en cada acto escolar, en cambio yo era el árbol o el ogro.
-¿Cómo lo superaste ?
-Cerca de los 15 años, en plena etapa de búsqueda de identidad, empecé con trastornos de alimentación de la mano de dietas restrictivas, muy estrictas, seguidos de cambios de humor y estados de ánimo. No quería asistir a eventos sociales ni comer frente a otros. No disfrutaba de nada. Con mucho apoyo identifiqué el problema e inicie el proceso de reconstrucción junto a mi familia, con asistencia terapéutica y coaching. No fue fácil sanar.
-¿Aun así quisiste sumergirte en los concursos de belleza?
-Me metí de lleno en los certámenes para defender la diversidad. Y aunque suene raro, encontré en estos espacios mi manera de renacer, porque me dieron valor no por mi aspecto físico sino por mis capacidades. Me dieron voz.
Miss Universo Argentina 2020
La convocatoria de este año fue virtual. Se postularon al casting abierto 1500 chicas de todo el país. Luego de varias jornadas intensas y de distintas entrevistas con todas las candidatas, la coronaron con una tiara de piedras Rodocrositas, símbolo nacional.
Como ganadora, Alina Akselrad deberá poner en marcha los tres objetivos que hacen a una campeona: promover el turismo nacional, las industrias locales y, fundamentalmente, visibilizar problemáticas sociales. En 2021 viajará a Venezuela para seguir capacitándose en oratoria, imagen e idiomas.
Inquieta y ambiciosa
En lo personal, disfruta del tiempo en familia y amigos. En lo laboral desea terminar la carrera de periodismo y producir un programa televisivo dedicado a la adolescencia y la niñez. Pero también tiene ilusión de ponerle voz a una serie animada, ya que el doblaje es otra de sus pasiones. “Se viene un año de mucho trabajo, donde dejaré de ser Alina para representar a todos los argentinos, e inspirar. Y eso me enorgullece”.
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